En muchas ocasiones hemos aplaudido y reconocido las buenas acciones de la Policía Nacional, entidad a la que le valoramos todos los esfuerzos que hace para tratar de mantener el orden público y la tranquilidad ciudadana en Valledupar. No obstante, esta vez estamos obligados a hacerle algunas observaciones que hemos recepcionado de un gran sector de la comunidad vallenata. ¡Que no tapen las vías!
Recibimos quejas de personas que cuestionan el hecho de que la Policía Nacional haya convertido la zona que está al frente al CAI -o Estación Valledupar- ubicado sobre la carrera 9, llegando a la glorieta ‘El pedazo de acordeón’, en un parqueadero privado para sus vehículos particulares, bloqueando un carril completo en ambos sentidos. Aún los oficiales afectan el libre tránsito.
Dicen los quejosos que la situación se vuelve desesperante, en especial en las horas pico, debido a que los automóviles oficiales y particulares de uniformados ocupan el espacio destinado a la circulación, mientras los conductores deben maniobrar entre el embotellamiento y la impotencia para poder avanzar.
Ese tipo de escenas, muy repetitivas de manera diaria, generan pensamientos negativos hacia nuestra Policía Nacional, al punto que muchos se atreven afirmar que “en Valledupar, el respeto por las normas de tránsito parece ser una regla que se aplica solo a algunos. Son trancones innecesarios, estamos sometidos a un caos vehicular en sectores donde, paradójicamente, quienes deberían velar por el orden son los primeros en romperlo”.
Entendemos el malestar de la ciudadanía, y en ese sentido hemos de recordarle a los altos mandos de nuestra policía que el tema en comento ni siquiera se trata de un problema de movilidad, sino de un asunto de coherencia y ejemplo. ¿Cómo exigirle al ciudadano común que respete las normas cuando los mismos guardianes del orden las incumplen a plena luz del día? Estamos frente a un hecho lamentable que hace pensar a muchos que la autoridad puede violar las reglas sin consecuencias. Eso no genera confianza, además de que permite validar ese nocivo concepto del “todo vale” que tanto daño le hace a la convivencia ciudadana.
Además, los denunciantes aseguran que la situación no se limita solo a la carrera 9. También está el caso que se presenta frente a la sede de la Policía Departamental, en la Avenida Salguero, donde se repite una práctica igual de reprochable. Allí, a partir de las ocho de la noche, se bloquea de manera absoluta la vía principal con barandas que impiden el paso de vehículos, supuestamente por motivos de seguridad. Pero el efecto es el mismo debido a que se obstruye el tránsito, se incomoda a la comunidad y se transmite la idea de que la ley no es igual para todos. Y qué seguridad puede esperar el ciudadano cuando la policía llamada a proteger se protege y esconde.
Son dos casos ejemplarizantes para analizar y que obligan a la comandancia de la institución policial a revisar ese asunto y muchos otros más y, con base en ello, explorar estrategias que le permitan a la gente tener la sensación de contar con una Policía cercana, ejemplar y respetuosa del espacio público, no una institución que se parapete tras privilegios o costumbres mal justificadas. Los ciudadanos esperan de sus autoridades acciones concretas para corregir estas conductas, no silencios ni excusas poco convincentes.
Nuestro llamado a la Policía Nacional es a dar el buen ejemplo, eso no cuesta nada, pero vale mucho. La autoridad se ejerce con respeto y el respeto empieza cumpliendo las mismas normas que se le exigen a los demás, sabemos que en esa misión está empeñada esta valiosa institución, pero los dos casos puntuales aquí descrito riñen con ese concepto. Es hora de corregir. Y de mostrar que la policía no tiene que esconderse detrás de barricadas en regiones que por fortuna tienen para el uniformado un riesgo de menor exposición.





