A través del festival de cine hecho con celulares, el cineasta vallenato busca mostrar las historias de la región y a los nuevos talentos de la industria cinematográfica.
Desde hace tres años, el cineasta Rubén Casalins creó el Tengo Fe Film Festival, cine hecho con celulares, para impulsar la industria cinematográfica de la región Caribe y darle la oportunidad a los nuevos talentos de mostrar sus proyectos sin la necesidad de utilizar grandes recursos tecnológicos y económicos.
Casalins, en sus más de 10 años de carrera artística, ha obtenido varios reconocimientos nacionales e internacionales como de la Alcaldía de Los Ángeles, California, y el Festival de Cine Internacional de Maracaibo, Venezuela, entre otros.
Es un chico costeño, tengo 33 años y entré al mundo del cine hace unos 13 años aproximadamente. Estudié en Bucaramanga Teatro y en Bogotá Actuación y Dirección en Cine. Luego me fui a Nueva York, donde terminé mis estudios de cinematografía; me volví director, productor y me hice guionista. Monté mi empresa en Nueva York ‘Tengo Fe Films’, pero cuando terminé mis primeras películas y cuando inicié mi carrera allá, al mismo tiempo estaba diseñando un proyecto que se llama ‘Desarrollo Cinematográfico del Caribe’, ya que mi meta siempre ha sido que el Caribe colombiano sea un Hollywood, que nosotros podamos hacer montones de películas anuales y que nuestras historias se conozcan.
Yo vivo enamorado de mi región, de nuestras historias, culturas, mitos y leyendas, pero obviamente para que todas estas cosas funcionen hay que crear una industria primero, un ecosistema sostenible para esta industria y eso es lo que estamos luchando ahora.
También soy artista, pintor, y esta visión del arte y la pintura me ayudaron muchísimo a formarme como director de cine y también mi carrera de publicista me ayudó a entender que la industria, la cultura y el arte hay que convertirlos en productos para que luego se puedan vender y promocionar.
Cuando era niño siempre pintaba y ese fue mi primer contacto con el mundo artístico y aunque no tuve la oportunidad de entrar a una escuela de arte, logré un gran nivel pintando, soy retratista y hago mis cuadros.
Esa visión sobre los cuadros, el arte, la composición y los colores iba formando dentro de mí desde niño la capacidad de ver la vida plasmada en cuadros, en planos, que es lo que uno le llama en cinematografía. También he sido un contador de historias desde niño y con mis muñequitos y juguetes siempre estaba contando las historias.
Recuerdo que mis amigos hacían rondas para que con mis juguetes narrara la historia del juego, entonces eso nunca se me olvida y ahora que estoy grande y que soy un profesional puedo entender de dónde proviene ese tipo de cosas.
Soy una persona curiosa y se podría decir chismoso, desde un punto de vista bueno, porque me gusta hablar con viejos. Soy una persona que pregunta mucho y esas cosas hacen que me llene de información, de historias que me gusta luego contarlas y creo que desde niño se pudo evidenciar mi gusto por lo audiovisual.
Cuando era adolescente y al no tener alternativas en Valledupar me fui para Bucaramanga a estudiar ‘Publicidad’ y luego me fui para Bogotá donde empecé a modelar, y luego me fui para Nueva York a terminar mis estudios de cine, pero yo sigo en constante estudio porque uno tiene que estar pendiente de los cambios, evoluciones y siempre estar aprendiendo.
Tuve la dicha de grabar mis primeras películas en Nueva York, donde grabamos Benedekowski, Red Hook Betrayal, Black Poem, y en Barranquilla en el 2019 pudimos grabar ‘Amor de mis amores’. También he grabado muchos documentales y hace poco hice ‘William Morón’, que es la película que vamos a estrenar en Valledupar.
Hemos ganado varios reconocimientos a nivel nacional, no solo en el ámbito personal, sino de mi empresa productora Tengo Fe Films. Estamos intentando compartir un poco de lo que sé en nuestra región, porque acá es muy difícil aprender este tipo de cosas del cine y estoy aportando mi granito de arena para que este conocimiento se siga transmitiendo entre todos. El año que sigue vamos a grabar nuestra primera serie de terror que se llama ‘Mitómanos’.
