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Editorial - 25 marzo, 2013

No debemos temer al mal

Así como Jesús cumplió un periplo de sufrimiento a cambio de los pecados de los hombres y las mujeres, hoy debemos hacer un alto en la ruta de nuestras conciencias para reflexionar con fe, ética y valores

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Así como Jesús cumplió un periplo de sufrimiento a cambio de los pecados de los hombres y las mujeres, hoy debemos hacer un alto en la ruta de nuestras conciencias para reflexionar con fe, ética y valores, frente al propósito de cumplir el compromiso de hacer las cosas correctamente, de manera transparente y ajustadas a la verdad real.

Esta Semana Santa que comenzó ayer con el Domingo de Ramos muestra a un Jesús seguro de cumplir el mandato de Dios, para crear un nuevo estatus religioso en el mundo, basado en el amor y la verdad, con el aval del respeto y la igualdad para todas las personas. Ese hijo del hombre conoció la verdad de que iba a morir por el perdón de nuestros pecados, marcó un hito histórico en la humanidad para que el mundo religioso lo tome como un ejemplo de sus conductas individuales y colectivas.

Ese hombre lleno de valor enfrentó al imperio de todo lo bueno y lo malo y como tal tuvo sus flaquezas, y en esos momentos difíciles se doblegó ante el Padre para pedir su orientación y compañía. El Padre le respondió a Ecce Homo con la templanza de mantenerse incólume frente a la verdad para resolver las distintas vicisitudes del vía crucis que tuvo que enfrentar.

El ejemplo de Jesús Redentor y su humildad son emulados en la historia por San Anselmo, San Esteban, San Agustín y San Francisco de Asís, quienes impulsaron la fe con la razón frente a la paz que siempre ha esperado el mundo. La cronología nos lleva a Juan 23 y Juan Pablo Segundo, los papas buenos y renovadores del amor y la verdad para defender la dignidad de toda la especie humana. En la contemporaneidad en medio de una crisis de valores, surge el Papa Francisco, con sencillez y humildad profunda, quien irrumpió sin favoritismo para convertirse en el nuevo líder del catolicismo. Su reflexión recoge el discurso de Jesús Redentor y sus predecesores para “…no temer al maligno cuando nos dice que nada podemos hacer contra la violencia, la injusticia y el pecado”.

En Colombia, la región Caribe y el Cesar todas las personas con capacidad de reflexión y sindéresis deben acoger esa clamorosa reflexión y por consiguiente los dirigentes políticos, los gobernantes, los directivos de los diferentes gremios de la producción, la academia, el periodismo, los padres de familia, los jóvenes, los niños y niñas, no deben temer al mal si ante él se antepone la verdad, el amor y la transparencia, no deben temer a responder los interrogantes y cuestionamientos que la sociedad les hace, porque de cumplirse los postulados del Ecce Homo, santo patrono de Valledupar, en cada uno de sus actos morales y religiosos, se reconstruirán sinceramente las políticas y los modelos de desarrollo que reclama la sociedad para un mejor bienestar en el nuevo milenio, premisas que han sido reiteradas en los últimos años por nuestro Obispo Oscar José Vélez Isaza.

La Semana Santa es un espacio de reflexión incluyente, para todas las religiones y creencias porque su esencia es el fortalecimiento de los valores y la recuperación de los mismos y así retomar la concordia tan cara a nuestros afectos.

 

Editorial
25 marzo, 2013

No debemos temer al mal

Así como Jesús cumplió un periplo de sufrimiento a cambio de los pecados de los hombres y las mujeres, hoy debemos hacer un alto en la ruta de nuestras conciencias para reflexionar con fe, ética y valores


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Así como Jesús cumplió un periplo de sufrimiento a cambio de los pecados de los hombres y las mujeres, hoy debemos hacer un alto en la ruta de nuestras conciencias para reflexionar con fe, ética y valores, frente al propósito de cumplir el compromiso de hacer las cosas correctamente, de manera transparente y ajustadas a la verdad real.

Esta Semana Santa que comenzó ayer con el Domingo de Ramos muestra a un Jesús seguro de cumplir el mandato de Dios, para crear un nuevo estatus religioso en el mundo, basado en el amor y la verdad, con el aval del respeto y la igualdad para todas las personas. Ese hijo del hombre conoció la verdad de que iba a morir por el perdón de nuestros pecados, marcó un hito histórico en la humanidad para que el mundo religioso lo tome como un ejemplo de sus conductas individuales y colectivas.

Ese hombre lleno de valor enfrentó al imperio de todo lo bueno y lo malo y como tal tuvo sus flaquezas, y en esos momentos difíciles se doblegó ante el Padre para pedir su orientación y compañía. El Padre le respondió a Ecce Homo con la templanza de mantenerse incólume frente a la verdad para resolver las distintas vicisitudes del vía crucis que tuvo que enfrentar.

El ejemplo de Jesús Redentor y su humildad son emulados en la historia por San Anselmo, San Esteban, San Agustín y San Francisco de Asís, quienes impulsaron la fe con la razón frente a la paz que siempre ha esperado el mundo. La cronología nos lleva a Juan 23 y Juan Pablo Segundo, los papas buenos y renovadores del amor y la verdad para defender la dignidad de toda la especie humana. En la contemporaneidad en medio de una crisis de valores, surge el Papa Francisco, con sencillez y humildad profunda, quien irrumpió sin favoritismo para convertirse en el nuevo líder del catolicismo. Su reflexión recoge el discurso de Jesús Redentor y sus predecesores para “…no temer al maligno cuando nos dice que nada podemos hacer contra la violencia, la injusticia y el pecado”.

En Colombia, la región Caribe y el Cesar todas las personas con capacidad de reflexión y sindéresis deben acoger esa clamorosa reflexión y por consiguiente los dirigentes políticos, los gobernantes, los directivos de los diferentes gremios de la producción, la academia, el periodismo, los padres de familia, los jóvenes, los niños y niñas, no deben temer al mal si ante él se antepone la verdad, el amor y la transparencia, no deben temer a responder los interrogantes y cuestionamientos que la sociedad les hace, porque de cumplirse los postulados del Ecce Homo, santo patrono de Valledupar, en cada uno de sus actos morales y religiosos, se reconstruirán sinceramente las políticas y los modelos de desarrollo que reclama la sociedad para un mejor bienestar en el nuevo milenio, premisas que han sido reiteradas en los últimos años por nuestro Obispo Oscar José Vélez Isaza.

La Semana Santa es un espacio de reflexión incluyente, para todas las religiones y creencias porque su esencia es el fortalecimiento de los valores y la recuperación de los mismos y así retomar la concordia tan cara a nuestros afectos.