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Columnista - 11 julio, 2020

Panorama Jurídico | Las niñas no….

Los hechos recientes de violaciones y asesinatos de niñas, incrementan el dolor y el rechazo que ya se vuelve notorio en manifestaciones en algunas regiones del país; a más de uno esta situación nos produce impotencia, rabia, vergüenza y hasta desconfianza de nuestro sistema judicial.  La sociedad se divide, unos manifiestan que se requiere “mano […]

Los hechos recientes de violaciones y asesinatos de niñas, incrementan el dolor y el rechazo que ya se vuelve notorio en manifestaciones en algunas regiones del país; a más de uno esta situación nos produce impotencia, rabia, vergüenza y hasta desconfianza de nuestro sistema judicial.  La sociedad se divide, unos manifiestan que se requiere “mano dura” al sancionar a éstos violadores y asesinos de niñas; otros opinan que nuestra sociedad está enferma.

Dolor, desconcierto… han causado éstos actos nefastos, el más reciente, la violación y muerte de la niña Salomé en Garzón, Huila, criatura de sólo cuatro años.  Se repite una vez más la frase tan trillada: “El hecho causó rechazo nacional”. No se ha sancionado un caso similar y sucede otro. Lamentable este caso como los anteriores.

Fui motivado por las redes sociales a escribir esta columna, cuando leyendo: Las niñas no se tocan, no se violan, no se matan.  Los correctivos a estos casos deben aparecer lo antes posible, para que ellas disfruten sanamente su infancia sin que el enemigo oculto o abierto aceche y afecte.  Oigo muy a menudo que el violador asesino, asedia a las niñas y que su ámbito es el familiar o territorial al que la infante vive, familiar o vecino que se insinúa con obsequios sin ser una fecha especial.

Nosotros los mayores, somos su voz, su protección y al mínimo asomo de esos acercamientos disfrazados, detectarlos oportunamente y denunciarlos; no necesariamente tenemos que ser unos detectives. Debemos creerles.

Las autoridades en general, especialmente la Fiscalía, como ente acusador deben entregar resultados al respecto, ser más ágiles en las investigaciones; celeridad es la que necesitamos en estos casos. No hay que permitir que las cifras aumenten y seguir lamentándonos como siempre. Según el Instituto Nacional de Medicina Legal, fueron abusadas sexualmente 6.085 niñas y 33 asesinadas, entre Enero y Abril de 2.019.

La violencia contra el sexo femenino comienza en la niñez y es en la familia donde principalmente se ejerce esa violencia y la sociedad la incrementa, solo por ser mujer; creciendo en un ámbito hostil. La niña, la adolescente no denuncia porque es presionada por su violador, pensando (ella) que quedará marcada por un lapso de tiempo; marcada en el sentido que como dice el dicho “al caído caerle” y al difundirse su situación, muchos querrán aprovecharse de ella; entró en un espacio que necesita apoyo y ayuda profesional para sanarle esas heridas provocadas.

Preguntamos ¿A quién responsabilizar de lo que sucede negativamente a las niñas? Responsabilizamos aquí a la familia en primera instancia, la escuela, la sociedad, las religiones y el Estado. Todos sin excepción tememos que aportar nuestro granito de arena; unidos acabaremos la violencia infantil, para proporcionarle un mejor porvenir a esa niña, adolescente, a esa mujer.

Mientras tanto, asumamos una actitud de no violencia a las niñas; no tocarlas, no violarlas, no matarlas; exigir justicia oportuna y otras expresiones que les favorezcan con el propósito de desarraigar pensamientos malignos y erradicar la violencia contra ellas. Nuestra Carta Magna y Tratados Internacionales que Colombia debe cumplir, expresan que los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás. La consigna es concientizarnos; que sea así y no letra muerta.

Columnista
11 julio, 2020

Panorama Jurídico | Las niñas no….

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

Los hechos recientes de violaciones y asesinatos de niñas, incrementan el dolor y el rechazo que ya se vuelve notorio en manifestaciones en algunas regiones del país; a más de uno esta situación nos produce impotencia, rabia, vergüenza y hasta desconfianza de nuestro sistema judicial.  La sociedad se divide, unos manifiestan que se requiere “mano […]


Los hechos recientes de violaciones y asesinatos de niñas, incrementan el dolor y el rechazo que ya se vuelve notorio en manifestaciones en algunas regiones del país; a más de uno esta situación nos produce impotencia, rabia, vergüenza y hasta desconfianza de nuestro sistema judicial.  La sociedad se divide, unos manifiestan que se requiere “mano dura” al sancionar a éstos violadores y asesinos de niñas; otros opinan que nuestra sociedad está enferma.

Dolor, desconcierto… han causado éstos actos nefastos, el más reciente, la violación y muerte de la niña Salomé en Garzón, Huila, criatura de sólo cuatro años.  Se repite una vez más la frase tan trillada: “El hecho causó rechazo nacional”. No se ha sancionado un caso similar y sucede otro. Lamentable este caso como los anteriores.

Fui motivado por las redes sociales a escribir esta columna, cuando leyendo: Las niñas no se tocan, no se violan, no se matan.  Los correctivos a estos casos deben aparecer lo antes posible, para que ellas disfruten sanamente su infancia sin que el enemigo oculto o abierto aceche y afecte.  Oigo muy a menudo que el violador asesino, asedia a las niñas y que su ámbito es el familiar o territorial al que la infante vive, familiar o vecino que se insinúa con obsequios sin ser una fecha especial.

Nosotros los mayores, somos su voz, su protección y al mínimo asomo de esos acercamientos disfrazados, detectarlos oportunamente y denunciarlos; no necesariamente tenemos que ser unos detectives. Debemos creerles.

Las autoridades en general, especialmente la Fiscalía, como ente acusador deben entregar resultados al respecto, ser más ágiles en las investigaciones; celeridad es la que necesitamos en estos casos. No hay que permitir que las cifras aumenten y seguir lamentándonos como siempre. Según el Instituto Nacional de Medicina Legal, fueron abusadas sexualmente 6.085 niñas y 33 asesinadas, entre Enero y Abril de 2.019.

La violencia contra el sexo femenino comienza en la niñez y es en la familia donde principalmente se ejerce esa violencia y la sociedad la incrementa, solo por ser mujer; creciendo en un ámbito hostil. La niña, la adolescente no denuncia porque es presionada por su violador, pensando (ella) que quedará marcada por un lapso de tiempo; marcada en el sentido que como dice el dicho “al caído caerle” y al difundirse su situación, muchos querrán aprovecharse de ella; entró en un espacio que necesita apoyo y ayuda profesional para sanarle esas heridas provocadas.

Preguntamos ¿A quién responsabilizar de lo que sucede negativamente a las niñas? Responsabilizamos aquí a la familia en primera instancia, la escuela, la sociedad, las religiones y el Estado. Todos sin excepción tememos que aportar nuestro granito de arena; unidos acabaremos la violencia infantil, para proporcionarle un mejor porvenir a esa niña, adolescente, a esa mujer.

Mientras tanto, asumamos una actitud de no violencia a las niñas; no tocarlas, no violarlas, no matarlas; exigir justicia oportuna y otras expresiones que les favorezcan con el propósito de desarraigar pensamientos malignos y erradicar la violencia contra ellas. Nuestra Carta Magna y Tratados Internacionales que Colombia debe cumplir, expresan que los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás. La consigna es concientizarnos; que sea así y no letra muerta.