Yo fui participante de un festival de cine hecho con celular hace como cinco, años cuando estaba en Nueva York, y unos amigos me invitaron desde Colombia para grabar unos cortos con celulares y en ese momento en México y Estados Unidos ya existían; me pareció muy curioso, tanto así que vine y me encantó. He tomado de referencias (estos festivales) para poder crear uno en la región.
Es muy bonito porque cuando voy por la calle veo en los parques a la gente grabando con los celulares. Uno pregunta: “¿Qué están haciendo?”. Y ellos responden que van a participar en el festival, entonces eso me parece muy lindo: encuentras en un parque gente que no está haciendo deportes, sino grabando algo.
La anécdota más linda que puedo contar es que en este festival tuve la oportunidad de ir donde los indígenas wiwa y les enseñamos un poco de cine. Ellos pudieron grabar un corto en la Sierra Nevada de Santa Marta y lo enviaron a la competencia. No clasificaron a la final, sin embargo, me encantó la experiencia, que lo hayan intentado y sé que como vamos a seguir llevando formación artística y cinematográfica, pronto tendremos unos cortos muy buenos de nuestras tribus indígenas, que son nuestro pasado, presente y esperamos que sigan estando en nuestro futuro.
Iniciamos el proyecto ‘Desarrollo Cinematográfico del Caribe’, el cual consiste en formar academias, festivales, industria, producciones y más cosas.
El festival es una de las etapas del proyecto. Ya habíamos logrado la inclusión de las dos primeras academias de cine y un festival en Barranquilla y luego venía la etapa del festival de cine de Valledupar.
Tomamos la decisión de premiar en el festival la categoría hecha con celulares, porque estamos en un departamento donde no tenemos una industria de cine desarrollada. No es el momento para hacer una categoría profesional porque participarían pocos de la región.
Utilizamos la estrategia del celular para las dos primeras ediciones para estimular a todos, que se puedan dar cuenta que pueden hacer películas con un celular; que vean la cinematografía como un proyecto de vida, industria, empresa, sustento de la vida. Lo hemos logrado porque en cada edición que hemos tenido aumentan los competidores, lo que significa que el próximo año tendríamos la categoría profesional.
Hemos tenido más dificultades que momentos de gloria, pero le damos gracias a Dios por esos pequeños, pero grandiosos momentos de gloria. Por ejemplo: conseguir el apoyo de la Universidad del Área Andina, del diario EL PILÓN, de tantas personas que sin cobrar un peso le meten corazón a esto.
Conseguir el apoyo de otros artistas para que muestren sus proyectos y la confianza de los competidores ha sido muy lindo. Un momento de gloria fue poder tener el auditorio de la Universidad Andina, de Cinépolis, que nos está prestando una sala de cine profesional para que nuestros competidores puedan tener la oportunidad de llevar al cine a sus familiares para que vean sus trabajos, eso es glorioso.
Momentos de dificultad, los mismos de siempre en esta región, cuando no encuentras apoyo de la Alcaldía, cuando no encuentras apoyo por parte de la Gobernación, del sector privado, entonces es muy triste ver que no hay apoyo suficiente para este tipo de cosas, pero para la parranda y el licor sí existen incentivos y mucho apoyo, pero para el arte, la cultura y el fortalecimiento de nuevas industrias no hay apoyo.
Desde el ‘Desarrollo cinematográfico del Caribe’, este proyecto, que tiene tantas etapas, ya ha logrado muchas, entonces nosotros ahora estamos colonizando nuevos departamentos. Por ejemplo: ya tenemos festival y academia en el Atlántico y el Cesar, y el próximo año vamos a entrar al Magdalena; estamos gestionando con la Universidad del Magdalena para lograrlo y a futuro queremos que cada departamento de la costa tenga su propia academia y festival. Esto es muy lindo y va a generar una industria sostenible para nuestros jóvenes.
POR: CARMEN LUCÍA MENDOZA CUELLO/ EL PILÓN.
