Una hermosa tradición es comer doce uvas con las campanadas finales del 31 de diciembre, dedicadas a nuestros deseos y propósitos de año nuevo.
Una hermosa tradición es comer doce uvas con las campanadas finales del 31 de diciembre, dedicadas a nuestros deseos y propósitos de año nuevo.
Se desea más lo que nunca se ha tenido y, por eso, la paz no falta en nuestros deseos, pero debemos entender que la paz es el resultado de otros deseos y propósitos que deben cumplirse, y a esos dedico mis uvas para Colombia en 2023.
1. Seguridad en las ciudades, como bien público y derecho fundamental; que podamos pasear, ir a nuestros trabajos y actividades sin temor a perder hasta la vida.
2. Seguridad para el campo, donde conviven todas las violencias con la peor de ellas, la del abandono.
3. Que el Estado llegue al campo con sus instituciones y recursos, y que la sociedad civil lo acompañe, porque nunca habrá paz en Colombia sin la recuperación del campo.
4. Una justicia debida y oportuna, que proteja los derechos de todos y sancione sin impunidad a quien los vulnere. Sin ella, nunca habrá paz, ni habrá país.
5. Seguridad, justicia y desarrollo rural deben ser las armas que liberen a Colombia de la maldición del contra el narcotráfico, mal de males y combustible de la violencia.
6. Más libertad bien merece una uva, pero libertad efectiva, ligada a la equidad en el acceso a las oportunidades. Libertad de ser, de expresarse, de hacer y emprender, respetando los derechos de los demás.
7. Que la educación sea el canal de acceso a las oportunidades, que no sea un factor de inequidad y espacio de adoctrinamiento. Educación sin calidades diferenciales que discriminan; educación que le enseñe al ciudadano sus derechos, pero también los valores de la civilidad que permiten la convivencia.
8. Que la protección de la naturaleza sea un propósito compartido, sin extremismos, pero sin la indiferencia que destruye; buscando equilibrio entre preservación y desarrollo.
9. Que los servidores públicos sean ejemplo de esfuerzo y pulcritud, y el liderazgo político recobre la dignidad que exige el honor de representar a sus compatriotas.
10. Si exigimos voluntad política y pulcritud a nuestros gobernantes, debemos exigirnos voluntad ciudadana y la pulcritud en nuestra vida diaria, porque la disciplina social es una expresión de la paz. Abandonemos la trampa pequeña y el orgullo tonto del avivato, esa pequeña corrupción que les enseñamos a nuestros hijos.
11. Ninguno de nosotros salvará a Colombia de todos sus males, pero sin el esfuerzo de cada uno será imposible. Si nos proponemos pasar por la vida sin pisar a nadie y ayudando a quien podamos, estamos construyendo paz.
12. Mi última uva es por la única paz que puedo desear, la paz en el corazón, la que surge de la conciencia tranquila, del respeto a la diferencia, el diálogo y la tolerancia; la que depende de nosotros mismos y es nuestro mejor aporte a la paz de Colombia. Paz y prosperidad para todos en 2023.
Por José Félix Lafaurie Rivera
Una hermosa tradición es comer doce uvas con las campanadas finales del 31 de diciembre, dedicadas a nuestros deseos y propósitos de año nuevo.
Una hermosa tradición es comer doce uvas con las campanadas finales del 31 de diciembre, dedicadas a nuestros deseos y propósitos de año nuevo.
Se desea más lo que nunca se ha tenido y, por eso, la paz no falta en nuestros deseos, pero debemos entender que la paz es el resultado de otros deseos y propósitos que deben cumplirse, y a esos dedico mis uvas para Colombia en 2023.
1. Seguridad en las ciudades, como bien público y derecho fundamental; que podamos pasear, ir a nuestros trabajos y actividades sin temor a perder hasta la vida.
2. Seguridad para el campo, donde conviven todas las violencias con la peor de ellas, la del abandono.
3. Que el Estado llegue al campo con sus instituciones y recursos, y que la sociedad civil lo acompañe, porque nunca habrá paz en Colombia sin la recuperación del campo.
4. Una justicia debida y oportuna, que proteja los derechos de todos y sancione sin impunidad a quien los vulnere. Sin ella, nunca habrá paz, ni habrá país.
5. Seguridad, justicia y desarrollo rural deben ser las armas que liberen a Colombia de la maldición del contra el narcotráfico, mal de males y combustible de la violencia.
6. Más libertad bien merece una uva, pero libertad efectiva, ligada a la equidad en el acceso a las oportunidades. Libertad de ser, de expresarse, de hacer y emprender, respetando los derechos de los demás.
7. Que la educación sea el canal de acceso a las oportunidades, que no sea un factor de inequidad y espacio de adoctrinamiento. Educación sin calidades diferenciales que discriminan; educación que le enseñe al ciudadano sus derechos, pero también los valores de la civilidad que permiten la convivencia.
8. Que la protección de la naturaleza sea un propósito compartido, sin extremismos, pero sin la indiferencia que destruye; buscando equilibrio entre preservación y desarrollo.
9. Que los servidores públicos sean ejemplo de esfuerzo y pulcritud, y el liderazgo político recobre la dignidad que exige el honor de representar a sus compatriotas.
10. Si exigimos voluntad política y pulcritud a nuestros gobernantes, debemos exigirnos voluntad ciudadana y la pulcritud en nuestra vida diaria, porque la disciplina social es una expresión de la paz. Abandonemos la trampa pequeña y el orgullo tonto del avivato, esa pequeña corrupción que les enseñamos a nuestros hijos.
11. Ninguno de nosotros salvará a Colombia de todos sus males, pero sin el esfuerzo de cada uno será imposible. Si nos proponemos pasar por la vida sin pisar a nadie y ayudando a quien podamos, estamos construyendo paz.
12. Mi última uva es por la única paz que puedo desear, la paz en el corazón, la que surge de la conciencia tranquila, del respeto a la diferencia, el diálogo y la tolerancia; la que depende de nosotros mismos y es nuestro mejor aporte a la paz de Colombia. Paz y prosperidad para todos en 2023.
Por José Félix Lafaurie Rivera