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Columnista - 25 diciembre, 2023

No contraten a José 

José es un campesino que además de cultivar productos de pancoger y criar especies menores se gana la vida con una motosierra sacando madera a quien lo contrate, lo conocí hace alrededor de dos meses y las circunstancias se dieron porque a quien me habían recomendado me dijo que no se sentía capaz de sacar la madera que le estaba pidiendo pero que tenía un amigo que era experto.

Boton Wpp

Por: Eloy Gutiérrez Anaya.

José es un campesino que además de cultivar productos de pancoger y criar especies menores se gana la vida con una motosierra sacando madera a quien lo contrate, lo conocí hace alrededor de dos meses y las circunstancias se dieron porque a quien me habían recomendado me dijo que no se sentía capaz de sacar la madera que le estaba pidiendo pero que tenía un amigo que era experto.

Conversamos por teléfono y coordinamos los detalles, no sin antes pedirme un anticipo para comprar gasolina, aceite, hacerle mantenimiento a la máquina y por supuesto para la comida, antes de colgar me recitó versículos de la biblia y me hizo saber que era un hombre temeroso de Dios y por ende responsable y cumplidor de sus compromisos; fue así como llegó el día del trabajo, fue un rato y se marchó, al dia siguiente no regresó, lo llamé hasta el cansancio, le dejé mensajes y a los tres días me contó una triste historia familiar y que si le podía adelantar algo de dinero, por supuesto y como estaba urgido de sacar la madera accedí y le di más dinero con la esperanza que continuara con el trabajo; la realidad es que volvió a desaparecer y apareció a los ocho días, y así se la ha pasado itinerante y con una historia, una calamidad, una excusa y así sucesivamente, pero es tal su convicción que no está actuando mal que se le ve tranquilo y confiado mientras yo respiro profundo y hago un esfuerzo para no decirle cuantos pares son tres moscas porque necesito la madera.

José Luis fue el otro maestro que contraté para que hiciera unas construcciones, no quise contratar uno local porque la experiencia con su tocayo Luis había sido caótica así que pensé que si conseguía uno recomendado sería mucho mejor pues ya conozco las mañas de los trabajadores de la zona; así que importé al maestro, arreglamos el contrato y pactamos inicio de obra, por supuesto de inmediato pidió el anticipo para comida y los viáticos, por el nivel de recomendación accedí y desembolsé el anticipo, José Luis es un hombre diminuto, confianzudo y charlatán, de inmediato me dio un rosario de su seriedad y su profesionalismo en todos sus trabajos, se ufanaba de trabajar para todos los ricos de la región y nunca ha quedado mal, con esa hoja de vida ¿Qué podía salir mal?

Arrancó la obra con una velocidad asombrosa, a los tres días ya tenía las zanjas para las bases y el trazado completo, me estaba presionando para que el material llegara urgente porque él era un hombre que le gustaba trabajar rápido y cumplir porque era responsable, insistía, sin embargo algo me decía que algo no estaba bien; a la semana de estar trabajando me dijo que se había equivocado en los cálculos y que necesitaba más material, por supuesto casi infarto porque el pequeño desliz era casi el 40% del material inicial, sin embargo ya entrado en gastos accedí a regañadientes, siguió trabajando  y en mi siguiente viaje me llamó aparte y me dijo que se había equivocado en el precio de la obra y que debía ajustar al menos un millón de pesos, con el antecedente del material y su error de cálculo me pusieron en alerta, sin embargo caí de nuevo, pero como la ley de Murphy es infalible, a la semana siguiente cuando fuimos a liquidar me dio un valor que superaba el doble de lo acordado y su argumento es que “yo había escuchado mal” entré ahí si en cólera y le dije que dejara esa obra así, gracias a un componedor logramos conciliar y entregó la obra, pero dos semanas después debo hacerle reparaciones, mas inversiones y errores que no comete ni un principiante que me costarán mucho dinero.

Pero el caso de los dos Josés podría tener una justificación por su nivel, no sienten que deban cumplir alguna escala de valores y de criterios y solo obedecen a una ley natural de supervivencia; pero como ellos me encuentro con personas que tienen títulos universitarios, especializaciones, maestrías y un estilo de vida superior a los dos con comportamientos similares o peores cuando de cumplir se trata, pareciese que quedar mal y ser mediocre está de moda y lo peor pasa cuando de tanto aguantar lo convertimos en cultura.