A través del festival de cine hecho con celulares, el cineasta vallenato busca mostrar las historias de la región y a los nuevos talentos de la industria cinematográfica.
Desde hace tres años, el cineasta Rubén Casalins creó el Tengo Fe Film Festival, cine hecho con celulares, para impulsar la industria cinematográfica de la región Caribe y darle la oportunidad a los nuevos talentos de mostrar sus proyectos sin la necesidad de utilizar grandes recursos tecnológicos y económicos.
Casalins, en sus más de 10 años de carrera artística, ha obtenido varios reconocimientos nacionales e internacionales como de la Alcaldía de Los Ángeles, California, y el Festival de Cine Internacional de Maracaibo, Venezuela, entre otros.
Es un chico costeño, tengo 33 años y entré al mundo del cine hace unos 13 años aproximadamente. Estudié en Bucaramanga Teatro y en Bogotá Actuación y Dirección en Cine. Luego me fui a Nueva York, donde terminé mis estudios de cinematografía; me volví director, productor y me hice guionista. Monté mi empresa en Nueva York ‘Tengo Fe Films’, pero cuando terminé mis primeras películas y cuando inicié mi carrera allá, al mismo tiempo estaba diseñando un proyecto que se llama ‘Desarrollo Cinematográfico del Caribe’, ya que mi meta siempre ha sido que el Caribe colombiano sea un Hollywood, que nosotros podamos hacer montones de películas anuales y que nuestras historias se conozcan.
Yo vivo enamorado de mi región, de nuestras historias, culturas, mitos y leyendas, pero obviamente para que todas estas cosas funcionen hay que crear una industria primero, un ecosistema sostenible para esta industria y eso es lo que estamos luchando ahora.
También soy artista, pintor, y esta visión del arte y la pintura me ayudaron muchísimo a formarme como director de cine y también mi carrera de publicista me ayudó a entender que la industria, la cultura y el arte hay que convertirlos en productos para que luego se puedan vender y promocionar.
Cuando era niño siempre pintaba y ese fue mi primer contacto con el mundo artístico y aunque no tuve la oportunidad de entrar a una escuela de arte, logré un gran nivel pintando, soy retratista y hago mis cuadros.
Esa visión sobre los cuadros, el arte, la composición y los colores iba formando dentro de mí desde niño la capacidad de ver la vida plasmada en cuadros, en planos, que es lo que uno le llama en cinematografía. También he sido un contador de historias desde niño y con mis muñequitos y juguetes siempre estaba contando las historias.
Recuerdo que mis amigos hacían rondas para que con mis juguetes narrara la historia del juego, entonces eso nunca se me olvida y ahora que estoy grande y que soy un profesional puedo entender de dónde proviene ese tipo de cosas.
Soy una persona curiosa y se podría decir chismoso, desde un punto de vista bueno, porque me gusta hablar con viejos. Soy una persona que pregunta mucho y esas cosas hacen que me llene de información, de historias que me gusta luego contarlas y creo que desde niño se pudo evidenciar mi gusto por lo audiovisual.
Cuando era adolescente y al no tener alternativas en Valledupar me fui para Bucaramanga a estudiar ‘Publicidad’ y luego me fui para Bogotá donde empecé a modelar, y luego me fui para Nueva York a terminar mis estudios de cine, pero yo sigo en constante estudio porque uno tiene que estar pendiente de los cambios, evoluciones y siempre estar aprendiendo.
Tuve la dicha de grabar mis primeras películas en Nueva York, donde grabamos Benedekowski, Red Hook Betrayal, Black Poem, y en Barranquilla en el 2019 pudimos grabar ‘Amor de mis amores’. También he grabado muchos documentales y hace poco hice ‘William Morón’, que es la película que vamos a estrenar en Valledupar.
Hemos ganado varios reconocimientos a nivel nacional, no solo en el ámbito personal, sino de mi empresa productora Tengo Fe Films. Estamos intentando compartir un poco de lo que sé en nuestra región, porque acá es muy difícil aprender este tipo de cosas del cine y estoy aportando mi granito de arena para que este conocimiento se siga transmitiendo entre todos. El año que sigue vamos a grabar nuestra primera serie de terror que se llama ‘Mitómanos’.
