COLUMNA

Brindemos  por la llegada del 2026

Brindemos por la música, que es catarsis del alma y asonancia rítmica del cuerpo. Por todos los grandes compositores e intérpretes que con sus canciones transmiten ensoñación y despiertan la belleza de los sentimientos.

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Brindemos con optimismo y la mente iluminada por la llegada del año 2026: que el respeto y la armonía sean racimos de epifanía dando luz a la conciencia, y se aleje la violencia de nuestra hermosa Colombia. Brindemos para que la honestidad, la eficiencia y el respeto a la democracia sean las estrellas que iluminen el pensamiento de los gobernantes, legisladores, administradores de justicia, empresarios, funcionarios y de todos los ciudadanos.

Brindemos por Dios nuestro Redentor; por la vida y sus infinitas bondades para fortalecer el arte de ser mejores seres humanos. Por las lúdicas manifestaciones de la infancia, por el preciado tesoro de la juventud, por el infinito amor que los padres ofrendan a sus hijos y en sus sueños se advierte la ecuación de la esperanza.

Brindemos por la música, que es catarsis del alma y asonancia rítmica del cuerpo. Por todos los grandes compositores e intérpretes que con sus canciones transmiten ensoñación y despiertan la belleza de los sentimientos. Por el canto de Rosendo Romero: “de robarle los minutos a las horas para no ver la prisa del tiempo en los rostros de sus padres”. Brindemos por el arte de disfrutar los caminos de los años sin el temor a la realidad de envejecer.

Brindemos por los pinceles del paisaje que alucinan a los caminantes en la policromía de los atardeceres y por la imperial Sierra Nevada: fuente maternal de los ríos que bendicen la presencia de la vida. Por los poetas que con su caligrafía boscosa de metáforas enlazan la sinfonía de sus versos. Por la sensatez poética de Leandro Díaz, juglar invidente, quien después de ver sonreír las sabanas y escuchar las melodías de tres guitarras, dijo: “Yo soy un compositor/ que solo canta después que logra pensar”.

Brindemos por la liturgia sonora de un viejo maestro: nada por conocer está vedado a los seres humanos. Cuando la salud es perfecta, el cuerpo y el espíritu están en armonía, las cosas fluyen por caminos luminosos y el tiempo solo existe para vivir, amar y cantar; no hay espacio para el desamor ni la sinrazón de la violencia. Nadie busca en sus pasos la sombra que oscurece los caminos. Si se ama a Dios, se cree en su poder y en la importancia de sus bendiciones, el corazón se llena de fortaleza para vencer las tribulaciones.

Brindemos por la prudencia que aniquila la soberbia y por la gratitud que engrandece los jardines del alma. A pesar de las dificultades y las limitaciones, la vida es bella y sagrada; hay que vivir agradecido de Dios. Desafortunadamente, la violencia continúa en la ruta de violaciones, secuestros, torturas y asesinatos. Sin embargo, frente a estas acciones violentas, cuya responsabilidad es de una minoría, la mayoría celebramos las actitudes que dignifican la condición humana y alimentan las bondades del espíritu. Brindemos con estas dos reflexiones del poeta José Martí: “Libertad es el derecho de todo hombre a ser honrado”. “El sol quema con la misma luz que alumbra. Los agradecidos hablan de la luz, y los desagradecidos hablan de las quemaduras”.

José Atuesta  Mindiola 

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