¡Ni se les ocurra contratar a José! (Nombres ficticios)

Columnista
25 diciembre, 2023

No contraten a José 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

José es un campesino que además de cultivar productos de pancoger y criar especies menores se gana la vida con una motosierra sacando madera a quien lo contrate, lo conocí hace alrededor de dos meses y las circunstancias se dieron porque a quien me habían recomendado me dijo que no se sentía capaz de sacar la madera que le estaba pidiendo pero que tenía un amigo que era experto.


Por: Eloy Gutiérrez Anaya.

José es un campesino que además de cultivar productos de pancoger y criar especies menores se gana la vida con una motosierra sacando madera a quien lo contrate, lo conocí hace alrededor de dos meses y las circunstancias se dieron porque a quien me habían recomendado me dijo que no se sentía capaz de sacar la madera que le estaba pidiendo pero que tenía un amigo que era experto.

Conversamos por teléfono y coordinamos los detalles, no sin antes pedirme un anticipo para comprar gasolina, aceite, hacerle mantenimiento a la máquina y por supuesto para la comida, antes de colgar me recitó versículos de la biblia y me hizo saber que era un hombre temeroso de Dios y por ende responsable y cumplidor de sus compromisos; fue así como llegó el día del trabajo, fue un rato y se marchó, al dia siguiente no regresó, lo llamé hasta el cansancio, le dejé mensajes y a los tres días me contó una triste historia familiar y que si le podía adelantar algo de dinero, por supuesto y como estaba urgido de sacar la madera accedí y le di más dinero con la esperanza que continuara con el trabajo; la realidad es que volvió a desaparecer y apareció a los ocho días, y así se la ha pasado itinerante y con una historia, una calamidad, una excusa y así sucesivamente, pero es tal su convicción que no está actuando mal que se le ve tranquilo y confiado mientras yo respiro profundo y hago un esfuerzo para no decirle cuantos pares son tres moscas porque necesito la madera.

José Luis fue el otro maestro que contraté para que hiciera unas construcciones, no quise contratar uno local porque la experiencia con su tocayo Luis había sido caótica así que pensé que si conseguía uno recomendado sería mucho mejor pues ya conozco las mañas de los trabajadores de la zona; así que importé al maestro, arreglamos el contrato y pactamos inicio de obra, por supuesto de inmediato pidió el anticipo para comida y los viáticos, por el nivel de recomendación accedí y desembolsé el anticipo, José Luis es un hombre diminuto, confianzudo y charlatán, de inmediato me dio un rosario de su seriedad y su profesionalismo en todos sus trabajos, se ufanaba de trabajar para todos los ricos de la región y nunca ha quedado mal, con esa hoja de vida ¿Qué podía salir mal?

Arrancó la obra con una velocidad asombrosa, a los tres días ya tenía las zanjas para las bases y el trazado completo, me estaba presionando para que el material llegara urgente porque él era un hombre que le gustaba trabajar rápido y cumplir porque era responsable, insistía, sin embargo algo me decía que algo no estaba bien; a la semana de estar trabajando me dijo que se había equivocado en los cálculos y que necesitaba más material, por supuesto casi infarto porque el pequeño desliz era casi el 40% del material inicial, sin embargo ya entrado en gastos accedí a regañadientes, siguió trabajando  y en mi siguiente viaje me llamó aparte y me dijo que se había equivocado en el precio de la obra y que debía ajustar al menos un millón de pesos, con el antecedente del material y su error de cálculo me pusieron en alerta, sin embargo caí de nuevo, pero como la ley de Murphy es infalible, a la semana siguiente cuando fuimos a liquidar me dio un valor que superaba el doble de lo acordado y su argumento es que “yo había escuchado mal” entré ahí si en cólera y le dije que dejara esa obra así, gracias a un componedor logramos conciliar y entregó la obra, pero dos semanas después debo hacerle reparaciones, mas inversiones y errores que no comete ni un principiante que me costarán mucho dinero.

Pero el caso de los dos Josés podría tener una justificación por su nivel, no sienten que deban cumplir alguna escala de valores y de criterios y solo obedecen a una ley natural de supervivencia; pero como ellos me encuentro con personas que tienen títulos universitarios, especializaciones, maestrías y un estilo de vida superior a los dos con comportamientos similares o peores cuando de cumplir se trata, pareciese que quedar mal y ser mediocre está de moda y lo peor pasa cuando de tanto aguantar lo convertimos en cultura.

¡Ni se les ocurra contratar a José! (Nombres ficticios)