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Crónica - 4 mayo, 2021

Los cínicos: “No me tapes el sol”

En estos momentos de crisis, de aburrimiento, de incertidumbre, de posible destrucción de nuestro sueño, se aconseja vivir como los cínicos para buscar nuestra felicidad; pero también, vivir en lo pertinente conforme a las otras escuelas, que hemos mencionado.

Diógenes de Sinope.
Diógenes de Sinope.

Esta nota no se escribe sobre los cínicos como se conocen con el significado actual: personas que dicen cosas falsas de manera descarada, es decir, de los malos. Vamos a escribir sobre los cínicos de los buenos, de una de aquellas escuelas helenística, entre las varias creadas por los discípulos de Sócrates (Estoicismo, Epicureísmo, Hedonismo, Escepticismo), que tenía como representante a Antístenes (el más querido del maestro, siendo Platón el más famoso), a Diógenes de Sinope, a Crates de Tebas y a una mujer, Hiparquia de Maronea.

El filósofo Rafael Carrillo, siguiendo a Sócrates y a sus discípulos, de concebir la filosofía también como un modo de vida, la llevó con suma austeridad, alejada de los bienes materiales, de la fastuosidad y que le permitiera vivir con lo necesario. Con la práctica de la libertad, la verdad y la virtud (lo bueno, lo bello, lo justo, etc.) entre otras, encontró la felicidad.

Consecuente con ese modo de vida, Carrillo decía que no invertiría en ladrillos por dejar de comprar libros, de manera que durante su existencia tuvo que arrendar varios inmuebles que le sirvieran de albergue.

Lea también: La dura lucha de Teodolinda por la dignidad de su pueblo Chimila

En confidencia y con la advertencia que no lo comentara, me dijo que en esos trasteos se le habían perdido muchos libros y también un borrador manuscrito sobre una obra que se encontraba elaborando sobre los “cínicos”. Cómo nos hubiera gustado conocer las reflexiones sobre lo que pensaba el maestro acerca de esta escuela filosófica, máxime cuando en estos momentos existe una nueva generación de pensadores que propugnan por una vuelta a esa filosofía antigua en lo que concierne con su forma de vida. 

La inició, entre otros, el francés Pierre Hadot (1922 – 2010), quien publicó a finales del siglo pasado, con el Fondo de Cultura Económica de México (en Frances 1996, en Español 1998), una extraordinaria obra: ‘¿Qué es la Filosofía Antigua?’, y la han seguido en cierta medida su discípulo Michel Onfray (1959), también francés, y el profesor Eduardo Infante (1977), autor de ‘Filosofía en la calle’, y quien este año (2021) acaba de publicar con la editorial Ariel su libro ‘No me tapes el sol. Cómo ser un cínico de los buenos’.

La frase con que titulamos esta nota nos retrotrae a dos milenios atrás. Es muy conocida la anécdota cuando Alejandro Magno se acercó a conocer a Diógenes de Sinope (412 a.C. – 323 a.C.), atraído por su fama de la forma extraña como vivía (residía en un barril rodeado de perros). 

Al llegar ante él, lo encontró tomando el sol acostado en el suelo y al manifestarle que quería concederle un deseo, aquel hombre de inmediato le contestó: “No me quites el sol”. Es el mismo hombre que salía por toda Atenas a buscar con una lampara un hombre honesto (hoy sí que necesitamos otro Diógenes que salga en esa misma búsqueda). 

El nombre de cínico es una palabra griega que significa “relativo al perro”. De ahí que tomaran a este animal como modelo de vida, porque el perro vive conforme a la naturaleza, en libertad, y dentro de esta proponían la sexualidad libre como la de los perros y sin ninguna clase de moralidad. Se masturbaban al aire libre porque para ellos era tan natural como comer o dormir.

Diríamos, entonces, que el valor supremo de esta escuela era la libertad. La defendían, lo mismo que la verdad y la virtud como camino a la felicidad. Vivian como pensaban y no aceptaban otra autoridad distinta a la razón. Eran frenteros, le decían la verdad a quienes detentaban el poder y sin miedo a represalias y tenían la claridad para oponerse a las normas absurdas y a los malos hábitos.

