Con frecuencia escuchamos a la gente en los corrillos y esquinas callejeras de nuestras poblaciones, decir “es que todos los políticos son unos corruptos”.
Por Jaime Murgas
Con frecuencia escuchamos a la gente en los corrillos y esquinas callejeras de nuestras poblaciones, decir “es que todos los políticos son unos corruptos”.
Afirmación que no compartimos y que no es absolutamente cierta; pues todavía existen políticos buenos, honestos y pulcros, verdaderos servidores públicos, que llegan a los cargos por nombramiento o por elección popular, a representarnos con dignidad, con deseo de servir, los intereses comunes y con el propósito de aportar con su inteligencia y voluntad, un grano de arena para construir un país, una región, un departamento y unos municipios con mayor desarrollo económico y social, con prosperidad, con mayores oportunidades para mejorar la calidad de vida de nuestros compatriotas, en obras de infraestructura de servicios básicos de acueducto y alcantarillado, con mejores servicios en la salud, la educación, vías de comunicación, protección a la familia, a la mujer y a la infancia, etc. Y algunos, con mayor visión y deseos de superación para mostrarse en los grandes debates de control político en las corporaciones públicas, para orgullo propio, de su familia y de sus amigos.
Pero igualmente otros, los verdaderos corruptos, no piensan sino en llegar a buscar, por todos los medios posibles y aprovechando su investidura, esa que le dio el pueblo con su voto, para que sirviera sus intereses comunitarios y no para enriquecerse ilícitamente con los dineros del erario publico, que son del pueblo y para el pueblo, que ingenuamente vota por aquellos políticos que aspiran a representarlo y a servirlo. Allí es donde el pueblo tiene la palabra y el poder electoral para elegir a los mejores, a los más capaces, honestos y a los que verdaderamente tienen una vocación de servicios como políticos, y no a los buitres, que solo piensan en su estomago para saciar sus apetitos malignos.
Nuestro pueblo tiene ahora la oportunidad de elegir a sus congresistas en Cámara y Senado, es el momento para no equivocarse y no dejarse engañar de los falsos promeseros. En el Cesar todos conocemos o debemos conocer a los buenos y a los malos; quienes han tenido la oportunidad de representarnos por uno, dos y tres periodos en el Congreso de la Republica, es hora de presentar el balance de sus gestiones, para que el pueblo las califique y decida respaldarlos.
Algunos de dichos parlamentarios, la mayoría, tienen pocas cosas para presentarnos y otros, por el contrario tienen sus bolsillos llenos, se han vuelto ricos de la noche a la mañana con los dineros públicos, que están dispuestos a utilizarlos en sus nuevas campañas electorales para hacerse reelegir y seguir en el negocio. También encontramos otros descarados, que han sido investigados por corrupción y que no han definido su situación jurídica, y ahora pretenden llevar a sus hijos y a sus hermanos al congreso de la republica, con los dineros mal habidos y obtenidos en el ejercicio de la corrupción política.
Piensan que ya el pueblo olvido ese pasado, que sufrimos de amnesia. No se equivoquen, que el pueblo ya está cansado de tantos engaños. Los falsos redentores construyen por lo general, sus propuestas con base en los medios de información, que ahora se llaman formadores de opinión, que se contratan para llegarle a la gente.
La voz del pueblo, es la voz de Dios, dice el refrán popular, pero ojo pueblo- Dios jamás se equivoca, somos nosotros los que metemos las patas, porque no analizamos a conciencia a los buenos candidatos. Experiencias en nuestro medio político, están a la vista y sobran, revisemos el pasado inmediato y se darán cuenta.
Con frecuencia escuchamos a la gente en los corrillos y esquinas callejeras de nuestras poblaciones, decir “es que todos los políticos son unos corruptos”.
Por Jaime Murgas
Con frecuencia escuchamos a la gente en los corrillos y esquinas callejeras de nuestras poblaciones, decir “es que todos los políticos son unos corruptos”.
Afirmación que no compartimos y que no es absolutamente cierta; pues todavía existen políticos buenos, honestos y pulcros, verdaderos servidores públicos, que llegan a los cargos por nombramiento o por elección popular, a representarnos con dignidad, con deseo de servir, los intereses comunes y con el propósito de aportar con su inteligencia y voluntad, un grano de arena para construir un país, una región, un departamento y unos municipios con mayor desarrollo económico y social, con prosperidad, con mayores oportunidades para mejorar la calidad de vida de nuestros compatriotas, en obras de infraestructura de servicios básicos de acueducto y alcantarillado, con mejores servicios en la salud, la educación, vías de comunicación, protección a la familia, a la mujer y a la infancia, etc. Y algunos, con mayor visión y deseos de superación para mostrarse en los grandes debates de control político en las corporaciones públicas, para orgullo propio, de su familia y de sus amigos.
Pero igualmente otros, los verdaderos corruptos, no piensan sino en llegar a buscar, por todos los medios posibles y aprovechando su investidura, esa que le dio el pueblo con su voto, para que sirviera sus intereses comunitarios y no para enriquecerse ilícitamente con los dineros del erario publico, que son del pueblo y para el pueblo, que ingenuamente vota por aquellos políticos que aspiran a representarlo y a servirlo. Allí es donde el pueblo tiene la palabra y el poder electoral para elegir a los mejores, a los más capaces, honestos y a los que verdaderamente tienen una vocación de servicios como políticos, y no a los buitres, que solo piensan en su estomago para saciar sus apetitos malignos.
Nuestro pueblo tiene ahora la oportunidad de elegir a sus congresistas en Cámara y Senado, es el momento para no equivocarse y no dejarse engañar de los falsos promeseros. En el Cesar todos conocemos o debemos conocer a los buenos y a los malos; quienes han tenido la oportunidad de representarnos por uno, dos y tres periodos en el Congreso de la Republica, es hora de presentar el balance de sus gestiones, para que el pueblo las califique y decida respaldarlos.
Algunos de dichos parlamentarios, la mayoría, tienen pocas cosas para presentarnos y otros, por el contrario tienen sus bolsillos llenos, se han vuelto ricos de la noche a la mañana con los dineros públicos, que están dispuestos a utilizarlos en sus nuevas campañas electorales para hacerse reelegir y seguir en el negocio. También encontramos otros descarados, que han sido investigados por corrupción y que no han definido su situación jurídica, y ahora pretenden llevar a sus hijos y a sus hermanos al congreso de la republica, con los dineros mal habidos y obtenidos en el ejercicio de la corrupción política.
Piensan que ya el pueblo olvido ese pasado, que sufrimos de amnesia. No se equivoquen, que el pueblo ya está cansado de tantos engaños. Los falsos redentores construyen por lo general, sus propuestas con base en los medios de información, que ahora se llaman formadores de opinión, que se contratan para llegarle a la gente.
La voz del pueblo, es la voz de Dios, dice el refrán popular, pero ojo pueblo- Dios jamás se equivoca, somos nosotros los que metemos las patas, porque no analizamos a conciencia a los buenos candidatos. Experiencias en nuestro medio político, están a la vista y sobran, revisemos el pasado inmediato y se darán cuenta.