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Columnista - 31 octubre, 2020

No bajar la guardia

La actual pandemia divulgada por el Gobierno nacional desde marzo de 2020 y controlada a través de períodos sucesivos de cuarentena que se extendieron sucesivamente por más de medio año logrando significativa disminución de la afectación, pero, por mucho que se diga que la curva muestra descenso en algunas ciudades del país, aún el virus […]

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La actual pandemia divulgada por el Gobierno nacional desde marzo de 2020 y controlada a través de períodos sucesivos de cuarentena que se extendieron sucesivamente por más de medio año logrando significativa disminución de la afectación, pero, por mucho que se diga que la curva muestra descenso en algunas ciudades del país, aún el virus mantiene sus tentáculos y al acecho se encuentra vigoroso en el contexto universal.

A no dudarlo. Su propagación y acción mortal ha generado entre los ciudadanos una batalla de alerta y prevención, motivando perspectivas que contribuyen a la interacción e integración comunitaria y lo más importante a la construcción de una sociedad que se arropa bajo el manto de la solidaridad.

Hoy por hoy, los ciudadanos adoptan acciones que permitan apropiarse de una personalidad de valores éticos que estén moldeando su actuación, pensamiento, inteligencia y el amor por la vida futura. El mundo construye hoy una nueva narrativa de hábitos de vida; todo ha cambiado desde el régimen alimenticio hasta la forma de actuar y saludar. El ciudadano de hoy, al igual que el campesino han diseñado estrategias de prevención, los labriegos saben que las fieras salvajes  nunca se van a acabar; por lo tanto ejercitan medidas preventivas que contribuyen  a resguardar sus vidas; es decir, crean barreras protectoras entre el peligro de esos animales, respetando su hábitat, luego entonces acude a su conciencia racional, abordando un sistema preventivo.

Igual sucede con la pandemia, quienes creen erróneamente que esta va a desaparecer de la noche a la mañana, están equivocados; lo más seguro es que tengamos que convivir con el terrible virus, quizás por mucho tiempo, ya que se presenta en todos los rincones del mundo sin excepción, en todos los climas, lo que fortalece la hipótesis que haya sido planeado por el hombre. Todo lo anterior nos concita  a reflexionar sobre nuestras actuaciones, toda vez que al acabarse la cuarentena y con la apertura de aeropuertos, playas, transporte terrestre… se han evidenciado algunos rebrotes en algunas ciudades del país.

Tal parece que el ser humano actúa  porque lo obligan. La conciencia está por encima de todo. La atención articulada por el Estado colombiano para contrarrestar cualquier rebrote ha sido de gran dimensión y se ha creado un plan de contingencia en todos los entes territoriales en asocio con la red hospitalaria y jornadas de prevención y socialización.

Ser conscientes de nuestros hechos frente al escenario de la pandemia es un imperativo ético de enorme valía y responsabilidad. No es lógico que las personas tengan que ser sometidas a normas coercitivas; es decir, obligados a cumplir acciones que fácilmente por voluntad y a conciencia, ellos pueden cumplir. Finalizando, a no bajar la guardia frente al covid-19.

Columnista
31 octubre, 2020

No bajar la guardia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

La actual pandemia divulgada por el Gobierno nacional desde marzo de 2020 y controlada a través de períodos sucesivos de cuarentena que se extendieron sucesivamente por más de medio año logrando significativa disminución de la afectación, pero, por mucho que se diga que la curva muestra descenso en algunas ciudades del país, aún el virus […]


La actual pandemia divulgada por el Gobierno nacional desde marzo de 2020 y controlada a través de períodos sucesivos de cuarentena que se extendieron sucesivamente por más de medio año logrando significativa disminución de la afectación, pero, por mucho que se diga que la curva muestra descenso en algunas ciudades del país, aún el virus mantiene sus tentáculos y al acecho se encuentra vigoroso en el contexto universal.

A no dudarlo. Su propagación y acción mortal ha generado entre los ciudadanos una batalla de alerta y prevención, motivando perspectivas que contribuyen a la interacción e integración comunitaria y lo más importante a la construcción de una sociedad que se arropa bajo el manto de la solidaridad.

Hoy por hoy, los ciudadanos adoptan acciones que permitan apropiarse de una personalidad de valores éticos que estén moldeando su actuación, pensamiento, inteligencia y el amor por la vida futura. El mundo construye hoy una nueva narrativa de hábitos de vida; todo ha cambiado desde el régimen alimenticio hasta la forma de actuar y saludar. El ciudadano de hoy, al igual que el campesino han diseñado estrategias de prevención, los labriegos saben que las fieras salvajes  nunca se van a acabar; por lo tanto ejercitan medidas preventivas que contribuyen  a resguardar sus vidas; es decir, crean barreras protectoras entre el peligro de esos animales, respetando su hábitat, luego entonces acude a su conciencia racional, abordando un sistema preventivo.

Igual sucede con la pandemia, quienes creen erróneamente que esta va a desaparecer de la noche a la mañana, están equivocados; lo más seguro es que tengamos que convivir con el terrible virus, quizás por mucho tiempo, ya que se presenta en todos los rincones del mundo sin excepción, en todos los climas, lo que fortalece la hipótesis que haya sido planeado por el hombre. Todo lo anterior nos concita  a reflexionar sobre nuestras actuaciones, toda vez que al acabarse la cuarentena y con la apertura de aeropuertos, playas, transporte terrestre… se han evidenciado algunos rebrotes en algunas ciudades del país.

Tal parece que el ser humano actúa  porque lo obligan. La conciencia está por encima de todo. La atención articulada por el Estado colombiano para contrarrestar cualquier rebrote ha sido de gran dimensión y se ha creado un plan de contingencia en todos los entes territoriales en asocio con la red hospitalaria y jornadas de prevención y socialización.

Ser conscientes de nuestros hechos frente al escenario de la pandemia es un imperativo ético de enorme valía y responsabilidad. No es lógico que las personas tengan que ser sometidas a normas coercitivas; es decir, obligados a cumplir acciones que fácilmente por voluntad y a conciencia, ellos pueden cumplir. Finalizando, a no bajar la guardia frente al covid-19.