Esa filosofía cínica que floreció en el periodo helenístico, dice Infante, “se parece bastante al nuestro. Yo diría que vivimos en una era de helenismo líquido, en un mundo complejo, sofisticado y globalizado que se enfrenta a grandes amenazas. Y, como en aquella época, experimentamos una demanda creciente de reflexión y pensamiento crítico que nos ayude a gestionar mejor la complejidad, la insatisfacción y la incertidumbre”. Nos preguntamos: ¿podríamos comparar aquella época con la nuestra? Creo que es grande, por no decir que gigantesca, la distancia cultural que nos separa de aquella época.

Le puede interesar: En Ikarwa la educación se soporta sobre viejas guaduas

El libro ‘No me tapes el sol’ tiene tres partes: un mundo de perros, una filosofía perra y los cuatro perros del apocalipsis. Así como un apéndice de 10 ejercicios para convertirse en un cínico de los buenos, que nos ayudará a ser capaces de no comprar lo que no necesitamos, a no preocuparnos de hacer el ridículo, a desprendernos de lo innecesario, a cultivar el sentido del humor, y a fortalecer la voluntad y el cuerpo.

En estos momentos de crisis, de aburrimiento, de incertidumbre, de posible destrucción de nuestro sueño, se aconseja vivir como los cínicos para buscar nuestra felicidad; pero también, vivir en lo pertinente conforme a las otras escuelas, que hemos mencionado.

Este escrito es uno de los varios que damos a conocer a nuestros lectores, amantes de la cultura intelectual, con los cuales desde ya conmemoramos los 25 años de la muerte del filósofo de Atánquez (17 de julio de 2021). Pero, además, la relación de Carrillo con el estudio de la filosofía antigua será uno de los tantos temas que nos proponemos investigar, y hacerlo parte de la segunda edición de mi libro ‘La vocación filosófica de Rafael Carrillo’.

Por: Carlos Elías Lúquez Carrillo

Crónica
4 mayo, 2021

Los cínicos: “No me tapes el sol”

En estos momentos de crisis, de aburrimiento, de incertidumbre, de posible destrucción de nuestro sueño, se aconseja vivir como los cínicos para buscar nuestra felicidad; pero también, vivir en lo pertinente conforme a las otras escuelas, que hemos mencionado.


Diógenes de Sinope.
Diógenes de Sinope.

Esta nota no se escribe sobre los cínicos como se conocen con el significado actual: personas que dicen cosas falsas de manera descarada, es decir, de los malos. Vamos a escribir sobre los cínicos de los buenos, de una de aquellas escuelas helenística, entre las varias creadas por los discípulos de Sócrates (Estoicismo, Epicureísmo, Hedonismo, Escepticismo), que tenía como representante a Antístenes (el más querido del maestro, siendo Platón el más famoso), a Diógenes de Sinope, a Crates de Tebas y a una mujer, Hiparquia de Maronea.

El filósofo Rafael Carrillo, siguiendo a Sócrates y a sus discípulos, de concebir la filosofía también como un modo de vida, la llevó con suma austeridad, alejada de los bienes materiales, de la fastuosidad y que le permitiera vivir con lo necesario. Con la práctica de la libertad, la verdad y la virtud (lo bueno, lo bello, lo justo, etc.) entre otras, encontró la felicidad.

Consecuente con ese modo de vida, Carrillo decía que no invertiría en ladrillos por dejar de comprar libros, de manera que durante su existencia tuvo que arrendar varios inmuebles que le sirvieran de albergue.

Lea también: La dura lucha de Teodolinda por la dignidad de su pueblo Chimila

En confidencia y con la advertencia que no lo comentara, me dijo que en esos trasteos se le habían perdido muchos libros y también un borrador manuscrito sobre una obra que se encontraba elaborando sobre los “cínicos”. Cómo nos hubiera gustado conocer las reflexiones sobre lo que pensaba el maestro acerca de esta escuela filosófica, máxime cuando en estos momentos existe una nueva generación de pensadores que propugnan por una vuelta a esa filosofía antigua en lo que concierne con su forma de vida. 

