COLUMNISTA

Paja o viga en los ojos

Me cuentan que, los indios Dacotas americanos tenían un dicho: “Nunca hablaré nada en contra de mi hermano, hasta que no haya caminado dos leguas con sus mocasines”.

Valerio Mejia Columnista

Valerio Mejia Columnista

Por: Valerio

@el_pilon

canal de WhatsApp

“¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? (San Mateo 7,3)

Me cuentan que, los indios Dacotas americanos tenían un dicho: “Nunca hablaré nada en contra de mi hermano, hasta que no haya caminado dos leguas con sus mocasines”. Tomemos un momento para reflexionar sobre el hábito de criticar. ¿Qué cosas criticamos con mayor frecuencia? ¿Qué revela esto de nuestro propio corazón? ¿Cómo podemos manejar lo que vemos mal en la vida de otros?

Es precisamente este elemento lo que resalta el texto bíblico del epígrafe. La crítica procede de la persona que no ha tomado tiempo para examinar realmente su propia vida. La basurita en el ojo de su hermano, le resulta ofensiva y no ve que en su propio ojo hay una enorme viga. Por esta razón, podemos volvernos inefectivos en ayudar a otros y no obtener resultados positivos en las metas que nos hayamos propuestos. No tenemos la claridad de visión para poder realizar una manipulación tan delicada como es remover una pequeña paja del ojo ajeno.

Cristo además señala con esta enseñanza que, tenemos una tendencia de querer trabajar más en la vida de los demás que en la propia. Con el pasar de los años he entendido, cada vez con mayor claridad, que la crítica tiene que ver más con lo que hay en el corazón del que habla, que con la realidad del criticado. La persona más falta de misericordia, critica lo que ve como falta de misericordia en otros. El más legalista condena el legalismo que ve a su alrededor. El impuntual se irrita y se ofende cuando otros le hacen esperar.  

En el fondo, la crítica es contagiosa y de que se pega, se pega; nos volcamos a la condenación porque hemos crecido en un mundo egoísta y hostil cuyo idioma es el de la condenación. Se hace menester comprender que no produciremos cambios en la vida de otros con las críticas directas. Estas producen rebeldía y amargura en el corazón del criticado. Mientras que, si aplicamos la ley del cambio, fundamentada en cuatro principios: no puedo cambiar a otros, no puedo cambiarme a mí mismo, en la medida en que yo cambio, los demás tienden a cambiar y el agente del cambio se llama Jesucristo y debe ser incorporado a nuestras vidas. Así, lograremos producir cambios duraderos, toda corrección debe ser dada con firmeza, pero con un espíritu de mansedumbre, mirándonos a nosotros mismos, no sea que tambien caigamos. 

Siendo que hemos sido trasladados desde el reino de las tinieblas al reino de la luz, deberíamos hablar solamente lo que produce edificación, de manera que nuestras palabras traigan consuelo e impartan gracia a los oyentes. ¿Te animas a hacer este voto al Señor? Pidamos a Dios que, de nuestra boca solamente se escuchen palabras que edifiquen y si no tenemos nada bueno que reconocer en otros, entonces quedemos callados. 

Con reconocimiento y alta estima por la que eres y tienes, te saludo en el Nombre de Jesús. 

Por: Valerio Mejía.

TE PUEDE INTERESAR