En el departamento la brecha entre las instituciones privadas y públicas aún es grande. Por medir, de las 20 mejores instituciones calificadas en el Cesar por el Icfes durante el 2019, 17 son privadas.
En lo más alto de la Serranía de Perijá, a tres horas en trocha desde la cabecera municipal de Agustín Codazzi, en la vereda Tutache inician clases de lunes a viernes 200 estudiantes de las comunidades indígenas iroka y yukpa. Aunque el horario marca que la hora límite de llegada son las 7:00 de la mañana, el rector y los docentes son flexibles: en la vereda Tutache nunca llega el transporte escolar.
Lee también: Las riquezas culturales que no miden los censos
En época de verano las trochas de la Serranía de Perijá son accesibles: a camino, alrededor de tres horas; en caballo o burro, dos horas. Pero en invierno los ríos y quebradas se crecen y es imposible llegar a clases. Casi la mitad de las sillas permanecen vacías por una o dos semanas. Si llegan a clases no regresan a casa el mismo día.
Estudiar en las zonas rurales del Cesar es un desafío. Mariana López*, de 17 años, debe caminar cerca de 3 horas desde el resguardo indígena de la comunidad yukpapara llegar a la vereda Tutache, municipio de Codazzi. Cursa once grado y será la primera mujer graduada del Centro Educativo Tutache después de tres promociones.
El Colegio Nacional Loperena goza de mística. Es el símbolo de la educación pública en Valledupar y el departamento, no solo por los 78 años de labores educativas y la suma de artistas, políticos y líderes de la región que cruzaron sus aulas. En sí, el Loperena es reconocido por la distinción como la mejor institución educativa pública del Cesar y una de las mejores 20 del país, según la calificación de Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación, Icfes.
En el colegio, 35 de los 156 bachilleres alcanzaron la beca por excelencia en las Pruebas Saber 11° del 2019: un cupo seguro en las mejores universidades públicas o privadas de Colombia. El Loperena es un caso llamativo y exitoso de educación pública en el departamento.
“El año pasado el Loperena quedó con un promedio nacional de 321 puntos, por eso somos el segundo colegio público de Colombia con mayor cantidad de becas de excelencia”, narró Gonzalo Quiroz, rector delColegio Loperena.
Dichos resultados influyeron para que con un ponderado de 44.04, el departamento del Cesar se ubicara en el primer lugar de la lista de departamentos certificados en la región Caribe.
Sin embargo, a la sombra del primer lugar hay resultados alarmantes para la proyección educativa del Cesar. En el departamento la brecha entre las instituciones privadas y públicas aún es grande. Por medir, de las 20 mejores instituciones calificadas en los 25 municipios por el Icfes durante el 2019, 17 son privadas.
Y con la zona rural la brecha es mucho más pronunciada. De las 16 instituciones del Cesar calificadas con A+ en el 2019, la máxima calificación que entrega el Icfes, solo 2 son oficiales, y ambas están en Valledupar: Colegio Nacional Loperena y CASD Simón Bolívar.
No dejes de leer: El cambio climático y la crisis de los pescadores del Cesar
Al contrario, del otro lado de la pared, aparece que las 20 instituciones con los peores resultados del Cesar en las Icfes pertenecen a la zona rural y están en los municipios de Pueblo Bello, Codazzi, Río de Oro, Tamalameque y Astrea.
Las condiciones son diferentes. Mientras en el Loperena, aunque tardío, los estudiantes cuentan con rutas de transporte escolar y apoyo tecnológico en sus clases, en la vereda San Antonio, jurisdicción Manaure, los recorridos a pie de algunos estudiantes superan la hora y media.
Cada asistencia a la escuela es una maratón por caminos improvisados en las montañas de la Serranía de Perijá a más de 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar.
Por fortuna, o gestión, en San Antonio hace alrededor de dos años llegó la energía y muchas cosas cambiaron. Incluso lograron que una de sus estudiantes fuera becada para estudiar Ingeniería Agronómica. “Es un proceso lento, pero estamos apoyándonos en las nuevas tecnologías para mejorar la calidad”, comentó Dairo Calderón, rector del Colegio San Antonio.
