La familia Vives siempre ha estado ligada a El Paso, Cesar. Es evidente la profunda admiración que Carlos le profesa al folclor de este pedazo del universo, cuyo gesto nos enorgullece de una forma descomunal; el cantante y actor costeño se siente atraído por nuestra tambora negra ancestral, por la nota y el carisma de Alejo.
Como impulsada por la brisa que viene cortante del mar Caribe se regó por el mundo la noticia de la muerte de Luis Aurelio Vives Echeverría, ratificada por las redes sociales que hacen del mundo una aldea; la noticia se esparció por todos los pueblos de la región y se comentaba en las esquinas: murió el papá de Carlos Vives.
La familia Vives siempre ha estado ligada a El Paso, Cesar. Es evidente la profunda admiración que Carlos le profesa al folclor de este pedazo del universo, cuyo gesto nos enorgullece de una forma descomunal; el cantante y actor costeño se siente atraído por nuestra tambora negra ancestral, por la nota y el carisma de Alejo, pero el lazo más fuerte es su profunda admiración congénita por la canción ‘Sin Ti’ de Nafer Duran Díaz y el vínculo nacido de las canciones es superior a la muerte.
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La inexorable muerte que siempre nos arrastra a indagar los gustos de la vida, nos empujó al deseo de investigar por qué esta canción le movía las fibras del alma al reconocido galeno y quien mejor que el maestro Nafer para ayudarnos a descifrar los actos de la nostalgia.
Encontramos a Nafer en la esquina de la plaza del pueblo, digiriendo la noticia y desempolvando con la precisión de un relojero los versos de esa vieja canción incrustados en los laberintos de la memoria; solitario y con la vista profanada por la noticia se posaba en una vieja mecedora justo frente a la notaría del pueblo, como una premonición del destino, ya que llegamos con la pretensión que el mismo nos diera fe del desarrollo de esta amistad.
Luego de un suspiro donde exhaló los nudos de aire de la nostalgia y que le dolían en el pecho, nos contó que siempre ha vivido honrado que el reconocido galeno adoptara esa canción como suya. “Las canciones no son de quien las compone, son de quien las necesita”, exclamó con una autoridad legítima.
Con la humidad de siempre resalta que toda su vida ha estado orgulloso que el dardo del gusto del galeno haya impactado con precisión en una de sus obras musicales.
“Él necesitaba esa canción para arrullar a Carlos y que orgullo que un hombre de talla internacional haya inaugurado sus gustos por la música con mi canción”, recalcó el maestro, con un soplo de reminiscencia.
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En efecto, aun sin ser músico, el médico fue el faro musical para la vida de Carlos Alberto. De alguna manera solo quería que su hijo que se mostraba inquieto siempre que sonaba alguna melodía en su casa, curara con música las heridas del alma, por esta razón lo enseñó a amar el género musical de raigambre campesino, hijo de cantos de vaquería denominado vallenato, con el que años después se tomaría los escenarios del mundo entero. Estaba escrito que las interminables parrandas en su casa lo alimentaron e hicieron hervir su sangre indígena de esa Sierra Nevada, que luego pulió con la tambora negra ancestral, hasta llegar a ese fuelle nostálgico que se tomó al mundo.
“Esa melodía era un bálsamo para el espíritu”, relataba el médico que siempre aclaró que esa canción no era la banda sonora de la historia de un frustrado amor, simplemente se embelesaba ante el lamento de alguien que expresaba lo que estaba sintiendo su sincero corazón, que no tenía paciencia y que no tenía calma, que vivía triste y loco por su amor.
“Un hombre bien plantado, simpático y médico nunca tendría problemas de amor”, sentenció Nafer, al desnudar las virtudes del galeno.
Siempre se ha dicho que los hombres tenemos el privilegio de escoger las canciones que traen el viento con que se abren sin presión las ventanas del corazón, pero hay casos particulares donde es la canción que olfatea a sus elegidos y le encomienda la misión de que su letra y música no se pierdan en los anaqueles del tiempo, ni desaparezca de la memoria colectiva.
‘Sin ti’ escogió a tres grandes soldados con uniformes de gala e insignias para que su piel no la lastimara el inexorable paso del tiempo: a Nafer que la compuso para exaltar a su amada; al doctor Luis Aurelio para arrullar a su hijo, y a Carlos para cantársela al mundo, verdaderos generales de tres soles cuya misión bohemia era cuidarla de las garras del tiempo.
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Fue compuesta una tarde de 1958 pero se mantiene vigente 63 años después, porque fue hecha con buena piel, sin duda alguna fue la piel de la canción ‘Sin ti’ el manto con el que Nafer, Luis Aurelio y Carlos envolvieron los pedazos de la melancolía, los quebrantos del corazón y el fulgor de la esperanza; se fue un soldado, el encargado de la salud de la canción, el que le cuidaba la piel, la nitidez de la voz y el olfato con el que identificaba amores nacientes.
Desde estas líneas escritas a cuatro manos un sentido pésame a ‘Sin ti’ por perder a uno de sus defensores ilustres, pero deja una canción que goza de buena salud, inmunizada por él, que se pasea por los rincones del alma de aquellos hombre bohemios y soñadores que hay por esta parte del mundo; se mantienen erguidos los dos soldados sobrevivientes dispuestos a evitar que este viejo vallenato muera, firme ante esta lucha contra el tiempo, dispuestos a triturar el olvido cantando a grito herido sus hermosos versos.