Yo fui participante de un festival de cine hecho con celular hace como cinco, años cuando estaba en Nueva York, y unos amigos me invitaron desde Colombia para grabar unos cortos con celulares y en ese momento en México y Estados Unidos ya existían; me pareció muy curioso, tanto así que vine y me encantó. He tomado de referencias (estos festivales) para poder crear uno en la región.
Es muy bonito porque cuando voy por la calle veo en los parques a la gente grabando con los celulares. Uno pregunta: “¿Qué están haciendo?”. Y ellos responden que van a participar en el festival, entonces eso me parece muy lindo: encuentras en un parque gente que no está haciendo deportes, sino grabando algo.
La anécdota más linda que puedo contar es que en este festival tuve la oportunidad de ir donde los indígenas wiwa y les enseñamos un poco de cine. Ellos pudieron grabar un corto en la Sierra Nevada de Santa Marta y lo enviaron a la competencia. No clasificaron a la final, sin embargo, me encantó la experiencia, que lo hayan intentado y sé que como vamos a seguir llevando formación artística y cinematográfica, pronto tendremos unos cortos muy buenos de nuestras tribus indígenas, que son nuestro pasado, presente y esperamos que sigan estando en nuestro futuro.
Iniciamos el proyecto ‘Desarrollo Cinematográfico del Caribe’, el cual consiste en formar academias, festivales, industria, producciones y más cosas.
El festival es una de las etapas del proyecto. Ya habíamos logrado la inclusión de las dos primeras academias de cine y un festival en Barranquilla y luego venía la etapa del festival de cine de Valledupar.
Tomamos la decisión de premiar en el festival la categoría hecha con celulares, porque estamos en un departamento donde no tenemos una industria de cine desarrollada. No es el momento para hacer una categoría profesional porque participarían pocos de la región.
Utilizamos la estrategia del celular para las dos primeras ediciones para estimular a todos, que se puedan dar cuenta que pueden hacer películas con un celular; que vean la cinematografía como un proyecto de vida, industria, empresa, sustento de la vida. Lo hemos logrado porque en cada edición que hemos tenido aumentan los competidores, lo que significa que el próximo año tendríamos la categoría profesional.
Hemos tenido más dificultades que momentos de gloria, pero le damos gracias a Dios por esos pequeños, pero grandiosos momentos de gloria. Por ejemplo: conseguir el apoyo de la Universidad del Área Andina, del diario EL PILÓN, de tantas personas que sin cobrar un peso le meten corazón a esto.
Conseguir el apoyo de otros artistas para que muestren sus proyectos y la confianza de los competidores ha sido muy lindo. Un momento de gloria fue poder tener el auditorio de la Universidad Andina, de Cinépolis, que nos está prestando una sala de cine profesional para que nuestros competidores puedan tener la oportunidad de llevar al cine a sus familiares para que vean sus trabajos, eso es glorioso.
Momentos de dificultad, los mismos de siempre en esta región, cuando no encuentras apoyo de la Alcaldía, cuando no encuentras apoyo por parte de la Gobernación, del sector privado, entonces es muy triste ver que no hay apoyo suficiente para este tipo de cosas, pero para la parranda y el licor sí existen incentivos y mucho apoyo, pero para el arte, la cultura y el fortalecimiento de nuevas industrias no hay apoyo.
Desde el ‘Desarrollo cinematográfico del Caribe’, este proyecto, que tiene tantas etapas, ya ha logrado muchas, entonces nosotros ahora estamos colonizando nuevos departamentos. Por ejemplo: ya tenemos festival y academia en el Atlántico y el Cesar, y el próximo año vamos a entrar al Magdalena; estamos gestionando con la Universidad del Magdalena para lograrlo y a futuro queremos que cada departamento de la costa tenga su propia academia y festival. Esto es muy lindo y va a generar una industria sostenible para nuestros jóvenes.
POR: CARMEN LUCÍA MENDOZA CUELLO/ EL PILÓN.