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Columnista - 8 mayo, 2021

Panorama Jurídico: Promover el diálogo social camino a la convivencia

Lo fundamental es la concertación y el diálogo con todo el conglomerado, que sea eficaz y productivo en estos momentos de confrontación que vive el país, producto de las manifestaciones desbordadas contra el sometimiento del Estado colombiano, que quiere imponer medidas en contra de los principios democráticos y la propia voluntad de un pueblo angustiado, […]

Lo fundamental es la concertación y el diálogo con todo el conglomerado, que sea eficaz y productivo en estos momentos de confrontación que vive el país, producto de las manifestaciones desbordadas contra el sometimiento del Estado colombiano, que quiere imponer medidas en contra de los principios democráticos y la propia voluntad de un pueblo angustiado, anclado en la más aguda crisis socioeconómica de todos los tiempos en el marco de la terrible pandemia.

Se requiere, desde ya, construir sobre las necesidades de toda la población colombiana. Unirnos como nación, promover y fortalecer por doquier rincón de la geografía nacional estrategias de diálogos, articuladas a encontrar soluciones en medio de la tolerancia y la sana convivencia. Esta terrible ola de vandalismo, saqueos y terrorismo, lejos de contribuir a la transformación y resolución de los conflictos, se constituye en ingredientes para aceitar y robustecer la vehemencia, anarquía e impetuosidad, por parte de un pueblo enardecido que día por día ve pisoteado sus derechos, ante la intolerante imposición por parte del ejecutivo nacional, quien en el desempeño de su estatus jerárquico  como jefe supremo de las Fuerzas Armadas y presidente de Colombia no ha hecho otra cosa que mostrarse sordo, ciego y mudo sobre el rosario de peticiones, problemas y necesidades que vienen de muchos años atrás, expuestas por el constituyente primario.

Los resultados catastróficos  que registran y evidencian los medios de comunicación,  no solo en la capital del país, también en Cali, Barranquilla, Medellín, Santa Marta, Manizales, Pasto y otras ciudades colombianas, reflejadas en robos, saqueos, daños a la infraestructura del área comercial, quema de vehículos, hoteles, gran número de ciudadanos heridos, otros capturados, atentado a los CAI, muerte a policía y manifestantes, es el común denominador de estos absurdos hechos, que enluta al país y denigran la institucionalidad del Estado colombiano.

Realmente lo que está sucediendo es una auténtica crónica anunciada. Esto teniendo en cuenta que desde el reciente pasado todos los estamentos sociales de nuestro país venían solicitando al presidente Duque echar atrás la pretendida reforma tributaria en contra de la población más vulnerable y la clase media y sobre todo en un momento de desesperación como el actual, donde estamos arropados por la devastadora acción de los coletazos del letal flagelo del virus y lo más absurdo es que no obstante a lo que viene sucediendo durante diez días de protestas, bloqueos, insista en hacer cambios, cuando el clamor general es un no rotundo.

La verdad es que sin protagonismos cuanto antes debe darse ese diálogo franco, sincero. No tenemos que llamar a personajes que pudieron hacer y no lo hicieron o no lo quisieron: tampoco mediadores, ni ex premios Nobel de paz, menos expresidentes; se conocen de sobra y claramente los problemas, solo es brindarles soluciones consensuadas, no políticas.

Finalmente, destacamos pronunciamientos de organismos internacionales en defensa de los derechos humanos que piden freno a la intolerancia y castigo a los vándalos. Es preciso indicar que la protesta tiene un aval de carácter constitucional y a la luz de la legitimidad es el camino más expedito  actualmente en el mundo para exigir soluciones, pero siempre y cuando se hagan en el marco legal que propicie la institucionalidad; por lo tanto, rechazamos cualquier asomo de vandalismo e intransigencia. Bienvenido ese diálogo social, camino a la convivencia.

Columnista
8 mayo, 2021

Panorama Jurídico: Promover el diálogo social camino a la convivencia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

Lo fundamental es la concertación y el diálogo con todo el conglomerado, que sea eficaz y productivo en estos momentos de confrontación que vive el país, producto de las manifestaciones desbordadas contra el sometimiento del Estado colombiano, que quiere imponer medidas en contra de los principios democráticos y la propia voluntad de un pueblo angustiado, […]


Lo fundamental es la concertación y el diálogo con todo el conglomerado, que sea eficaz y productivo en estos momentos de confrontación que vive el país, producto de las manifestaciones desbordadas contra el sometimiento del Estado colombiano, que quiere imponer medidas en contra de los principios democráticos y la propia voluntad de un pueblo angustiado, anclado en la más aguda crisis socioeconómica de todos los tiempos en el marco de la terrible pandemia.

Se requiere, desde ya, construir sobre las necesidades de toda la población colombiana. Unirnos como nación, promover y fortalecer por doquier rincón de la geografía nacional estrategias de diálogos, articuladas a encontrar soluciones en medio de la tolerancia y la sana convivencia. Esta terrible ola de vandalismo, saqueos y terrorismo, lejos de contribuir a la transformación y resolución de los conflictos, se constituye en ingredientes para aceitar y robustecer la vehemencia, anarquía e impetuosidad, por parte de un pueblo enardecido que día por día ve pisoteado sus derechos, ante la intolerante imposición por parte del ejecutivo nacional, quien en el desempeño de su estatus jerárquico  como jefe supremo de las Fuerzas Armadas y presidente de Colombia no ha hecho otra cosa que mostrarse sordo, ciego y mudo sobre el rosario de peticiones, problemas y necesidades que vienen de muchos años atrás, expuestas por el constituyente primario.

Los resultados catastróficos  que registran y evidencian los medios de comunicación,  no solo en la capital del país, también en Cali, Barranquilla, Medellín, Santa Marta, Manizales, Pasto y otras ciudades colombianas, reflejadas en robos, saqueos, daños a la infraestructura del área comercial, quema de vehículos, hoteles, gran número de ciudadanos heridos, otros capturados, atentado a los CAI, muerte a policía y manifestantes, es el común denominador de estos absurdos hechos, que enluta al país y denigran la institucionalidad del Estado colombiano.

Realmente lo que está sucediendo es una auténtica crónica anunciada. Esto teniendo en cuenta que desde el reciente pasado todos los estamentos sociales de nuestro país venían solicitando al presidente Duque echar atrás la pretendida reforma tributaria en contra de la población más vulnerable y la clase media y sobre todo en un momento de desesperación como el actual, donde estamos arropados por la devastadora acción de los coletazos del letal flagelo del virus y lo más absurdo es que no obstante a lo que viene sucediendo durante diez días de protestas, bloqueos, insista en hacer cambios, cuando el clamor general es un no rotundo.

La verdad es que sin protagonismos cuanto antes debe darse ese diálogo franco, sincero. No tenemos que llamar a personajes que pudieron hacer y no lo hicieron o no lo quisieron: tampoco mediadores, ni ex premios Nobel de paz, menos expresidentes; se conocen de sobra y claramente los problemas, solo es brindarles soluciones consensuadas, no políticas.

Finalmente, destacamos pronunciamientos de organismos internacionales en defensa de los derechos humanos que piden freno a la intolerancia y castigo a los vándalos. Es preciso indicar que la protesta tiene un aval de carácter constitucional y a la luz de la legitimidad es el camino más expedito  actualmente en el mundo para exigir soluciones, pero siempre y cuando se hagan en el marco legal que propicie la institucionalidad; por lo tanto, rechazamos cualquier asomo de vandalismo e intransigencia. Bienvenido ese diálogo social, camino a la convivencia.