En el país del Sagrado Corazón estamos acostumbrados cada semana a escuchar en las noticias, un caso que conmociona al país en el que particularmente están involucrados funcionarios públicos.
Por Jacobo Solano Cerchiaro
En el país del Sagrado Corazón estamos acostumbrados cada semana a escuchar en las noticias, un caso que conmociona al país en el que particularmente están involucrados funcionarios públicos: Hace 1 mes, fue el permiso otorgado por un juez para que Manuel Nule y Álvaro Dávila asistieran a una primera comunión, sin saber que motivaciones tendría para permitir la salida de quienes acabaron con las finanzas de Bogotá. Hace 2 semanas, fue posesionado, casi en la clandestinidad, Alberto Rojas como magistrado de la Corte Constitucional, a pesar de estar cuestionado por varios hechos; denuncias por evasión de impuestos, estafa, falsificación contra una viuda y madre de 3 hijos, por no mencionar las alianzas con Zulema Jattin, detenida por la parapolítica, como quien dice, para ser magistrado hay que tener un extenso prontuario. No podía faltar el escándalo de esta semana y las que alborotaron el cotarro público fueron las honorables magistradas de la Corte Suprema de Justicia que se fueron de crucero con un permiso remunerado, contraviniendo el artículo 144 de ley 270 que señala textualmente “los funcionarios y empleados de la Rama Judicial tienen derecho a permiso remunerado por causa justificada” ¿Qué tan justificado puede ser un crucero por el Caribe para unas magistradas? cuando la justicia colombiana atraviesa uno de sus peores momentos, por cuenta de la congestión en los juzgados, el retraso en procesos, hacinamiento carcelario, empleados mal remunerados, sin contar la fallida reforma a la justicia, malograda el año anterior en claro concubinato entre Cortes, Congreso y Ejecutivo.
Aunque más inconformismo produce que la presidenta de la Corporación, Ruth Marina Díaz, asegure de forma descarada que durante el crucero “estudió los proyectos de casación presentados por sus compañeros de la Sala Civil y revisó el proyecto que dejó listo para que fuera examinado por la Corte la próxima semana”. Para que vea que los colombianos somos originales, este es el único país del mundo en que el que se toman cruceros para trabajar. Esta frase de la magistrada debe adjuntarse al archivo de memorables, para acompañar otras perlas como la de María Ángela Holguín “Donde hay hombres hay prostitución” para matizar el escándalo de la cumbre de las Américas con Dania o aquella del diputado Meza “Meterle plata al Chocó es como perfumar un bollo” ¡Por favor! ¿Hasta cuándo en Colombia vamos a tener que soportar funcionarios públicos de todo orden haciendo y deshaciendo con sus actuaciones que por lo general afectan al erario y crean un sentimiento de impotencia en la comunidad afectada por muchos necesidades? Lo más triste es que estos casos se van a seguir presentando, por la permisividad de la misma justicia, permeada por la corrupción y una sociedad cómplice que celebra casos como este que, por lo general, no reciben ninguna sanción ejemplarizante.
Twitter: @JACOBOSOLAC
En el país del Sagrado Corazón estamos acostumbrados cada semana a escuchar en las noticias, un caso que conmociona al país en el que particularmente están involucrados funcionarios públicos.
Por Jacobo Solano Cerchiaro
En el país del Sagrado Corazón estamos acostumbrados cada semana a escuchar en las noticias, un caso que conmociona al país en el que particularmente están involucrados funcionarios públicos: Hace 1 mes, fue el permiso otorgado por un juez para que Manuel Nule y Álvaro Dávila asistieran a una primera comunión, sin saber que motivaciones tendría para permitir la salida de quienes acabaron con las finanzas de Bogotá. Hace 2 semanas, fue posesionado, casi en la clandestinidad, Alberto Rojas como magistrado de la Corte Constitucional, a pesar de estar cuestionado por varios hechos; denuncias por evasión de impuestos, estafa, falsificación contra una viuda y madre de 3 hijos, por no mencionar las alianzas con Zulema Jattin, detenida por la parapolítica, como quien dice, para ser magistrado hay que tener un extenso prontuario. No podía faltar el escándalo de esta semana y las que alborotaron el cotarro público fueron las honorables magistradas de la Corte Suprema de Justicia que se fueron de crucero con un permiso remunerado, contraviniendo el artículo 144 de ley 270 que señala textualmente “los funcionarios y empleados de la Rama Judicial tienen derecho a permiso remunerado por causa justificada” ¿Qué tan justificado puede ser un crucero por el Caribe para unas magistradas? cuando la justicia colombiana atraviesa uno de sus peores momentos, por cuenta de la congestión en los juzgados, el retraso en procesos, hacinamiento carcelario, empleados mal remunerados, sin contar la fallida reforma a la justicia, malograda el año anterior en claro concubinato entre Cortes, Congreso y Ejecutivo.
Aunque más inconformismo produce que la presidenta de la Corporación, Ruth Marina Díaz, asegure de forma descarada que durante el crucero “estudió los proyectos de casación presentados por sus compañeros de la Sala Civil y revisó el proyecto que dejó listo para que fuera examinado por la Corte la próxima semana”. Para que vea que los colombianos somos originales, este es el único país del mundo en que el que se toman cruceros para trabajar. Esta frase de la magistrada debe adjuntarse al archivo de memorables, para acompañar otras perlas como la de María Ángela Holguín “Donde hay hombres hay prostitución” para matizar el escándalo de la cumbre de las Américas con Dania o aquella del diputado Meza “Meterle plata al Chocó es como perfumar un bollo” ¡Por favor! ¿Hasta cuándo en Colombia vamos a tener que soportar funcionarios públicos de todo orden haciendo y deshaciendo con sus actuaciones que por lo general afectan al erario y crean un sentimiento de impotencia en la comunidad afectada por muchos necesidades? Lo más triste es que estos casos se van a seguir presentando, por la permisividad de la misma justicia, permeada por la corrupción y una sociedad cómplice que celebra casos como este que, por lo general, no reciben ninguna sanción ejemplarizante.
Twitter: @JACOBOSOLAC