Tanto en el sector público como en el privado, el tiempo y las oportunidades constituyen factores determinantes de la gestión diaria. Esta dinámica genera una presión constante sobre los directivos, quienes deben cumplir objetivos y alcanzar resultados. En consecuencia, la toma de decisiones se erige como un elemento decisivo que define el destino y el éxito de cualquier gestión.
En este contexto, tanto los empresarios como los dirigentes de entidades públicas, sometidos a la exigencia de resultados y a la inmediatez del entorno, han descubierto en sus equipos jurídicos una vocación antes subestimada: su rol estratégico, preventivo y participativo. Este nuevo enfoque ha permitido estrechar los lazos con la sociedad civil, generando mayores niveles de confianza y credibilidad.
Anteriormente, las áreas jurídicas eran consultadas únicamente cuando decisiones desfavorables afectaban las finanzas, la operación o la reputación de las empresas o entidades. Su función era eminentemente reactiva y se limitaba a mitigar los efectos negativos de dichas decisiones, con el propósito de evitar que estas se convirtieran en un obstáculo para el cumplimiento de los objetivos organizacionales.
Surge entonces un interrogante: ¿asumieron los gerentes jurídicos ese rol reactivo por haberse acomodado a él, o fueron los propios directivos quienes los encasillaron debido a su falta de comprensión de los negocios, de los retos de la gestión pública y empresarial, y de las prioridades de la sociedad civil? En mi criterio, la responsabilidad recae en ambas partes.
Afortunadamente, esta realidad ha evolucionado. En la actualidad, el gerente jurídico no solo debe poseer la capacidad de reaccionar y resolver ante las adversidades, sino también asumir un papel protagónico, preventivo y estratégico. Su labor implica comprender los objetivos de sus clientes internos, defender sus intereses y garantizar que las decisiones adoptadas sean producto del consenso, robustas y sostenibles, orientadas a generar resultados que se articulen con las necesidades de la sociedad civil.
De esta manera, los directivos han podido descargar parte de la presión inherente a la toma de decisiones, al apoyarse en sus equipos jurídicos. Esto les permite invertir más tiempo en la búsqueda de soluciones, en la innovación y en la materialización de proyectos que demuestren la posibilidad de alcanzar resultados sostenibles en los ámbitos económico, financiero, operativo y reputacional.
El gerente jurídico contemporáneo se ha convertido en el eslabón que articula al sector público, al sector empresarial y a la sociedad civil. Su rol preventivo y participativo transmite confianza y credibilidad, facilitando la sinergia necesaria para el crecimiento y la inversión.
Es innegable que los riesgos y temores son inevitables en ambos sectores, pues cada decisión adoptada genera impactos, positivos o negativos, en la sociedad civil. El desafío permanente consiste, por tanto, en mantener esa conexión y demostrar que la sinergia es posible. Los gremios han trabajado de manera constante en esta labor, y hoy, con el liderazgo de los gerentes jurídicos modernos, este propósito se ha visto fortalecido.
A través de ellos se ha consolidado un entorno de seguridad jurídica, sustentado en la implementación de modelos de gobernanza dinámicos, innovadores e incluyentes, con un profundo respeto por los recursos públicos, por lo social y por lo ambiental. Todo ello contribuye a fortalecer la confianza y a proyectar un mensaje de transparencia hacia la sociedad civil, donde las decisiones adoptadas no solo responden a requerimientos de corto plazo, sino que incorporan criterios de sostenibilidad, orientados al crecimiento, la inversión y el desarrollo.
En un entorno cada vez más dinámico, con mayores riesgos, pero también con nuevas oportunidades, se hace imprescindible continuar impulsando esta evolución de la gerencia jurídica. Una gerencia que asume un rol estratégico en la construcción de soluciones, el fortalecimiento institucional y la articulación entre el sector público, la empresa privada y la sociedad civil. Solo así podremos avanzar hacia un progreso conjunto y sostenible que responda a los desafíos del presente y las exigencias del futuro.
Por: José María Campo





