Hay que construir con diálogo las condiciones para que la violencia cese y el ejército abandone el territorio ucraniano, y cesen los ataques a la población civil. La comunidad internacional tiene que rechazar la invasión y rodear a las víctimas de una política guerrerista que está proscrita por el orden internacional.
La paz es un derecho humano y una finalidad establecida en la Carta de Naciones Unidas y en los distintos tratados de derechos humanos incorporados en su sistema. Pero la paz no sólo es un derecho humano y una finalidad de los estados miembros de las Naciones Unidas, la paz es también, un valor superior de la política universal que irradia la vida en el planeta y limita sus acciones políticas. Por ser un valor superior, requiere directrices que sirven de marco de referencia a las instituciones políticas y jurídicas.
La paz está inserta en el espíritu humano. Lo está porque es un valor. Tanto es así que recuerdo que en mi juventud bailaba al son de la música caribeña que decía: “Porque duermes, cuando debes estar de pie, despierten el mundo nos ofrece distintas maravillas. Porque pelear, porque discutir con tu prójimo. No sabes que él mismo te puede ayudar. Vamos todos a juntarnos y a cantarles a la paz. Paz no quiero guerra, queremos paz”, dice un estribillo interpretado por Frankie Dante con la Orquesta La Flamboyán. Despertemos y juntémonos por la paz y en contra de la guerra. No a la guerra como medio de la política.
Pongámonos de pie para rechazar por medio del derecho y el diálogo. La teoría del amigo – enemigo, profesada por teóricos como Carl Schmitt utilizada en la segunda guerra mundial, hoy implementada por algunos estadistas, como Vladimir Putin, es inaceptable en el Siglo XXI, menos aceptable, que se amenace con la utilización de armas atómicas en contra de naciones y de la población civil, como medio de lograr el éxito de sus objetivos. La invasión militar de Rusia a Ucrania, es un asunto que nos atañe a toda la humanidad, en especial, a nuestro país por obvias razones políticas.
No se trata de responder en forma militar a la invasión por parte de nuestro gobierno, ni más faltaba, sobran los pregoneros de la guerra, pero sí de implementar acciones diplomáticas orientadas a que la política de invasión cese y que las relaciones entre Rusia y el mundo no conduzcan a una confrontación planetaria con armas atómicas que pongan en peligro la vida en el planeta. Hay que solucionar el conflicto para que no escale a niveles superiores, sino que, por el contrario, que disminuya y cese en forma definitiva.
Hay que construir con diálogo las condiciones para que la violencia cese y el ejército abandone el territorio ucraniano, y cesen los ataques a la población civil. La comunidad internacional tiene que rechazar la invasión y rodear a las víctimas de una política guerrerista que está proscrita por el orden internacional.
Al ser la paz un valor superior que sirve de orientación a la comunidad internacional, la guerra, todo tipo de guerras, como medio de solución de conflictos nacionales e internacionales están proscritas, esta regla forma parte integrante de la cultura universal construida luego de la catastrófica segunda guerra mundial y están fundamentadas por el valor superior de la paz. No existen hoy en día guerras justas, ni justificación a la guerra preventiva que se utilizaba en el pasado medieval y sobre la que se construyeron tratados jurídicos sobre las guerras justas. La invasión rusa es contraria a la paz. Y está por fuera del orden jurídico universal.
No se puede condicionar terminar la invasión rusa a la decisión de una administración de justicia universal, este camino no es viable. Hay que hacer negociación directa de las partes con el respaldo de la comunidad internacional, y que se repudie en forma enérgica la utilización de la guerra como medio de la política. Definitivamente la paz es un valor universal superior.
Por Eduardo Verano De La Rosa
Hay que construir con diálogo las condiciones para que la violencia cese y el ejército abandone el territorio ucraniano, y cesen los ataques a la población civil. La comunidad internacional tiene que rechazar la invasión y rodear a las víctimas de una política guerrerista que está proscrita por el orden internacional.
La paz es un derecho humano y una finalidad establecida en la Carta de Naciones Unidas y en los distintos tratados de derechos humanos incorporados en su sistema. Pero la paz no sólo es un derecho humano y una finalidad de los estados miembros de las Naciones Unidas, la paz es también, un valor superior de la política universal que irradia la vida en el planeta y limita sus acciones políticas. Por ser un valor superior, requiere directrices que sirven de marco de referencia a las instituciones políticas y jurídicas.
La paz está inserta en el espíritu humano. Lo está porque es un valor. Tanto es así que recuerdo que en mi juventud bailaba al son de la música caribeña que decía: “Porque duermes, cuando debes estar de pie, despierten el mundo nos ofrece distintas maravillas. Porque pelear, porque discutir con tu prójimo. No sabes que él mismo te puede ayudar. Vamos todos a juntarnos y a cantarles a la paz. Paz no quiero guerra, queremos paz”, dice un estribillo interpretado por Frankie Dante con la Orquesta La Flamboyán. Despertemos y juntémonos por la paz y en contra de la guerra. No a la guerra como medio de la política.
Pongámonos de pie para rechazar por medio del derecho y el diálogo. La teoría del amigo – enemigo, profesada por teóricos como Carl Schmitt utilizada en la segunda guerra mundial, hoy implementada por algunos estadistas, como Vladimir Putin, es inaceptable en el Siglo XXI, menos aceptable, que se amenace con la utilización de armas atómicas en contra de naciones y de la población civil, como medio de lograr el éxito de sus objetivos. La invasión militar de Rusia a Ucrania, es un asunto que nos atañe a toda la humanidad, en especial, a nuestro país por obvias razones políticas.
No se trata de responder en forma militar a la invasión por parte de nuestro gobierno, ni más faltaba, sobran los pregoneros de la guerra, pero sí de implementar acciones diplomáticas orientadas a que la política de invasión cese y que las relaciones entre Rusia y el mundo no conduzcan a una confrontación planetaria con armas atómicas que pongan en peligro la vida en el planeta. Hay que solucionar el conflicto para que no escale a niveles superiores, sino que, por el contrario, que disminuya y cese en forma definitiva.
Hay que construir con diálogo las condiciones para que la violencia cese y el ejército abandone el territorio ucraniano, y cesen los ataques a la población civil. La comunidad internacional tiene que rechazar la invasión y rodear a las víctimas de una política guerrerista que está proscrita por el orden internacional.
Al ser la paz un valor superior que sirve de orientación a la comunidad internacional, la guerra, todo tipo de guerras, como medio de solución de conflictos nacionales e internacionales están proscritas, esta regla forma parte integrante de la cultura universal construida luego de la catastrófica segunda guerra mundial y están fundamentadas por el valor superior de la paz. No existen hoy en día guerras justas, ni justificación a la guerra preventiva que se utilizaba en el pasado medieval y sobre la que se construyeron tratados jurídicos sobre las guerras justas. La invasión rusa es contraria a la paz. Y está por fuera del orden jurídico universal.
No se puede condicionar terminar la invasión rusa a la decisión de una administración de justicia universal, este camino no es viable. Hay que hacer negociación directa de las partes con el respaldo de la comunidad internacional, y que se repudie en forma enérgica la utilización de la guerra como medio de la política. Definitivamente la paz es un valor universal superior.
Por Eduardo Verano De La Rosa