En el Colegio Loperena con los recursos de gratuidad, explica el rector, se adquirió el servicio de internet porque en el 2019 la administración municipal lo contrató hasta el mes de septiembre, ocho meses después de haber iniciado clases. En el 2020 también se contrató fuera de tiempo.
Pero como en la mayoría de escuelas rurales del Cesar, en la vereda Tutache no hay cobertura de internet ningún mes del año escolar y los recursos no son suficientes para contratar la red. Tampoco cuentan con una extensa biblioteca, pues la producción literaria en lenguaje yukpa es poca.
“La inversión en infraestructura es muy escasa. Una vez hubo computadores viejos, pero ahora no tenemos nada de tecnología, ni laboratorios de química”, reconoce el rector Wilson Largos. Este año se dio un gran paso con la publicación del diccionario yukpa-español-inglés.
Esas deficiencias influyeron para que la sede Santa Clara del Centro Educativo Tutache se ubicara en los últimos diez puestos de los resultados Icfes del 2019, según el Índice Global de la consultora Milton Ochoa, el cual corresponde al promedio ponderado de las principales materias.
Ninguno de los estudiantes de la sede pudo acceder a las becas por excelencia, incluso, ninguno superó el porcentaje del 50 % en la prueba. “Nosotros las presentamos pero siempre los resultados son muy bajos. Esas pruebas son en castellano y cuestionan cosas que no tienen que ver con la cultura. Se ha hecho la gestión para una evaluación diferencial pero el Estado no ha dado respuesta. Si un estudiante hablante castellano sufre, imagine el yukpa que no tiene la lengua castellana como nativa”, sentenció el rector Solano.
En conclusión, si no se prima la inversión en sectores como la educación para superar la brecha entre las instituciones privadas y públicas, y entre las urbanas y rurales, además de una evaluación diferencial que entienda que Colombia es un país plurietnico, en las pruebas institucionales los estudiantes étnicos y de la zonas apartadas estarán condenados a obtener resultados que no les permitirán escalar hacia la educación superior.
*Nombre modificado por ser menor de edad.
Quiénes se están quedando atrás -Capítulo 3: Geográfico.
Por Deivis Caro
[email protected]
En el departamento la brecha entre las instituciones privadas y públicas aún es grande. Por medir, de las 20 mejores instituciones calificadas en el Cesar por el Icfes durante el 2019, 17 son privadas.
En lo más alto de la Serranía de Perijá, a tres horas en trocha desde la cabecera municipal de Agustín Codazzi, en la vereda Tutache inician clases de lunes a viernes 200 estudiantes de las comunidades indígenas iroka y yukpa. Aunque el horario marca que la hora límite de llegada son las 7:00 de la mañana, el rector y los docentes son flexibles: en la vereda Tutache nunca llega el transporte escolar.
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En época de verano las trochas de la Serranía de Perijá son accesibles: a camino, alrededor de tres horas; en caballo o burro, dos horas. Pero en invierno los ríos y quebradas se crecen y es imposible llegar a clases. Casi la mitad de las sillas permanecen vacías por una o dos semanas. Si llegan a clases no regresan a casa el mismo día.
Estudiar en las zonas rurales del Cesar es un desafío. Mariana López*, de 17 años, debe caminar cerca de 3 horas desde el resguardo indígena de la comunidad yukpapara llegar a la vereda Tutache, municipio de Codazzi. Cursa once grado y será la primera mujer graduada del Centro Educativo Tutache después de tres promociones.
El Colegio Nacional Loperena goza de mística. Es el símbolo de la educación pública en Valledupar y el departamento, no solo por los 78 años de labores educativas y la suma de artistas, políticos y líderes de la región que cruzaron sus aulas. En sí, el Loperena es reconocido por la distinción como la mejor institución educativa pública del Cesar y una de las mejores 20 del país, según la calificación de Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación, Icfes.
En el colegio, 35 de los 156 bachilleres alcanzaron la beca por excelencia en las Pruebas Saber 11° del 2019: un cupo seguro en las mejores universidades públicas o privadas de Colombia. El Loperena es un caso llamativo y exitoso de educación pública en el departamento.
