‘Strange Word’ o ‘Un mundo extraño’ casi deja en bancarrota a Disney con pérdidas que bordean los 200 millones de dólares, en vez de entretener cambiaron el foco con un protagonista que se llamaba 'Ian' de 16 años y que era abiertamente homosexual, se enamora de otro varón y su papá acepta la relación como si fuera algo normal. Este intento de ideologizar fue un desacierto total.
La Oligarquía internacional del dinero mueve todos los hilos políticos y económicos en el mundo, desde llegar a controlar el discurso público en los medios de comunicación y producciones cinematográficas, hasta imponer ciertos programas infantiles y juveniles, a sabiendas de que no son convenientes y algunos son perversos: La Sirenita, Bas Laer y empresas como Disney, Romeo y Julieta, Spider-Man, Pixar, Marvel, DC, Universal y Netflix han perdido cientos de millones de dólares en muchas series o películas cargadas de aberraciones sexuales.
¿Pero por qué nadie quiere ver esos filmes? Hace unos años eran empresas reconocidas por liderar el mercado cinematográfico y cada película que producían era un éxito rotundo. Pensemos en Endgame, Spiderman, Jurassi Word, El Rey León o Frozen que forman parte de las películas más taquilleras de la historia. Sin embargo, y ya a partir del año 2020 estas empresas comenzaron a incorporar de manera masiva escenas que incluían besos entre personas del mismo sexo, personajes trans, o simplemente volvían a grabar películas que habían sido históricamente muy famosas, lo que precipitó la debacle.
El afán de modificar la raza o el género o la orientación de algunos de sus personajes, cambios repentinos y aparentemente sin sentido, son descritos con un término inglés llamado ‘tokenismo’ que hace referencia a la práctica de efectuar pequeñas concesiones aparentemente superficiales hacia un colectivo supuestamente discriminado para aplacar las críticas de estar visibilizando tu condición, tu orientación sexual o tu género, un término inapropiado para callar al colectivo LGBT, más acertado ‘pandering’ que significa complacer a los activistas de estos grupos, pero se trata de una inclusión forzada en donde agregan escenas sin sentido que no aportan a la trama, función que cumplen los inversores de películas que exigen que haya ese tipo de contenido para adoctrinar ideológicamente al espectador, o en el caso de producciones infantiles adoctrinar política e ideológicamente a los niños.
En el año 2022 salió la película La Year que prometía un éxito para Disney y Pixar pero terminó siendo uno de sus mayores fracasos, la cual narra la historia del astronauta famosísimo en Toy Story que costó 200 millones de dólares y recaudó apenas 226 millones significando una ganancia de apenas 26 millones de dólares, lo que para una producción de ese nivel es un revés descomunal, toda vez que Toy Story 3 y Story 4 habían sido 2 de las 10 películas animadas más taquilleras de la historia, verbigracia del desplome financiero de Light Year, que se destacó por ser la primera película de Disney en mostrar un beso lésbico en una de sus escenas, algo que obviamente generó una reacción contraria y absoluta de parte de las familias de los espectadores, suceso que incidió en su descalabro económico.
‘Strange Word’ o ‘Un mundo extraño’ casi deja en bancarrota a Disney con pérdidas que bordean los 200 millones de dólares, en vez de entretener cambiaron el foco con un protagonista que se llamaba ‘Ian’ de 16 años y que era abiertamente homosexual, se enamora de otro varón y su papá acepta la relación como si fuera algo normal. Este intento de ideologizar fue un desacierto total.
Desde hace una década las películas de superhéroes significaban un triunfo seguro para los estudios como Marvel y DC, pensemos en Mos, Vengadores Spiderman, Ironman y Batman, filmes en las que supuestamente las ganancias estaban aseguradas. Sin embargo, The Marvels con tres protagonistas mujeres se convirtió en la película menos taquillera del universo cinematográfico, muy a pesar de un presupuesto que rondó los 270 millones de dólares y solo recaudó 205 millones, es decir, perdieron 65 millones de dólares en la producción.
Tal parece que por más que los padres y las madres de familia no quieren que adoctrinen a sus hijos, ellos siguen haciéndolo sin importar las pérdidas millonarias que esto genere, tema que se ilustra con decenas de ejemplos: Nimona una película de Netflix que posee un protagonista homosexual y aimona una niña que representa al colectivo LGBT y las transiciones de género, conforme Hora de Aventura, que en su capítulo final en el más esperado por los espectadores, dos de sus protagonistas resultan ser lesbianas; los Cazafantasmas del cual se hizo un remake en el año 2016 solo con personajes femeninos; Star versus las Fuerzas del Mal, un dibujo que es protagonizado por Star, una niña de 15 años que se dice bisexual, el remake de Peter Pan sustituido por Wendy y Tinkebell, que es de color, encarna una familia conformada por una pareja lesbiana y personajes no binarios, adoctrinamiento que es evidente en todas las series y películas, un plan orquestado por distintas empresas.
Karry Burk quien es la directora ejecutiva de Disney y madre de un transgénero y de otro niño que se dice pansexual quiere que la mitad de los personajes de Disney sean LGBT, promueve un nuevo paradigma moral, con el argumento de la opresión social y la reorganización, para castigar socialmente con penas de cárcel a quienes se opongan a estos nuevos enfoques.
Las exigencias de los inversores, dueños de las acciones mayoritarias de estas compañías, condicionan su inversión y exigen a estas productoras que cumplan un rol social para eliminar las supuestas estructuras de opresión y sentar criterios de equidad, diversidad e inclusión a favor de la comunidad LGBT, estereotipos que igual hacen eco en Hollywood, dentro del contexto social, donde es mayor el daño moral desencadenante al impacto material de una taquilla cinematográfica.
Por: Miguel Aroca Yepes.
