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La violencia es cíclica

Ya ni las imágenes logran capturar la mente y el corazón del hombre irracional, para atenuar la catástrofe mundial, si describimos la invasión de Rusia a Ucrania o si visibilizamos la Franja de Gaza a través de las elucubraciones que pone en contexto la árabe Tawakkol Karman, quien ganó el Premio Nobel de la Paz en 2011, al censurar que el mundo calla ante el genocidio y la limpieza étnica del pueblo palestino.

La violencia es cíclica

La violencia es cíclica

Por: Miguel

@el_pilon

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Ya ni las imágenes logran capturar la mente y el corazón del hombre irracional, para atenuar la catástrofe mundial, si describimos la invasión de Rusia a Ucrania o si visibilizamos la Franja de Gaza a través de las elucubraciones que pone en contexto la árabe Tawakkol Karman, quien ganó el Premio Nobel de la Paz en 2011, al censurar que el mundo calla ante el genocidio y la limpieza étnica del pueblo palestino.

El gobierno de Petro ha disminuido la violencia en comparación con gobiernos anteriores que acolitaron los carrobombas en todas las ciudades, los asesinatos de candidatos a la presidencia, magistrados, fiscales, líderes políticos, ministros, procuradores, derribamiento de torres eléctricas, bombardeos de puentes, edificios, pescas milagrosas, genocidios de la UP, falsos positivos por miles, secuestros masivos, tomas de embajadas con embajadores tomados como rehenes, de cuarteles y destrucción de las instalaciones del DAS y la Academia de Policía.

Pero no daba tregua el  robo de armas del ejército, secuestros masivos de soldados y de aviones, del expresidente Andrés Pastrana a manos de ‘Los Extraditables’ del Cartel de Medellín, en la sede de su campaña a la Alcaldía de Bogotá en el barrio La Soledad, el secuestro de Diana Turbay y Pachito Santos, toma de asambleas departamentales y matanza de policías, cuyas cabezas tenían precios.

La mansión construida a Pablo Escobar para que delinquiera y ordenara asesinatos de altos funcionarios, son legados de gobiernos de derecha sobre escenas dantescas que causaron espanto u horror y que nadie podrá sustraer de la historia bien contada, sin tergiversarla, para no caer en la mentira encuadernada. 

Hay que recordar la historia para que no se repita, dijo George Santayana, aunque no especificó, si se refería a la historia de horror desatada en la violencia liberal conservadora, página terrorífica que protagonizó la policía “chulavita”, con igual o mayor capacidad de crueldad que las autodefensas, escenas inenarrables en una misma novela de terror con diferentes protagonistas.

El pecado tiene muchas herramientas, pero la mentira es el mango que encaja en todas, un verdadero karma, porque el desconocimiento de la verdad te hace esclavo de la mentira.

El enemigo número uno de la humanidad es la ignorancia, que distorsiona la información, convirtiéndola en noticias falsas para crear un ambiente de discordia que desata la confrontación bélica, detonante de un mundo convulsionado y degradado por la pérdida de valores.

El libro “Lo que el cielo no perdona”, del presbítero Fidel Blandón Berrío, narra la historia del campesino que perdió su esposa en estado de gravidez, a quien le abrieron el vientre para sacarle la criatura, muriendo ante la mirada impávida y los gritos despavoridos, el mismo que vio arder todo cuanto tenía y que sobrevivió de milagro escapando al ataque nocturno, presenció cómo castraban a su hijo mayor, cogido en la cementera y pasado de lado a lado con el regatón, lo dejaron muerto como en un trapecio entre dos rocas. Al otro le habían matado la esposa y robado una hija de 16 años, le prendieron fuego al rancho y nada se volvió a saber de la adolescente raptada.

Son vivencias de sucesos macabros  que hay que recordar, pero que inevitablemente se repiten, porque esa es la condición humana, cada día más alejado de Dios, pero ligado a monstruosidades cíclicas, a juzgar de hechos más recientes, marcados por el rugir de las motosierras y grabadas en el imaginario colectivo, un pueblo aterrado que no sale de su asombro por tanta maldad y sevicia, subyace la impotencia de decenas de miles de vidas inocentes e indefensas, víctimas de la disputa del poder, terrible pestilencia que todo lo corrompe mientras que la filosofía política se desnaturaliza y no se enfoca  en el estudio de las leyes para la gobernabilidad.

Por: Miguel Aroca Yepes.

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