COLUMNISTA

Los políticos del Antiguo Testamento  

Más recientemente Jesús habló de amor, misericordia, perdón, servicio; deseando la salvación de todos los seres humanos, por eso se sacrificó y por amor a la humanidad se humilló, para salvar a los que están perdidos y ofrecer la vida eterna a aquellos que creen en él. 

Los políticos del Antiguo Testamento  

Los políticos del Antiguo Testamento  

canal de WhatsApp

Convencido de la importancia bíblica como guía del comportamiento humano y decálogo divino de las relaciones interpersonales y sociales, equivocadamente identificaba diferencias entre la obra y manifestación del Dios del Antiguo Testamento y la del nuevo, como si en cada época fuera diferente, de acuerdo a la forma como se mostraba ante su pueblo: castigador en el antiguo y luz de misericordia y amor en el nuevo.    

Al comienzo de los tiempos la desobediencia de Adán y Eva tuvo su escarmiento; seguidamente el diluvio universal castigó las maldades del parricida Caín y sus descendientes; cualquier día los hombres quisieron llegar hasta el cielo construyendo la Torre de Babel, pero Dios castigó sus pretensiones haciendo que cada uno hablara una lengua diferente sin que se pudieran entender; y Moisés, después de guiar fielmente a Israel durante cuarenta años, es condenado a morir antes de entrar a la Tierra Prometida, porque golpeó la roca de Meribá en lugar de hablarle para que les diera agua.

Más recientemente Jesús habló de amor, misericordia, perdón, servicio; deseando la salvación de todos los seres humanos, por eso se sacrificó y por amor a la humanidad se humilló, para salvar a los que están perdidos y ofrecer la vida eterna a aquellos que creen en él. 

Eran esos los criterios que me confundían. Afortunadamente mi amigo Juan Carlos Mendoza me enseñó el concepto de unicidad de Dios en la Biblia. Las Sagradas Escrituras están compuestas por muchos libros, pero hay un punto de unidad entre Antiguo y Nuevo Testamento, es decir entre lo antiguo y la nueva alianza. Me educó sobre la revelación de Dios en Jesucristo, como la culminación de la historia de la salvación.

Dice mi amigo: “Es el mismo Dios, amoroso, misericordioso, lleno de bondad, padre, hijo y Espíritu Santo, que ha venido manifestando su ser, su naturaleza, su esencia, de forma gradual y progresiva. Por ello nos puede dar la impresión que en el Antiguo Testamento es un Dios y en el nuevo es otro, no, es el mismo Dios como un padre que en algún momento debe ser muy duro, muy fuerte, disciplinar, corregir, castigar, mostrar la dureza, pero no como algo antagónico o contrario al amor, sino por el contrario, como un complemento. Cuanto tú corriges y disciplinas a tu hijo, ahí lo que hay es una muestra de amor, de bondad y misericordia. En el Nuevo Testamento, Jesús enfatiza más en la ternura, bondad y misericordia de parte de Dios, pero es el mismo Dios, que se ha venido manifestando de manera gradual, progresivamente a lo largo de la historia”.

Ya aclarado el tema y precisando un poco, la duda realmente me surgió analizando la vocación castigadora de algunos personajes de la vida pública, quienes a pesar de decir profesar los valores cristianos y atreverse a utilizar los púlpitos como escenografía de implícitas diatribas electorales, utilizan su habilidad seductora y la fuerza represiva de un inequitativo sistema político, para estructurar discursos sobre la aplicación del peso de la ley a sus contradictores, pero complacientes para sus copartidarios.

Por eso como demócratas y dueños del mandato que nos da la ciudadanía, nuestra participación debe ser activa realmente si queremos que las iniciativas oficiales vayan direccionadas a lograr el bienestar colectivo y no a fortalecer el ego y el bolsillo de algunas personalidades, que con su mentalidad retrógrada aún se comportan como políticos del Antiguo Testamento. Fuerte abrazo.   

Por: ANTONIO MARÍA ARAÚJO CALDERÓN.

TE PUEDE INTERESAR