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Columnista - 9 junio, 2025

Lo mismo un burro que un gran profesor

El viejo tango “Cambalache” del maestro  Santos Discépolo en la Argentina de los  años treinta sigue  igual, en el 506 y en 2025… ¡También!

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El viejo tango “Cambalache” del maestro  Santos Discépolo en la Argentina de los  años treinta sigue  igual, en el 506 y en 2025… ¡También!

El país, la región y, en este caso, la ciudad, Valledupar, donde vivimos, las cosas andan de un colorcito pardo intenso, un raro color imposible como escribió  Soto Aparicio, ese viejo escritor casi olvidado y que tantas alegrías nos brindó con sus libros “Mientras llueve” y “Después empezará la madrugada”, entre otros.

La ausencia de líderes se nota a leguas, nadie dice nada distinto, solo repetir los mismos, con las mismas palabras, en el mismo tono, en las mismas partes, a la misma hora. No encontramos nadie con ideas renovadoras, solo contrastes de odios sin propuestas que entusiasmen a ni. Ni hombres ni mujeres, ni la extensa comunidad LGTBQ+, que, de verdad llamen la atención por lo que dicen, lo que proponen.  Parece que hasta los habladores de paja  tan propios de estas tierras se están extinguiendo y eso preocupa en una región de conversadores. 

Dice la vieja canción porteña, que atropello a la razón, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón, mezclaos en un merengue va Don Bosco y La Mignon, Don Chicho y Napoléon, Carnera y San Martín, no es lo mismo el que labura, todo el día como buey. En el lenguaje lunfardo hay vainas curiosas, pero los personajes de la canción, Don Chicho era un mafioso, labura es laborar, La Mignón es una amante, Don Bosco un sacerdote y Carnera un boxeador de época, mejor dicho, hoy con nombres vallenatos es fácil comprenderlos, incluso compararlos. Y claro, Cambalache es en la Argentina de aquellos años una especie de casa de empeño.

La cosa política nuestra es casi igual, nada de cambios, ni siquiera de nombres, nuestros ilustres congresistas, todos sin excepción, quieren repetir, algunos deben rogar su permiso, porque ni siquiera tienen la libertad de lanzarse, ¡Qué horror!  Si uno vive en la impostura, otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, rey de bastos, colchonero o polizón… sigue cantando el vate porteño.

En la reciente feria del libro vallenata, con sus eventos llenos y su plaza como infierno logramos ver semejante tropa, algunos chateando todo el tiempo sin importar lo que decían los expositores, otros tomando cafés y guardando botellitas de agua en sus bolsos, algunos despistados preguntando cuál era el tema que presuntamente acababan de oír, pero también personas importantes que aportaban con preguntas, reflexiones y opiniones oportunas. A propósito, Adolfo Meisel Roca insistió en el capital humano y su importancia, pero de Valledupar, ni un solo concejal, diputado, congresista, excepto Imelda Daza Cotes, en casi todos, se asomó por la Felva 2025. Seguramente ni se enteraron o seguían con el guayabo del festival Silvestrista. ¡Qué tristeza tan triste! Ni qué decir de los periodistas, apenas el 0,1 por ciento se asomó sorprendido que había fiesta de libros. Nos jodimos.

Ya vendrán otros eventos, otros recreos, mil conversaciones de libros, política, ladrones, deportes, escenarios, amarres para la próxima campaña electoral, que será la misma gente que quiere servir, según ellos, para el bienestar de su región. Y ni agua potable tenemos en nuestros pueblos, las vías dañadas, pero los gobiernos siguen siendo una maravilla, yo por ejemplo los aplaudo cada vez que los veo, y ellos sonríen pensando que es verdad que son los chachos. Que vaina compadre.

Por: Edgardo Mendoza Guerra- Tiro de Chorro.

Columnista
9 junio, 2025

Lo mismo un burro que un gran profesor

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

El viejo tango “Cambalache” del maestro  Santos Discépolo en la Argentina de los  años treinta sigue  igual, en el 506 y en 2025… ¡También!


El viejo tango “Cambalache” del maestro  Santos Discépolo en la Argentina de los  años treinta sigue  igual, en el 506 y en 2025… ¡También!

El país, la región y, en este caso, la ciudad, Valledupar, donde vivimos, las cosas andan de un colorcito pardo intenso, un raro color imposible como escribió  Soto Aparicio, ese viejo escritor casi olvidado y que tantas alegrías nos brindó con sus libros “Mientras llueve” y “Después empezará la madrugada”, entre otros.

La ausencia de líderes se nota a leguas, nadie dice nada distinto, solo repetir los mismos, con las mismas palabras, en el mismo tono, en las mismas partes, a la misma hora. No encontramos nadie con ideas renovadoras, solo contrastes de odios sin propuestas que entusiasmen a ni. Ni hombres ni mujeres, ni la extensa comunidad LGTBQ+, que, de verdad llamen la atención por lo que dicen, lo que proponen.  Parece que hasta los habladores de paja  tan propios de estas tierras se están extinguiendo y eso preocupa en una región de conversadores. 

Dice la vieja canción porteña, que atropello a la razón, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón, mezclaos en un merengue va Don Bosco y La Mignon, Don Chicho y Napoléon, Carnera y San Martín, no es lo mismo el que labura, todo el día como buey. En el lenguaje lunfardo hay vainas curiosas, pero los personajes de la canción, Don Chicho era un mafioso, labura es laborar, La Mignón es una amante, Don Bosco un sacerdote y Carnera un boxeador de época, mejor dicho, hoy con nombres vallenatos es fácil comprenderlos, incluso compararlos. Y claro, Cambalache es en la Argentina de aquellos años una especie de casa de empeño.

La cosa política nuestra es casi igual, nada de cambios, ni siquiera de nombres, nuestros ilustres congresistas, todos sin excepción, quieren repetir, algunos deben rogar su permiso, porque ni siquiera tienen la libertad de lanzarse, ¡Qué horror!  Si uno vive en la impostura, otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, rey de bastos, colchonero o polizón… sigue cantando el vate porteño.

En la reciente feria del libro vallenata, con sus eventos llenos y su plaza como infierno logramos ver semejante tropa, algunos chateando todo el tiempo sin importar lo que decían los expositores, otros tomando cafés y guardando botellitas de agua en sus bolsos, algunos despistados preguntando cuál era el tema que presuntamente acababan de oír, pero también personas importantes que aportaban con preguntas, reflexiones y opiniones oportunas. A propósito, Adolfo Meisel Roca insistió en el capital humano y su importancia, pero de Valledupar, ni un solo concejal, diputado, congresista, excepto Imelda Daza Cotes, en casi todos, se asomó por la Felva 2025. Seguramente ni se enteraron o seguían con el guayabo del festival Silvestrista. ¡Qué tristeza tan triste! Ni qué decir de los periodistas, apenas el 0,1 por ciento se asomó sorprendido que había fiesta de libros. Nos jodimos.

Ya vendrán otros eventos, otros recreos, mil conversaciones de libros, política, ladrones, deportes, escenarios, amarres para la próxima campaña electoral, que será la misma gente que quiere servir, según ellos, para el bienestar de su región. Y ni agua potable tenemos en nuestros pueblos, las vías dañadas, pero los gobiernos siguen siendo una maravilla, yo por ejemplo los aplaudo cada vez que los veo, y ellos sonríen pensando que es verdad que son los chachos. Que vaina compadre.

Por: Edgardo Mendoza Guerra- Tiro de Chorro.