‘Strange Word’ o ‘Un mundo extraño’ casi deja en bancarrota a Disney con pérdidas que bordean los 200 millones de dólares, en vez de entretener cambiaron el foco con un protagonista que se llamaba 'Ian' de 16 años y que era abiertamente homosexual, se enamora de otro varón y su papá acepta la relación como si fuera algo normal. Este intento de ideologizar fue un desacierto total.
La Oligarquía internacional del dinero mueve todos los hilos políticos y económicos en el mundo, desde llegar a controlar el discurso público en los medios de comunicación y producciones cinematográficas, hasta imponer ciertos programas infantiles y juveniles, a sabiendas de que no son convenientes y algunos son perversos: La Sirenita, Bas Laer y empresas como Disney, Romeo y Julieta, Spider-Man, Pixar, Marvel, DC, Universal y Netflix han perdido cientos de millones de dólares en muchas series o películas cargadas de aberraciones sexuales.
¿Pero por qué nadie quiere ver esos filmes? Hace unos años eran empresas reconocidas por liderar el mercado cinematográfico y cada película que producían era un éxito rotundo. Pensemos en Endgame, Spiderman, Jurassi Word, El Rey León o Frozen que forman parte de las películas más taquilleras de la historia. Sin embargo, y ya a partir del año 2020 estas empresas comenzaron a incorporar de manera masiva escenas que incluían besos entre personas del mismo sexo, personajes trans, o simplemente volvían a grabar películas que habían sido históricamente muy famosas, lo que precipitó la debacle.
El afán de modificar la raza o el género o la orientación de algunos de sus personajes, cambios repentinos y aparentemente sin sentido, son descritos con un término inglés llamado ‘tokenismo’ que hace referencia a la práctica de efectuar pequeñas concesiones aparentemente superficiales hacia un colectivo supuestamente discriminado para aplacar las críticas de estar visibilizando tu condición, tu orientación sexual o tu género, un término inapropiado para callar al colectivo LGBT, más acertado ‘pandering’ que significa complacer a los activistas de estos grupos, pero se trata de una inclusión forzada en donde agregan escenas sin sentido que no aportan a la trama, función que cumplen los inversores de películas que exigen que haya ese tipo de contenido para adoctrinar ideológicamente al espectador, o en el caso de producciones infantiles adoctrinar política e ideológicamente a los niños.
En el año 2022 salió la película La Year que prometía un éxito para Disney y Pixar pero terminó siendo uno de sus mayores fracasos, la cual narra la historia del astronauta famosísimo en Toy Story que costó 200 millones de dólares y recaudó apenas 226 millones significando una ganancia de apenas 26 millones de dólares, lo que para una producción de ese nivel es un revés descomunal, toda vez que Toy Story 3 y Story 4 habían sido 2 de las 10 películas animadas más taquilleras de la historia, verbigracia del desplome financiero de Light Year, que se destacó por ser la primera película de Disney en mostrar un beso lésbico en una de sus escenas, algo que obviamente generó una reacción contraria y absoluta de parte de las familias de los espectadores, suceso que incidió en su descalabro económico.
‘Strange Word’ o ‘Un mundo extraño’ casi deja en bancarrota a Disney con pérdidas que bordean los 200 millones de dólares, en vez de entretener cambiaron el foco con un protagonista que se llamaba ‘Ian’ de 16 años y que era abiertamente homosexual, se enamora de otro varón y su papá acepta la relación como si fuera algo normal. Este intento de ideologizar fue un desacierto total.
Desde hace una década las películas de superhéroes significaban un triunfo seguro para los estudios como Marvel y DC, pensemos en Mos, Vengadores Spiderman, Ironman y Batman, filmes en las que supuestamente las ganancias estaban aseguradas. Sin embargo, The Marvels con tres protagonistas mujeres se convirtió en la película menos taquillera del universo cinematográfico, muy a pesar de un presupuesto que rondó los 270 millones de dólares y solo recaudó 205 millones, es decir, perdieron 65 millones de dólares en la producción.
Tal parece que por más que los padres y las madres de familia no quieren que adoctrinen a sus hijos, ellos siguen haciéndolo sin importar las pérdidas millonarias que esto genere, tema que se ilustra con decenas de ejemplos: Nimona una película de Netflix que posee un protagonista homosexual y aimona una niña que representa al colectivo LGBT y las transiciones de género, conforme Hora de Aventura, que en su capítulo final en el más esperado por los espectadores, dos de sus protagonistas resultan ser lesbianas; los Cazafantasmas del cual se hizo un remake en el año 2016 solo con personajes femeninos; Star versus las Fuerzas del Mal, un dibujo que es protagonizado por Star, una niña de 15 años que se dice bisexual, el remake de Peter Pan sustituido por Wendy y Tinkebell, que es de color, encarna una familia conformada por una pareja lesbiana y personajes no binarios, adoctrinamiento que es evidente en todas las series y películas, un plan orquestado por distintas empresas.
Karry Burk quien es la directora ejecutiva de Disney y madre de un transgénero y de otro niño que se dice pansexual quiere que la mitad de los personajes de Disney sean LGBT, promueve un nuevo paradigma moral, con el argumento de la opresión social y la reorganización, para castigar socialmente con penas de cárcel a quienes se opongan a estos nuevos enfoques.
Las exigencias de los inversores, dueños de las acciones mayoritarias de estas compañías, condicionan su inversión y exigen a estas productoras que cumplan un rol social para eliminar las supuestas estructuras de opresión y sentar criterios de equidad, diversidad e inclusión a favor de la comunidad LGBT, estereotipos que igual hacen eco en Hollywood, dentro del contexto social, donde es mayor el daño moral desencadenante al impacto material de una taquilla cinematográfica.
Por: Miguel Aroca Yepes.