No tomo partido al respecto. No soy un político, sino un incrédulo de esa semi-religión con intereses particulares, dividida en diversas sectas. Me mantengo en mi caverna privada, como seguramente muchas más personas en las suyas, aunque quizá esto sea un mal, pues hace parte del problema colombiano, porque generalmente en la política están los […]
No tomo partido al respecto. No soy un político, sino un incrédulo de esa semi-religión con intereses particulares, dividida en diversas sectas.
Me mantengo en mi caverna privada, como seguramente muchas más personas en las suyas, aunque quizá esto sea un mal, pues hace parte del problema colombiano, porque generalmente en la política están los que no deberían.
En los tres años de gobierno del presidente Duque se han sucedido manifestaciones populares de jóvenes que pregonan un cambio de régimen político, y al juzgar por los líderes que las apoyan, los de las izquierdas suelta o los de la izquierda unificada, como una medusa con sus górgonas, puede uno deducir que se trata del mismo movimiento político que alienta en algunos países de latinoamericana y el Caribe una subversión del orden político existente, corriéndose riesgos no despreciables en esa peripecia.
Podemos decir que en Colombia se iniciaron acompañando la posesión del presidente Duque, y se mantienen vivas con pocos lapsos de tranquilidad pública, no obstante sin sosiego privado; y al propio tiempo es notoria una actitud acompasada del presidente. ¿Qué ha hecho este para revertir esa situación? Mucho o poco, dependiendo del cristal a través del cual se mire.
Yo vengo observando unas similitudes mentales entre la personalidad del presidente y la de esos compañeros de generación, que por lo demás es natural que así sea. Quizá por esto al presidente no le disgusten del todo esos retozos democráticos. Desde los prolegómenos de su gobierno prodigó grandes sumas de dinero a las instituciones de educación. Bueno y santo. Y cuanto a los hechos de las manifestaciones, ¿no los ha tratado acaso con guantes blancos?
Por otra parte, ante los acuerdos de la Habana, el presidente no ha dejado de ser generoso, lo mismo que al respecto de la no fumigación con glifosato (glifosanto) sobre los inmensos cultivos de coca, contrariando todo cuanto prometió en su condición de precandidato y luego candidato a la Presidencia de la república, distanciándose así de su buró político y bancada de Congreso.
Es decir, el Señor presidente se ha mostrado, tanto en la línea de gobierno como de frente a los acontecimientos advertidos, como un director de una orquesta cuya partitura se ha venido ejecutando coordinadamente durante los tres años de su gobierno por una sinfónica de gente joven que desean un cambio de las costumbres políticas nacionales, cuyas consecuencias no dejan de tener uno o más interrogantes, y cuyos esfuerzos seguramente están dirigidos a la próxima campaña política presidencial, y aún más allá de ella. Vaya usted a saberlo.
El expresamente Uribe, seguramente con alguna ingenuidad, y desde luego contra su voluntad, pueda que esté metamorfoseándose a la manera kafkiana, por lo cual él mismo se haya puesto por dos veces seguidas su propio San Benito. Desde los montes de Pueblo Bello.
No tomo partido al respecto. No soy un político, sino un incrédulo de esa semi-religión con intereses particulares, dividida en diversas sectas. Me mantengo en mi caverna privada, como seguramente muchas más personas en las suyas, aunque quizá esto sea un mal, pues hace parte del problema colombiano, porque generalmente en la política están los […]
No tomo partido al respecto. No soy un político, sino un incrédulo de esa semi-religión con intereses particulares, dividida en diversas sectas.
Me mantengo en mi caverna privada, como seguramente muchas más personas en las suyas, aunque quizá esto sea un mal, pues hace parte del problema colombiano, porque generalmente en la política están los que no deberían.
En los tres años de gobierno del presidente Duque se han sucedido manifestaciones populares de jóvenes que pregonan un cambio de régimen político, y al juzgar por los líderes que las apoyan, los de las izquierdas suelta o los de la izquierda unificada, como una medusa con sus górgonas, puede uno deducir que se trata del mismo movimiento político que alienta en algunos países de latinoamericana y el Caribe una subversión del orden político existente, corriéndose riesgos no despreciables en esa peripecia.
Podemos decir que en Colombia se iniciaron acompañando la posesión del presidente Duque, y se mantienen vivas con pocos lapsos de tranquilidad pública, no obstante sin sosiego privado; y al propio tiempo es notoria una actitud acompasada del presidente. ¿Qué ha hecho este para revertir esa situación? Mucho o poco, dependiendo del cristal a través del cual se mire.
Yo vengo observando unas similitudes mentales entre la personalidad del presidente y la de esos compañeros de generación, que por lo demás es natural que así sea. Quizá por esto al presidente no le disgusten del todo esos retozos democráticos. Desde los prolegómenos de su gobierno prodigó grandes sumas de dinero a las instituciones de educación. Bueno y santo. Y cuanto a los hechos de las manifestaciones, ¿no los ha tratado acaso con guantes blancos?
Por otra parte, ante los acuerdos de la Habana, el presidente no ha dejado de ser generoso, lo mismo que al respecto de la no fumigación con glifosato (glifosanto) sobre los inmensos cultivos de coca, contrariando todo cuanto prometió en su condición de precandidato y luego candidato a la Presidencia de la república, distanciándose así de su buró político y bancada de Congreso.
Es decir, el Señor presidente se ha mostrado, tanto en la línea de gobierno como de frente a los acontecimientos advertidos, como un director de una orquesta cuya partitura se ha venido ejecutando coordinadamente durante los tres años de su gobierno por una sinfónica de gente joven que desean un cambio de las costumbres políticas nacionales, cuyas consecuencias no dejan de tener uno o más interrogantes, y cuyos esfuerzos seguramente están dirigidos a la próxima campaña política presidencial, y aún más allá de ella. Vaya usted a saberlo.
El expresamente Uribe, seguramente con alguna ingenuidad, y desde luego contra su voluntad, pueda que esté metamorfoseándose a la manera kafkiana, por lo cual él mismo se haya puesto por dos veces seguidas su propio San Benito. Desde los montes de Pueblo Bello.