Afortunadamente el corte progresista del Gobierno nacional cambió el enfoque del Plan Nacional de Desarrollo, implementando los principios de inclusión y justicia ambiental, es así que perfila la planificación de los territorios en torno al agua, priorizando la sostenibilidad de los sistemas hídricos.
Cada vez que se va a elegir al encargado de dirigir cualquier entidad importante, se construyen narrativas para ambientar la favorabilidad o destrucción de un nombre, ignorando totalmente la ética, idoneidad y experiencia del participante, todo en el marco de grandes componendas que van desde la seducción con dádivas burocráticas, contractuales o económicas para los encargados de tomar la decisión, hasta las ruines presiones no ajenas a amenazas y hechos de fuerza que utilizan quienes en su ambición desmedida por el dinero, traspasan sin sonrojarse los quicios de la ilegalidad.
Esta vez la elección del director de la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, no ha sido la excepción. Creo que los cuarenta participantes son ciudadanos honorables, quienes desde sus diferentes perspectivas programáticas le plantearán un Plan de Acción al Consejo Directivo de la entidad, para que sean ellos y solo ellos, en su buen saber y entender, quienes tomen una decisión independiente a los distractores mediáticos que por estos días se han puesto sobre el tapete de la actualidad, pero que aparte de develar la negligencia administrativa del municipio de Valledupar, poco o nada tienen que ver con una adecuada designación.
El soterrado ‘cabildeo’ que se hace ante los consejeros y el mismo director para permear las decisiones de la corporación no es nada nuevo, incluso hace algún tiempo los grupos paramilitares secuestraron a un director para obligarlo a renunciar; hoy vemos como las concesiones hídricas del río Guatapurí sin control merman el caudal del río, ahora más notorio ante el calentamiento global; de las tasas retributivas ambientales no hablemos y las compensaciones que por explotación de materiales para la construcción en canteras sigue siendo el gran ausente en la gestión. Nacionalmente hay casos parecidos, unos ciertos y otros no pasan de ser mitos, los cuales se formalizan ante la paquidermia de estas entidades.
Afortunadamente el corte progresista del Gobierno nacional cambió el enfoque del Plan Nacional de Desarrollo, implementando los principios de inclusión y justicia ambiental, es así que perfila la planificación de los territorios en torno al agua, priorizando la sostenibilidad de los sistemas hídricos. El desarrollo y la equidad social deben ir de la mano de la protección del ambiente. Así se entiende el interés nacional en rescatar de las garras del perverso cientelismo a las corporaciones autónomas regionales.
Es la apuesta en el departamento del Cesar. En buena hora se anuncia desde la Presidencia de la República y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible una exhaustiva evaluación de cada una de las hojas de vida, confrontando conocimientos, vocación ambiental y compromiso ético moral para que nuestra corporación autónoma quede en las mejores manos. Entendió el gobierno que el liderazgo se debe poner a salvo de la inercia que hoy tiene a la corporación sumergida en las críticas.
Sin demeritar a aspirante alguno, personalmente creo que quien reúne todas estas cualidades es Limber Redondo De Armas, administrador de empresas y magíster en Gestión Ambiental, comprometido en la educación y conservación ambiental, con énfasis en el control al cambio climático, lo que lo ha hecho merecedor de distinciones y premios internacionales, incluido un doctorado Honoris Causa, representándonos en América Latina y Europa.
Esperemos que las mañosas dilaciones no impidan su designación y sea el complejo ambiental del departamento del Cesar el que se beneficie de este talento con probada vocación de trabajo, por muchos años usada en la conservación del ecosistema regional. Fuerte abrazo.
Por: Antonio María Araújo Calderón
Afortunadamente el corte progresista del Gobierno nacional cambió el enfoque del Plan Nacional de Desarrollo, implementando los principios de inclusión y justicia ambiental, es así que perfila la planificación de los territorios en torno al agua, priorizando la sostenibilidad de los sistemas hídricos.
Cada vez que se va a elegir al encargado de dirigir cualquier entidad importante, se construyen narrativas para ambientar la favorabilidad o destrucción de un nombre, ignorando totalmente la ética, idoneidad y experiencia del participante, todo en el marco de grandes componendas que van desde la seducción con dádivas burocráticas, contractuales o económicas para los encargados de tomar la decisión, hasta las ruines presiones no ajenas a amenazas y hechos de fuerza que utilizan quienes en su ambición desmedida por el dinero, traspasan sin sonrojarse los quicios de la ilegalidad.
Esta vez la elección del director de la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, no ha sido la excepción. Creo que los cuarenta participantes son ciudadanos honorables, quienes desde sus diferentes perspectivas programáticas le plantearán un Plan de Acción al Consejo Directivo de la entidad, para que sean ellos y solo ellos, en su buen saber y entender, quienes tomen una decisión independiente a los distractores mediáticos que por estos días se han puesto sobre el tapete de la actualidad, pero que aparte de develar la negligencia administrativa del municipio de Valledupar, poco o nada tienen que ver con una adecuada designación.
El soterrado ‘cabildeo’ que se hace ante los consejeros y el mismo director para permear las decisiones de la corporación no es nada nuevo, incluso hace algún tiempo los grupos paramilitares secuestraron a un director para obligarlo a renunciar; hoy vemos como las concesiones hídricas del río Guatapurí sin control merman el caudal del río, ahora más notorio ante el calentamiento global; de las tasas retributivas ambientales no hablemos y las compensaciones que por explotación de materiales para la construcción en canteras sigue siendo el gran ausente en la gestión. Nacionalmente hay casos parecidos, unos ciertos y otros no pasan de ser mitos, los cuales se formalizan ante la paquidermia de estas entidades.
Afortunadamente el corte progresista del Gobierno nacional cambió el enfoque del Plan Nacional de Desarrollo, implementando los principios de inclusión y justicia ambiental, es así que perfila la planificación de los territorios en torno al agua, priorizando la sostenibilidad de los sistemas hídricos. El desarrollo y la equidad social deben ir de la mano de la protección del ambiente. Así se entiende el interés nacional en rescatar de las garras del perverso cientelismo a las corporaciones autónomas regionales.
Es la apuesta en el departamento del Cesar. En buena hora se anuncia desde la Presidencia de la República y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible una exhaustiva evaluación de cada una de las hojas de vida, confrontando conocimientos, vocación ambiental y compromiso ético moral para que nuestra corporación autónoma quede en las mejores manos. Entendió el gobierno que el liderazgo se debe poner a salvo de la inercia que hoy tiene a la corporación sumergida en las críticas.
Sin demeritar a aspirante alguno, personalmente creo que quien reúne todas estas cualidades es Limber Redondo De Armas, administrador de empresas y magíster en Gestión Ambiental, comprometido en la educación y conservación ambiental, con énfasis en el control al cambio climático, lo que lo ha hecho merecedor de distinciones y premios internacionales, incluido un doctorado Honoris Causa, representándonos en América Latina y Europa.
Esperemos que las mañosas dilaciones no impidan su designación y sea el complejo ambiental del departamento del Cesar el que se beneficie de este talento con probada vocación de trabajo, por muchos años usada en la conservación del ecosistema regional. Fuerte abrazo.
Por: Antonio María Araújo Calderón