La inició, entre otros, el francés Pierre Hadot (1922 – 2010), quien publicó a finales del siglo pasado, con el Fondo de Cultura Económica de México (en Frances 1996, en Español 1998), una extraordinaria obra: ‘¿Qué es la Filosofía Antigua?’, y la han seguido en cierta medida su discípulo Michel Onfray (1959), también francés, y el profesor Eduardo Infante (1977), autor de ‘Filosofía en la calle’, y quien este año (2021) acaba de publicar con la editorial Ariel su libro ‘No me tapes el sol. Cómo ser un cínico de los buenos’.

La frase con que titulamos esta nota nos retrotrae a dos milenios atrás. Es muy conocida la anécdota cuando Alejandro Magno se acercó a conocer a Diógenes de Sinope (412 a.C. – 323 a.C.), atraído por su fama de la forma extraña como vivía (residía en un barril rodeado de perros). 

Al llegar ante él, lo encontró tomando el sol acostado en el suelo y al manifestarle que quería concederle un deseo, aquel hombre de inmediato le contestó: “No me quites el sol”. Es el mismo hombre que salía por toda Atenas a buscar con una lampara un hombre honesto (hoy sí que necesitamos otro Diógenes que salga en esa misma búsqueda). 

El nombre de cínico es una palabra griega que significa “relativo al perro”. De ahí que tomaran a este animal como modelo de vida, porque el perro vive conforme a la naturaleza, en libertad, y dentro de esta proponían la sexualidad libre como la de los perros y sin ninguna clase de moralidad. Se masturbaban al aire libre porque para ellos era tan natural como comer o dormir.

Diríamos, entonces, que el valor supremo de esta escuela era la libertad. La defendían, lo mismo que la verdad y la virtud como camino a la felicidad. Vivian como pensaban y no aceptaban otra autoridad distinta a la razón. Eran frenteros, le decían la verdad a quienes detentaban el poder y sin miedo a represalias y tenían la claridad para oponerse a las normas absurdas y a los malos hábitos.

Esa filosofía cínica que floreció en el periodo helenístico, dice Infante, “se parece bastante al nuestro. Yo diría que vivimos en una era de helenismo líquido, en un mundo complejo, sofisticado y globalizado que se enfrenta a grandes amenazas. Y, como en aquella época, experimentamos una demanda creciente de reflexión y pensamiento crítico que nos ayude a gestionar mejor la complejidad, la insatisfacción y la incertidumbre”. Nos preguntamos: ¿podríamos comparar aquella época con la nuestra? Creo que es grande, por no decir que gigantesca, la distancia cultural que nos separa de aquella época.

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El libro ‘No me tapes el sol’ tiene tres partes: un mundo de perros, una filosofía perra y los cuatro perros del apocalipsis. Así como un apéndice de 10 ejercicios para convertirse en un cínico de los buenos, que nos ayudará a ser capaces de no comprar lo que no necesitamos, a no preocuparnos de hacer el ridículo, a desprendernos de lo innecesario, a cultivar el sentido del humor, y a fortalecer la voluntad y el cuerpo.

En estos momentos de crisis, de aburrimiento, de incertidumbre, de posible destrucción de nuestro sueño, se aconseja vivir como los cínicos para buscar nuestra felicidad; pero también, vivir en lo pertinente conforme a las otras escuelas, que hemos mencionado.

Este escrito es uno de los varios que damos a conocer a nuestros lectores, amantes de la cultura intelectual, con los cuales desde ya conmemoramos los 25 años de la muerte del filósofo de Atánquez (17 de julio de 2021). Pero, además, la relación de Carrillo con el estudio de la filosofía antigua será uno de los tantos temas que nos proponemos investigar, y hacerlo parte de la segunda edición de mi libro ‘La vocación filosófica de Rafael Carrillo’.

Por: Carlos Elías Lúquez Carrillo