“El año pasado el Loperena quedó con un promedio nacional de 321 puntos, por eso somos el segundo colegio público de Colombia con mayor cantidad de becas de excelencia”, narró Gonzalo Quiroz, rector delColegio Loperena.
Dichos resultados influyeron para que con un ponderado de 44.04, el departamento del Cesar se ubicara en el primer lugar de la lista de departamentos certificados en la región Caribe.
Sin embargo, a la sombra del primer lugar hay resultados alarmantes para la proyección educativa del Cesar. En el departamento la brecha entre las instituciones privadas y públicas aún es grande. Por medir, de las 20 mejores instituciones calificadas en los 25 municipios por el Icfes durante el 2019, 17 son privadas.
Y con la zona rural la brecha es mucho más pronunciada. De las 16 instituciones del Cesar calificadas con A+ en el 2019, la máxima calificación que entrega el Icfes, solo 2 son oficiales, y ambas están en Valledupar: Colegio Nacional Loperena y CASD Simón Bolívar.
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Al contrario, del otro lado de la pared, aparece que las 20 instituciones con los peores resultados del Cesar en las Icfes pertenecen a la zona rural y están en los municipios de Pueblo Bello, Codazzi, Río de Oro, Tamalameque y Astrea.
Las condiciones son diferentes. Mientras en el Loperena, aunque tardío, los estudiantes cuentan con rutas de transporte escolar y apoyo tecnológico en sus clases, en la vereda San Antonio, jurisdicción Manaure, los recorridos a pie de algunos estudiantes superan la hora y media.
Cada asistencia a la escuela es una maratón por caminos improvisados en las montañas de la Serranía de Perijá a más de 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar.
Por fortuna, o gestión, en San Antonio hace alrededor de dos años llegó la energía y muchas cosas cambiaron. Incluso lograron que una de sus estudiantes fuera becada para estudiar Ingeniería Agronómica. “Es un proceso lento, pero estamos apoyándonos en las nuevas tecnologías para mejorar la calidad”, comentó Dairo Calderón, rector del Colegio San Antonio.
En el Colegio Loperena con los recursos de gratuidad, explica el rector, se adquirió el servicio de internet porque en el 2019 la administración municipal lo contrató hasta el mes de septiembre, ocho meses después de haber iniciado clases. En el 2020 también se contrató fuera de tiempo.
Pero como en la mayoría de escuelas rurales del Cesar, en la vereda Tutache no hay cobertura de internet ningún mes del año escolar y los recursos no son suficientes para contratar la red. Tampoco cuentan con una extensa biblioteca, pues la producción literaria en lenguaje yukpa es poca.
“La inversión en infraestructura es muy escasa. Una vez hubo computadores viejos, pero ahora no tenemos nada de tecnología, ni laboratorios de química”, reconoce el rector Wilson Largos. Este año se dio un gran paso con la publicación del diccionario yukpa-español-inglés.
Esas deficiencias influyeron para que la sede Santa Clara del Centro Educativo Tutache se ubicara en los últimos diez puestos de los resultados Icfes del 2019, según el Índice Global de la consultora Milton Ochoa, el cual corresponde al promedio ponderado de las principales materias.
Ninguno de los estudiantes de la sede pudo acceder a las becas por excelencia, incluso, ninguno superó el porcentaje del 50 % en la prueba. “Nosotros las presentamos pero siempre los resultados son muy bajos. Esas pruebas son en castellano y cuestionan cosas que no tienen que ver con la cultura. Se ha hecho la gestión para una evaluación diferencial pero el Estado no ha dado respuesta. Si un estudiante hablante castellano sufre, imagine el yukpa que no tiene la lengua castellana como nativa”, sentenció el rector Solano.
En conclusión, si no se prima la inversión en sectores como la educación para superar la brecha entre las instituciones privadas y públicas, y entre las urbanas y rurales, además de una evaluación diferencial que entienda que Colombia es un país plurietnico, en las pruebas institucionales los estudiantes étnicos y de la zonas apartadas estarán condenados a obtener resultados que no les permitirán escalar hacia la educación superior.
*Nombre modificado por ser menor de edad.
Quiénes se están quedando atrás -Capítulo 3: Geográfico.
Por Deivis Caro
[email protected]