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Columnista - 28 septiembre, 2018

La odisea musical de Juancho

Hace aproximadamente unos cuatro años, Juan Mario De la Espriella, quien hacía pareja musical con Martín Elías Díaz, y de quien podemos afirmar con conocimiento de causa que es uno de los acordeoneros más entregados y acuciosos de nuestra música, se dio a la tarea de vislumbrar un trabajo musical sin presión comercial y empezó […]

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Hace aproximadamente unos cuatro años, Juan Mario De la Espriella, quien hacía pareja musical con Martín Elías Díaz, y de quien podemos afirmar con conocimiento de causa que es uno de los acordeoneros más entregados y acuciosos de nuestra música, se dio a la tarea de vislumbrar un trabajo musical sin presión comercial y empezó a madurar la idea de realizar un compacto en el que ni las disqueras, ni el afán mercantil de posicionamiento y venta condicionaran, como en efecto lo hacen, la escogencia de los temas, los instrumentos, los músicos, los aires a grabar y demás elementos que hacen parte de una grabación.

Juancho no pensó en grabar un álbum de clásicos, más bien en hacer un trabajo musical como él soñaba el vallenato, el mismo vallenato que Juancho escuchó cuando dio sus primeros pasos en la música y el cual se encuentra hoy casi desaparecido. La idea era que las canciones fuesen inéditas, o sí habían sido grabadas, no fueran tan conocidas.

Ahí inició su odisea, lo primero era recopilar el material y seleccionar los temas, para lo cual le tocó hacer lo que se hacía por los años setenta y ochenta, visitar personalmente a los compositores que podían tener aquellas canciones que clasificaran en los cánones del verdadero vallenato, sin interesar para nada que el trabajo fuera bien recibido por la crítica o tuviese ventas millonarias.

Un gran esfuerzo de recursos de toda índole desplegó Juancho durante los anteriores cuatro años, para materializar su brillante idea de grabar un disco sin presiones ni intereses distintos al gusto por la buena música, y concretamente, por el buen vallenato.

En la vida artística de Juancho, durante el tiempo que estuvo madurando ese proyecto, ocurrieron tantas cosas que se pueden considerar los años más movidos de su trayectoria: se separó de Martín Elías y se unió a ‘El Mono’ Zabaleta, luego se reencuentra con Silvestre Dangond, se separa de Silvestre y se reencuentra con Peter; en fin, su vida musical fue una verdadera odisea.

Pero si fue difícil compilar las canciones, mucho más complejo fue reunir a quince de los mejores cantantes del vallenato, y convencerlos que lo acompañaran en esta ilusión que Juancho soñó en materializar, pero que en algunos momentos se volvió tan engorroso, que estuvo a punto de claudicar.

A un artista como Juancho, acostumbrado a dedicarse únicamente a lo musical, en esta oportunidad le tocó vivir en carne propia lo que significa conseguir músicos, grabar en más de cinco ciudades y diversos estudios, diseñar carátula, aprobar fotografías, entenderse con promoción y venta digital, en fin, un sinnúmero de trámites y pasos que casi lo vuelven loco, pero que a mediados del presente mes que culmina se vio recompensado al tener ya en el mercado su obra ‘Mi Esencia’, la cual ha recibido disco de oro por ventas físicas en menos de quince días, y a lo que nosotros llamamos un trabajo para quitársele el sombrero a quien lo hizo.

Por Jorge Naín Ruiz

Columnista
28 septiembre, 2018

La odisea musical de Juancho

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Nain

Hace aproximadamente unos cuatro años, Juan Mario De la Espriella, quien hacía pareja musical con Martín Elías Díaz, y de quien podemos afirmar con conocimiento de causa que es uno de los acordeoneros más entregados y acuciosos de nuestra música, se dio a la tarea de vislumbrar un trabajo musical sin presión comercial y empezó […]


Hace aproximadamente unos cuatro años, Juan Mario De la Espriella, quien hacía pareja musical con Martín Elías Díaz, y de quien podemos afirmar con conocimiento de causa que es uno de los acordeoneros más entregados y acuciosos de nuestra música, se dio a la tarea de vislumbrar un trabajo musical sin presión comercial y empezó a madurar la idea de realizar un compacto en el que ni las disqueras, ni el afán mercantil de posicionamiento y venta condicionaran, como en efecto lo hacen, la escogencia de los temas, los instrumentos, los músicos, los aires a grabar y demás elementos que hacen parte de una grabación.

Juancho no pensó en grabar un álbum de clásicos, más bien en hacer un trabajo musical como él soñaba el vallenato, el mismo vallenato que Juancho escuchó cuando dio sus primeros pasos en la música y el cual se encuentra hoy casi desaparecido. La idea era que las canciones fuesen inéditas, o sí habían sido grabadas, no fueran tan conocidas.

Ahí inició su odisea, lo primero era recopilar el material y seleccionar los temas, para lo cual le tocó hacer lo que se hacía por los años setenta y ochenta, visitar personalmente a los compositores que podían tener aquellas canciones que clasificaran en los cánones del verdadero vallenato, sin interesar para nada que el trabajo fuera bien recibido por la crítica o tuviese ventas millonarias.

Un gran esfuerzo de recursos de toda índole desplegó Juancho durante los anteriores cuatro años, para materializar su brillante idea de grabar un disco sin presiones ni intereses distintos al gusto por la buena música, y concretamente, por el buen vallenato.

En la vida artística de Juancho, durante el tiempo que estuvo madurando ese proyecto, ocurrieron tantas cosas que se pueden considerar los años más movidos de su trayectoria: se separó de Martín Elías y se unió a ‘El Mono’ Zabaleta, luego se reencuentra con Silvestre Dangond, se separa de Silvestre y se reencuentra con Peter; en fin, su vida musical fue una verdadera odisea.

Pero si fue difícil compilar las canciones, mucho más complejo fue reunir a quince de los mejores cantantes del vallenato, y convencerlos que lo acompañaran en esta ilusión que Juancho soñó en materializar, pero que en algunos momentos se volvió tan engorroso, que estuvo a punto de claudicar.

A un artista como Juancho, acostumbrado a dedicarse únicamente a lo musical, en esta oportunidad le tocó vivir en carne propia lo que significa conseguir músicos, grabar en más de cinco ciudades y diversos estudios, diseñar carátula, aprobar fotografías, entenderse con promoción y venta digital, en fin, un sinnúmero de trámites y pasos que casi lo vuelven loco, pero que a mediados del presente mes que culmina se vio recompensado al tener ya en el mercado su obra ‘Mi Esencia’, la cual ha recibido disco de oro por ventas físicas en menos de quince días, y a lo que nosotros llamamos un trabajo para quitársele el sombrero a quien lo hizo.

Por Jorge Naín Ruiz