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Columnista - 25 diciembre, 2021

Panorama Jurídico: Difícil panorama alimenticio en Colombia

La decepción más grande que puede recibir un pequeño agricultor es que al recoger la cosecha le llegue la noticia que se han importado en grandes cantidades los alimentos que él cultivó, con precios más bajos en el mercado interior, dejando a muchos labriegos en la miseria y sin ganas de seguir cultivando.

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Lo que dicen por ahí, que donde come uno comen dos, es completamente falso; se desnutre uno y queda mal alimentado el otro u otra. Lo peor: en Colombia con hambre y botándose la comida. Esta situación no se debe tolerar más.

Colombia es un país rico en recursos naturales, que cuenta con inmensas zonas fértiles para sembrar los productos que requiere y consume el país, y vivir de lo cosechado; lamentablemente no sucede así. Preguntamos: ¿Por qué ocurre esto? En el país no se da una alimentación balanceada, contando con suficiente proteína, verduras, granos y frutas; creándose un desproporcionado déficit y, en muchas regiones, desnutrición en sus habitantes, especialmente su niñez.

Se conceden excesivas garantías a productos alimenticios importados que aquí se cultivan de manera suficiente, quebrando a pequeños y medianos agricultores, a los cuales no se les concede alivios crediticios, ni subsidios; por el contrario, reciben como respuesta alzas en los insumos para los cultivos que en sus regiones plantan.

La decepción más grande que puede recibir un pequeño agricultor es que al recoger la cosecha le llegue la noticia que se han importado en grandes cantidades los alimentos que él cultivó, con precios más bajos en el mercado interior, dejando a muchos labriegos en la miseria y sin ganas de seguir cultivando.

Decía mi querido padre: “No puede ser que vivamos en un país que lo produce casi todo en alimentos, envidiado por muchos gobiernos del mundo, con dos mares y se importe hasta el pescado; vengan barcos de otros países, ingresen a nuestras aguas y se lleven el recurso”.

Ideal sería que, en cualquier época del año, nos desprendamos de algún recurso e invertirlo entregando alimentos a los que lo requieran y no seguir contemplando ese triste panorama de pobreza y hambre. Sabemos que muchos colombianos se acuestan con el estómago vacío.

Podríamos mantener esa costumbre de donar alimentos directamente al hambriento; esto con el fin de contrarrestar lo que hace el PAE, plan de alimentación escolar, con la comida que entrega a los niños, más escasa, solo se alimentan los contratistas, los únicos beneficiarios que desangran al erario; se saborean y frotan las manos con esos jugosos contratos, dejando a muchos con física hambre y los órganos de control del Estado, sordos, ciegos y mudos.

Claro está que muchos indeseables, precisamente en esta época, aparecen con regalos, acompañados de inclinaciones perversas, a eso le llamaremos caridad con uñas. Preguntamos: ¿Qué pedirán después?

La verdad es que en este país, donde los trabajadores reciben bajos ingresos, no han recibido el 10.7 % del aumento salarial ya concertado para el 2022 y la cascada de alzas lo ha absorbido. Con prontitud se debe atender esta delicada situación, pues con hambre se pierde la salud, pasando por la desnutrición y llegando a la muerte. Se requieren verdaderas y sanas políticas, así se mejorará el PAE y saldrá el país de esta crisis alimentaria. 

[email protected]

Columnista
25 diciembre, 2021

Panorama Jurídico: Difícil panorama alimenticio en Colombia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

La decepción más grande que puede recibir un pequeño agricultor es que al recoger la cosecha le llegue la noticia que se han importado en grandes cantidades los alimentos que él cultivó, con precios más bajos en el mercado interior, dejando a muchos labriegos en la miseria y sin ganas de seguir cultivando.


Lo que dicen por ahí, que donde come uno comen dos, es completamente falso; se desnutre uno y queda mal alimentado el otro u otra. Lo peor: en Colombia con hambre y botándose la comida. Esta situación no se debe tolerar más.

Colombia es un país rico en recursos naturales, que cuenta con inmensas zonas fértiles para sembrar los productos que requiere y consume el país, y vivir de lo cosechado; lamentablemente no sucede así. Preguntamos: ¿Por qué ocurre esto? En el país no se da una alimentación balanceada, contando con suficiente proteína, verduras, granos y frutas; creándose un desproporcionado déficit y, en muchas regiones, desnutrición en sus habitantes, especialmente su niñez.

Se conceden excesivas garantías a productos alimenticios importados que aquí se cultivan de manera suficiente, quebrando a pequeños y medianos agricultores, a los cuales no se les concede alivios crediticios, ni subsidios; por el contrario, reciben como respuesta alzas en los insumos para los cultivos que en sus regiones plantan.

La decepción más grande que puede recibir un pequeño agricultor es que al recoger la cosecha le llegue la noticia que se han importado en grandes cantidades los alimentos que él cultivó, con precios más bajos en el mercado interior, dejando a muchos labriegos en la miseria y sin ganas de seguir cultivando.

Decía mi querido padre: “No puede ser que vivamos en un país que lo produce casi todo en alimentos, envidiado por muchos gobiernos del mundo, con dos mares y se importe hasta el pescado; vengan barcos de otros países, ingresen a nuestras aguas y se lleven el recurso”.

Ideal sería que, en cualquier época del año, nos desprendamos de algún recurso e invertirlo entregando alimentos a los que lo requieran y no seguir contemplando ese triste panorama de pobreza y hambre. Sabemos que muchos colombianos se acuestan con el estómago vacío.

Podríamos mantener esa costumbre de donar alimentos directamente al hambriento; esto con el fin de contrarrestar lo que hace el PAE, plan de alimentación escolar, con la comida que entrega a los niños, más escasa, solo se alimentan los contratistas, los únicos beneficiarios que desangran al erario; se saborean y frotan las manos con esos jugosos contratos, dejando a muchos con física hambre y los órganos de control del Estado, sordos, ciegos y mudos.

Claro está que muchos indeseables, precisamente en esta época, aparecen con regalos, acompañados de inclinaciones perversas, a eso le llamaremos caridad con uñas. Preguntamos: ¿Qué pedirán después?

La verdad es que en este país, donde los trabajadores reciben bajos ingresos, no han recibido el 10.7 % del aumento salarial ya concertado para el 2022 y la cascada de alzas lo ha absorbido. Con prontitud se debe atender esta delicada situación, pues con hambre se pierde la salud, pasando por la desnutrición y llegando a la muerte. Se requieren verdaderas y sanas políticas, así se mejorará el PAE y saldrá el país de esta crisis alimentaria. 

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