Sin ti no puedo estar
Mi corazón se desespera
No lo dejes sufrir más
Porqué le duele y se queja
Ay toda la culpa la tienes tú
Si lo dejas que se muera…
Por: Los Hermanos Bordéth
La familia Vives siempre ha estado ligada a El Paso, Cesar. Es evidente la profunda admiración que Carlos le profesa al folclor de este pedazo del universo, cuyo gesto nos enorgullece de una forma descomunal; el cantante y actor costeño se siente atraído por nuestra tambora negra ancestral, por la nota y el carisma de Alejo.
Como impulsada por la brisa que viene cortante del mar Caribe se regó por el mundo la noticia de la muerte de Luis Aurelio Vives Echeverría, ratificada por las redes sociales que hacen del mundo una aldea; la noticia se esparció por todos los pueblos de la región y se comentaba en las esquinas: murió el papá de Carlos Vives.
La familia Vives siempre ha estado ligada a El Paso, Cesar. Es evidente la profunda admiración que Carlos le profesa al folclor de este pedazo del universo, cuyo gesto nos enorgullece de una forma descomunal; el cantante y actor costeño se siente atraído por nuestra tambora negra ancestral, por la nota y el carisma de Alejo, pero el lazo más fuerte es su profunda admiración congénita por la canción ‘Sin Ti’ de Nafer Duran Díaz y el vínculo nacido de las canciones es superior a la muerte.
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La inexorable muerte que siempre nos arrastra a indagar los gustos de la vida, nos empujó al deseo de investigar por qué esta canción le movía las fibras del alma al reconocido galeno y quien mejor que el maestro Nafer para ayudarnos a descifrar los actos de la nostalgia.
Encontramos a Nafer en la esquina de la plaza del pueblo, digiriendo la noticia y desempolvando con la precisión de un relojero los versos de esa vieja canción incrustados en los laberintos de la memoria; solitario y con la vista profanada por la noticia se posaba en una vieja mecedora justo frente a la notaría del pueblo, como una premonición del destino, ya que llegamos con la pretensión que el mismo nos diera fe del desarrollo de esta amistad.
Luego de un suspiro donde exhaló los nudos de aire de la nostalgia y que le dolían en el pecho, nos contó que siempre ha vivido honrado que el reconocido galeno adoptara esa canción como suya. “Las canciones no son de quien las compone, son de quien las necesita”, exclamó con una autoridad legítima.
Con la humidad de siempre resalta que toda su vida ha estado orgulloso que el dardo del gusto del galeno haya impactado con precisión en una de sus obras musicales.
“Él necesitaba esa canción para arrullar a Carlos y que orgullo que un hombre de talla internacional haya inaugurado sus gustos por la música con mi canción”, recalcó el maestro, con un soplo de reminiscencia.
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En efecto, aun sin ser músico, el médico fue el faro musical para la vida de Carlos Alberto. De alguna manera solo quería que su hijo que se mostraba inquieto siempre que sonaba alguna melodía en su casa, curara con música las heridas del alma, por esta razón lo enseñó a amar el género musical de raigambre campesino, hijo de cantos de vaquería denominado vallenato, con el que años después se tomaría los escenarios del mundo entero. Estaba escrito que las interminables parrandas en su casa lo alimentaron e hicieron hervir su sangre indígena de esa Sierra Nevada, que luego pulió con la tambora negra ancestral, hasta llegar a ese fuelle nostálgico que se tomó al mundo.
“Esa melodía era un bálsamo para el espíritu”, relataba el médico que siempre aclaró que esa canción no era la banda sonora de la historia de un frustrado amor, simplemente se embelesaba ante el lamento de alguien que expresaba lo que estaba sintiendo su sincero corazón, que no tenía paciencia y que no tenía calma, que vivía triste y loco por su amor.
“Un hombre bien plantado, simpático y médico nunca tendría problemas de amor”, sentenció Nafer, al desnudar las virtudes del galeno.
Siempre se ha dicho que los hombres tenemos el privilegio de escoger las canciones que traen el viento con que se abren sin presión las ventanas del corazón, pero hay casos particulares donde es la canción que olfatea a sus elegidos y le encomienda la misión de que su letra y música no se pierdan en los anaqueles del tiempo, ni desaparezca de la memoria colectiva.
‘Sin ti’ escogió a tres grandes soldados con uniformes de gala e insignias para que su piel no la lastimara el inexorable paso del tiempo: a Nafer que la compuso para exaltar a su amada; al doctor Luis Aurelio para arrullar a su hijo, y a Carlos para cantársela al mundo, verdaderos generales de tres soles cuya misión bohemia era cuidarla de las garras del tiempo.
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Fue compuesta una tarde de 1958 pero se mantiene vigente 63 años después, porque fue hecha con buena piel, sin duda alguna fue la piel de la canción ‘Sin ti’ el manto con el que Nafer, Luis Aurelio y Carlos envolvieron los pedazos de la melancolía, los quebrantos del corazón y el fulgor de la esperanza; se fue un soldado, el encargado de la salud de la canción, el que le cuidaba la piel, la nitidez de la voz y el olfato con el que identificaba amores nacientes.
Desde estas líneas escritas a cuatro manos un sentido pésame a ‘Sin ti’ por perder a uno de sus defensores ilustres, pero deja una canción que goza de buena salud, inmunizada por él, que se pasea por los rincones del alma de aquellos hombre bohemios y soñadores que hay por esta parte del mundo; se mantienen erguidos los dos soldados sobrevivientes dispuestos a evitar que este viejo vallenato muera, firme ante esta lucha contra el tiempo, dispuestos a triturar el olvido cantando a grito herido sus hermosos versos.
Sin ti no puedo estar
Mi corazón se desespera
No lo dejes sufrir más
Porqué le duele y se queja
Ay toda la culpa la tienes tú
Si lo dejas que se muera…
Por: Los Hermanos Bordéth