Muchos vallenatos están en desacuerdo en que se siga usando el espacio público para que los particulares hagan su “agosto” a costa del deterioro de la malla vial y los espacios peatonales para quienes no tienen un medio de transporte.
Pero lo más dañino son los ejemplos que los adultos les dan a los menores de edad y a la juventud vallenata, provocando e invitando a beber ron y bebidas embriagantes, a parrandear desde joven porque eso es vida y relax. ¿Excitando a la violencia y al licor?
Es decir, induciendo a la juventud a emborracharse desde temprana edad, para crear una cultura del borracho. No es cultura de vida.
Traigo a colación lo anterior para que las autoridades locales y las de control intervengan para regularizar los desfiles y caravanas de multitudes en Valledupar por calles y carreras de la ciudad, como la que promovió recientemente el cantante Silvestre Dangond, denominado por él mismo como el “Festival Silvestrista”, en el lanzamiento de su disco “El último baile”.
Por su liderazgo en la música vallenata, seguramente por encima de las otras agrupaciones vallenatas, Silvestre programó cuatro eventos en el parque y el primer día (jueves) fue con una caravana por un trayecto de la ciudad que provocó por más de 8 horas trancones, accidentes, riñas, heridos, hurtos a tutiplén, choques entre carros y motocicletas, contusos y hasta encendidas peleas entre mujeres celosas. Incluso varias personas fueron detenidas transitoriamente mientras las autoridades investigaban las procedencias de carros, motocicletas, identidades de personas, etc.
Además, se limitó el ingreso a varios sitios de la ciudad como el balneario Hurtado y su red vial y se provocó un caos generalizado por varias horas por el acceso a lugares recreativos de la ciudad, sitios de sano esparcimiento para niños y jóvenes.
“Estamos en la feria del ron y el desorden”, atinó a decir un monteriano que llegó del municipio de Oveja para estar presente en el evento de su ídolo Silvestre Dangond.
En fin, se cree conveniente que la caravana, aunque no fue multitudinaria, no se justifica porque causa muchos traumas y daños en la ciudad por el comportamiento de algunas personas.
Incluso, se deja desprotegida gran parte de la ciudad porque las autoridades de policía son desplazadas a la caravana.
Ahora, ¿esto es un negocio para Silvestre, para la Alcaldía, para unos empresarios foráneos? Los que se lucran con sumas millonarias deben reparar los daños y resarcir los inconvenientes cuantitativos y cualitativos de un puñado de vallenatos que prefieren a un Silvestre Dangond cantando vallenato que brincando de contento en una canasta hidráulica que puso incómodo a su acordeonero “Juancho” de La Espriella.
Finalmente, se requiere que Silvestre Dangond, así como convocó a su festival Silvestrista rinda cuenta a los anfitriones, a los vallenatos y con el alcalde Ernesto Orozco hagan un alto en el camino y pongan en marcha el proyecto que firmaron días antes, denominado ‘Pacto de Cooperación’ entre la Alcaldía de Valledupar y el cantante, dizque para promover y preservar la música vallenata.
Aquí hay una preocupación: ¿dicha firma entre el cantante y el alcalde fue para exonerar de impuestos por el uso del parque a Silvestre o la organización pagó por el uso del parque durante tres días? La administración local debe dar cuenta.
Se recuerda que ninguna entidad pública debe darle a un tercero un bien público para que lo explote y muchos menos si se trata del espacio público. Además, nadie controló los precios ni las cantidades, adentro del parque porque una botellita de agua de $800 costaba hasta $10 mil. Hasta la próxima semana.
Por: Aquilino Cotes Zuleta.












