Una de las palabras más aclamadas por los colombianos, es la justicia, que siempre hemos anhelado y que podría ser el alivio a nuestros pesares, a pesar de ser moralmente despreciable.
Por Sergio Barranco
Una de las palabras más aclamadas por los colombianos, es la justicia, que siempre hemos anhelado y que podría ser el alivio a nuestros pesares, a pesar de ser moralmente despreciable. Con el pasar de los años, se ve como costumbre, que este término, de ninguna manera se haga presente, sobre todo en un entorno donde se absuelve la criminalidad y el victimario pasa hacer mártir, entre otras particularidades que vale la pena nombrar, para exhibir las infinidades de falencias.
La Rama Judicial, encargada de administrar justicia entre los distintos cuerpos colegiados, juzgados y unidades judiciales, son la viva muestra de cómo la inmoralidad y parcialidad reina, en otras palabras, cedemos espacio a la arbitrariedad.
Al tratar de examinar las causas de que su operatividad falle, al no tener asistencia de jueces en todo el territorio, y como consecuencia una congestión en los procesos judiciales, no es tan terrible como la corruptela que está ligada, al ejercicio de la función pública.
Uno de los vicios que imposibilita que la justicia sea integra, es la ética profesional de quienes la ejercen, con el amañamiento de jueces, manipulación de repartos, maniobras para resurgir lo que no tiene cabida dentro de un juicio y poner del otro lado de la balanza, al que rebasa en fundamentos, como por ejemplo, al aparecer testigos repentinamente, hacer valer pruebas sin soporte, dilaciones, y en extremo el comportamiento del togado, de exigir a uno y con el otro total complacencia, estas son una de las muchas artimañas, que descaradamente se podría justificar, que en toda decisión existe subjetividad, sin embargo a veces la ayuda es notoria.
Ahora si bien es cierto, que los órganos que aplican el poder judicial, no todos, pero si la mayoría, se investigan por contubernio, hay miles de procesos, donde se duda de sus resultas, por creer que hay favorecimientos y cohecho, una muestra es el Caso Colmenares, tan sonado, y aun así esta sin esclarecer, debido a que ha sido objeto de la maquinación de corrompidos legistas, y esto lo permite el sistema, además el daño que se hace al incorporar personal sin aptitud y ninguna clase de conocimiento en derecho “clientelismo judicial”, elegidos por intereses político y antojo de magistrados, que de igual manera son marionetas de sus nominadores, a quienes le sirven, de acuerdo a sus necesidades.
Este es el remedo de justicia que empleamos, rescatando al que adopta, la rectitud y probidad en su labor, que son contados, aun así aguardamos, que algún día goce de credibilidad, transparencia y se actué con responsabilidad social.
@Sergio_Barranco
Una de las palabras más aclamadas por los colombianos, es la justicia, que siempre hemos anhelado y que podría ser el alivio a nuestros pesares, a pesar de ser moralmente despreciable.
Por Sergio Barranco
Una de las palabras más aclamadas por los colombianos, es la justicia, que siempre hemos anhelado y que podría ser el alivio a nuestros pesares, a pesar de ser moralmente despreciable. Con el pasar de los años, se ve como costumbre, que este término, de ninguna manera se haga presente, sobre todo en un entorno donde se absuelve la criminalidad y el victimario pasa hacer mártir, entre otras particularidades que vale la pena nombrar, para exhibir las infinidades de falencias.
La Rama Judicial, encargada de administrar justicia entre los distintos cuerpos colegiados, juzgados y unidades judiciales, son la viva muestra de cómo la inmoralidad y parcialidad reina, en otras palabras, cedemos espacio a la arbitrariedad.
Al tratar de examinar las causas de que su operatividad falle, al no tener asistencia de jueces en todo el territorio, y como consecuencia una congestión en los procesos judiciales, no es tan terrible como la corruptela que está ligada, al ejercicio de la función pública.
Uno de los vicios que imposibilita que la justicia sea integra, es la ética profesional de quienes la ejercen, con el amañamiento de jueces, manipulación de repartos, maniobras para resurgir lo que no tiene cabida dentro de un juicio y poner del otro lado de la balanza, al que rebasa en fundamentos, como por ejemplo, al aparecer testigos repentinamente, hacer valer pruebas sin soporte, dilaciones, y en extremo el comportamiento del togado, de exigir a uno y con el otro total complacencia, estas son una de las muchas artimañas, que descaradamente se podría justificar, que en toda decisión existe subjetividad, sin embargo a veces la ayuda es notoria.
Ahora si bien es cierto, que los órganos que aplican el poder judicial, no todos, pero si la mayoría, se investigan por contubernio, hay miles de procesos, donde se duda de sus resultas, por creer que hay favorecimientos y cohecho, una muestra es el Caso Colmenares, tan sonado, y aun así esta sin esclarecer, debido a que ha sido objeto de la maquinación de corrompidos legistas, y esto lo permite el sistema, además el daño que se hace al incorporar personal sin aptitud y ninguna clase de conocimiento en derecho “clientelismo judicial”, elegidos por intereses político y antojo de magistrados, que de igual manera son marionetas de sus nominadores, a quienes le sirven, de acuerdo a sus necesidades.
Este es el remedo de justicia que empleamos, rescatando al que adopta, la rectitud y probidad en su labor, que son contados, aun así aguardamos, que algún día goce de credibilidad, transparencia y se actué con responsabilidad social.
@Sergio_Barranco