En la historia de Colombia nunca había ocurrido, como lo será el día de hoy, la instalación de un nuevo período legislativo sin presencialidad total de los congresistas. No hay registro alguno en los anales de la historia política de Colombia que destaque un hecho similar, en el que se escogerán las presidencias de Senado y Cámara y las diferentes comisiones, pero de manera virtual.
En la historia de Colombia nunca había ocurrido, como lo será el día de hoy, la instalación de un nuevo período legislativo sin presencialidad total de los congresistas.
No hay registro alguno en los anales de la historia política de Colombia que destaque un hecho similar, en el que se escogerán las presidencias de Senado y Cámara y las diferentes comisiones, pero de manera virtual.
Todo indica que la Costa Atlántica repetiría presidencia en el Senado, a pesar de las críticas sobre Arturo Char, hermano de Alex, y el asomo en entrevistas en los medios de comunicación de un contrincante de altos quilates intelectuales y de trayectoria, como Iván Marulanda, que puede quedarse con las ideas mientras aquel tiene los votos. En esta atípica instalación de las sesiones ordinarias del Congreso de la República, tampoco se escuchará, como es tradicional en estas ceremonias, el discurso presencial del presidente Iván Duque Márquez, tampoco estarán con él los pomposos ministros ni la cúpula militar.
Sin duda otro efecto más de la llegada a nuestro país del nuevo coronavirus, que obliga a que una tradicional ceremonia donde el poder legislativo oficializa su nuevo rumbo, se desarrolle de manera virtual, lo que pone aún más en duda, y deja visos enrarecidos al ya descreditado papel de nuestros congresistas.
No se conoce nada aún, acerca del método de elección que debe ser secreto, e insistimos: raro muy raro en medio de la virtualidad. “La otra gran incógnita es cómo se van a manejar las sesiones en las comisiones, plenarias y el control político al gobierno”, dice el columnista Indalecio Dangond.
Con todo y lo que pueda suceder, serán estos 108 senadores y 172 representantes a la Cámara, quienes, ojalá sin las subidas de tono de los debates, le den cuerpo a trascendentales reformas como: justicia, política, régimen laboral derivado de la pandemia resolviendo asuntos como el del teletrabajo, y, quizás quizás, a última hora al Gobierno -que ha dicho que no irá en este año- se le dé en pasar una siempre impopular, pero necesaria reforma tributaria, para darle la mano a un endeudado Estado, que cayó en manos de una invisible hidra de mil cabezas llamada covid-19. El gobierno en cabeza del viceministro de Hacienda Juan Felipe Londoño, dijo ayer que se pensaría mejor, más adelante y evaluados los efectos de, al concluir la pandemia, en una ‘reforma fiscal’, que tendría que ver con tributación, mejor destinación del gasto público y reducción del tamaño del Estado.
No podemos pasar por alto que vayamos a completar dos legislaturas con presidente costeño para subrayar que esta pandemia ha exhibido la frágil condición de salud y hábitos de higiene, informalidad y pobreza, poca conectividad para la educación, de nuestra población, en contraste con regiones como la zona cafetera o la del oriente boyacense y santandereana.
Y que a pesar de tener la Costa en este cuatrienio una representación de curules, en proporción a la población, más significativa, no se muestre con liderazgo intelectual y político en el Congreso Nacional.
En la historia de Colombia nunca había ocurrido, como lo será el día de hoy, la instalación de un nuevo período legislativo sin presencialidad total de los congresistas. No hay registro alguno en los anales de la historia política de Colombia que destaque un hecho similar, en el que se escogerán las presidencias de Senado y Cámara y las diferentes comisiones, pero de manera virtual.
En la historia de Colombia nunca había ocurrido, como lo será el día de hoy, la instalación de un nuevo período legislativo sin presencialidad total de los congresistas.
No hay registro alguno en los anales de la historia política de Colombia que destaque un hecho similar, en el que se escogerán las presidencias de Senado y Cámara y las diferentes comisiones, pero de manera virtual.
Todo indica que la Costa Atlántica repetiría presidencia en el Senado, a pesar de las críticas sobre Arturo Char, hermano de Alex, y el asomo en entrevistas en los medios de comunicación de un contrincante de altos quilates intelectuales y de trayectoria, como Iván Marulanda, que puede quedarse con las ideas mientras aquel tiene los votos. En esta atípica instalación de las sesiones ordinarias del Congreso de la República, tampoco se escuchará, como es tradicional en estas ceremonias, el discurso presencial del presidente Iván Duque Márquez, tampoco estarán con él los pomposos ministros ni la cúpula militar.
Sin duda otro efecto más de la llegada a nuestro país del nuevo coronavirus, que obliga a que una tradicional ceremonia donde el poder legislativo oficializa su nuevo rumbo, se desarrolle de manera virtual, lo que pone aún más en duda, y deja visos enrarecidos al ya descreditado papel de nuestros congresistas.
No se conoce nada aún, acerca del método de elección que debe ser secreto, e insistimos: raro muy raro en medio de la virtualidad. “La otra gran incógnita es cómo se van a manejar las sesiones en las comisiones, plenarias y el control político al gobierno”, dice el columnista Indalecio Dangond.
Con todo y lo que pueda suceder, serán estos 108 senadores y 172 representantes a la Cámara, quienes, ojalá sin las subidas de tono de los debates, le den cuerpo a trascendentales reformas como: justicia, política, régimen laboral derivado de la pandemia resolviendo asuntos como el del teletrabajo, y, quizás quizás, a última hora al Gobierno -que ha dicho que no irá en este año- se le dé en pasar una siempre impopular, pero necesaria reforma tributaria, para darle la mano a un endeudado Estado, que cayó en manos de una invisible hidra de mil cabezas llamada covid-19. El gobierno en cabeza del viceministro de Hacienda Juan Felipe Londoño, dijo ayer que se pensaría mejor, más adelante y evaluados los efectos de, al concluir la pandemia, en una ‘reforma fiscal’, que tendría que ver con tributación, mejor destinación del gasto público y reducción del tamaño del Estado.
No podemos pasar por alto que vayamos a completar dos legislaturas con presidente costeño para subrayar que esta pandemia ha exhibido la frágil condición de salud y hábitos de higiene, informalidad y pobreza, poca conectividad para la educación, de nuestra población, en contraste con regiones como la zona cafetera o la del oriente boyacense y santandereana.
Y que a pesar de tener la Costa en este cuatrienio una representación de curules, en proporción a la población, más significativa, no se muestre con liderazgo intelectual y político en el Congreso Nacional.