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Contradicciones de Trump en América Latina

Un enfoque que cobra mayor relevancia en la nueva era de anarquía estatal que se ha instaurado en todo el mundo marca una ruptura radical con décadas de búsqueda persistente de justicia.

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Un enfoque que cobra mayor relevancia en la nueva era de anarquía estatal que se ha instaurado en todo el mundo marca una ruptura radical con décadas de búsqueda persistente de justicia. Este proceso sistemático concibe el uso renovado y descarado de la fuerza en las relaciones internacionales y viene acompañado de exigencias de impunidad que antes eran características de regímenes autoritarios o fallidos. 

La proliferación de la impunidad ha acelerado la erosión del antiguo orden internacional basado en normas. Esta abundancia refleja un verdadero declive democrático alimentado por el desprecio por la ley. El presidente Donald Trump indultó a más de 1.600 procesados por el asalto al Capitolio y conmutó las penas más graves.

Las contradicciones del presidente Trump, el deterioro de su imagen y las urgencias que enfrenta para afrontar la tripolaridad del poder global hacen cada vez más difícil descifrar su rumbo político. 

Las elecciones generales de Honduras, celebradas el 30 de noviembre, sirvieron de telón de fondo para una nueva ronda de chantaje. Trump no solo instó a los hondureños a votar por el candidato de “derecha” en este pequeño país, uno de los más violentos de la región, azotado por el narcotráfico y el crimen organizado, sino que también insinuó que suspendería la ayuda estadounidense si el candidato perdía. Anteriormente, durante las elecciones argentinas de octubre, Trump anunció un enorme paquete de ayuda de 20.000 millones de dólares, condicionado a la victoria de los candidatos afines al presidente Javier Milei.

La interferencia y las contradicciones del presidente Trump están llena de contrastes en América Latina. En su país asume un rol benevolente otorgando indultos, erosionando las bases de la justicia, pero su parecer encrudece cuando mira hacia América Latina. El mayor despliegue de fuerzas navales estadounidenses en el mar Caribe desde la Crisis de los Misiles de Cuba en 1962, pone de presente una clara violación del derecho internacional, pero enmascara la lucha contra el narcotráfico. 

¿Cómo puede conciliarse la promesa de combatir el narcotráfico por todos los medios, ahora considerado la principal amenaza, con la decisión de conceder un indulto “pleno y absoluto” a Juan Orlando Hernández, expresidente “derechista” de Honduras, condenado en 2024 a 45 años de prisión en Estados Unidos por narcotráfico? Es la misma contradicción que convierte a Trump en un férreo defensor de las criptomonedas, en beneficio de su propia familia, a pesar de que estos activos constituyen un importante canal de financiación para el crimen organizado.

Aunque la ruta al infierno está llena de buenas intenciones y que el diablo está en los detalles, Trump no tiene ningún plan para Venezuela, ni piensa en el futuro. Al igual que George W. Bush en Irak en 2003, parece creer que una democracia funcional surgirá mágicamente en Caracas tras un ataque militar. En Colombia, la efervescencia electoral no dimensiona los daños colaterales de una invasión de Estados Unidos en Venezuela. Al solicitar que el gobierno estadounidense implemente estas políticas contra Venezuela, esto se enmarca claramente en la categoría legal de “traición”; ¡vaya ironía! El código penal de Estados Unidos lo condena con cárcel y pena de muerte. 

Por: Luis Díaz. 

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