Antes de ayer abordamos los esfuerzos que hace la organización Magia Vallenata para transformar el territorio. Hoy queremos desarrollar algunos otros aspectos. El pasado 4 de marzo nos referíamos en el editorial ‘Cuál es nuestro turismo’: Hay ausencia de atractivos turísticos en nuestro territorio. Aunque se pueda decir que los hay y nos ha prodigado […]
Antes de ayer abordamos los esfuerzos que hace la organización Magia Vallenata para transformar el territorio. Hoy queremos desarrollar algunos otros aspectos.
El pasado 4 de marzo nos referíamos en el editorial ‘Cuál es nuestro turismo’: Hay ausencia de atractivos turísticos en nuestro territorio. Aunque se pueda decir que los hay y nos ha prodigado la naturaleza con ellos, es una afirmación relativa. No tenemos una gran localización sobre el litoral como sí la tienen las llamadas tres perlas: Santa Marta, Barranquilla y Cartagena, y La Guajira – donde hay municipios espectaculares como Manaure-, que ofrecen opciones de sol y playa, y en el caso de Cartagena y Santa Marta ofrecen turismo cultural y étnico.
Cartagena es una potencia turística de talla mundial y a Santa Marta llegan extranjeros para visitar sus sitios, entre ellos el parque Tayrona, Ciudad Perdida y arriban hasta Palomino, en La Guajira, que junto con Mayapo se ha ido conformando en parajes naturales y de infraestructura y servicios conexos.
Ahora, con las nuevas pavimentaciones, como las de Uribia al Cabo de la Vela o las de Manaure bordeando la costa hacia arriba, tomará mayor vuelo.
Valledupar tiene atractivo folclórico-cultural, es su elemento diferenciador, aunque tiene naturaleza carece de infraestructura y de gente especializada. No es suficiente con ser amables.
Se requiere saber el oficio, manejar idiomas. La afluencia de extranjeros en el departamento y su capital es bajísima; a solo 3 horas y media, en Santa Marta, hay miles de extranjeros que se podrían motivar venir hasta Valledupar.
Valledupar podría tener una oportunidad dentro de circuitos turísticos con La Guajira, la depresión momposina y la ciénaga de Zapatosa. En esta se hizo un bonito muelle, pero no hay un hotel adecuado. Ojalá que al pensarse como sub-sede de deportes acuáticos de los Juegos Bolivarianos se construyan esos alojamientos.
Es decir, debemos identificar dónde está nuestro turismo diferente por explotar. Podría haber otros filones: el turismo religioso (nuestras iglesias de la ciudad y alrededores: la nueva gran catedral, el futuro monumento y parque acceso al Ecce Homo, incluso los cementerios), el turismo de convenciones, de salud, de producción audiovisual y cine, entre otros.
Pero sobre todo se deben ofrecer experiencias y mostrar la primera característica del provinciano: su gran hospitalidad.
Merece atención, al potenciar una organización como Magia Vallenata, establecer alianzas con nuevos actores: los pujantes restaurantes y bares, las aerolíneas, como lo ha demostrado Magia al liderar la visita de periodistas y promotores turísticos de Medellín con ocasión de las nuevas rutas hacia esa ciudad.
La alianza con la Diócesis para promover el turismo religioso, con gremios como la Federación de Cafeteros para promover experiencias en fincas de café.
Y, por qué no, aliarse con el concesionario Yuma de la Ruta del Sol III, interesado en lograr la mayor afluencia de vehículos (cobra peajes) para que desde Bosconia atraigamos hacia el desvío a Valledupar a miles de familias del interior que van buscando sol y playa en Santa Marta.
Antes de ayer abordamos los esfuerzos que hace la organización Magia Vallenata para transformar el territorio. Hoy queremos desarrollar algunos otros aspectos. El pasado 4 de marzo nos referíamos en el editorial ‘Cuál es nuestro turismo’: Hay ausencia de atractivos turísticos en nuestro territorio. Aunque se pueda decir que los hay y nos ha prodigado […]
Antes de ayer abordamos los esfuerzos que hace la organización Magia Vallenata para transformar el territorio. Hoy queremos desarrollar algunos otros aspectos.
El pasado 4 de marzo nos referíamos en el editorial ‘Cuál es nuestro turismo’: Hay ausencia de atractivos turísticos en nuestro territorio. Aunque se pueda decir que los hay y nos ha prodigado la naturaleza con ellos, es una afirmación relativa. No tenemos una gran localización sobre el litoral como sí la tienen las llamadas tres perlas: Santa Marta, Barranquilla y Cartagena, y La Guajira – donde hay municipios espectaculares como Manaure-, que ofrecen opciones de sol y playa, y en el caso de Cartagena y Santa Marta ofrecen turismo cultural y étnico.
Cartagena es una potencia turística de talla mundial y a Santa Marta llegan extranjeros para visitar sus sitios, entre ellos el parque Tayrona, Ciudad Perdida y arriban hasta Palomino, en La Guajira, que junto con Mayapo se ha ido conformando en parajes naturales y de infraestructura y servicios conexos.
Ahora, con las nuevas pavimentaciones, como las de Uribia al Cabo de la Vela o las de Manaure bordeando la costa hacia arriba, tomará mayor vuelo.
Valledupar tiene atractivo folclórico-cultural, es su elemento diferenciador, aunque tiene naturaleza carece de infraestructura y de gente especializada. No es suficiente con ser amables.
Se requiere saber el oficio, manejar idiomas. La afluencia de extranjeros en el departamento y su capital es bajísima; a solo 3 horas y media, en Santa Marta, hay miles de extranjeros que se podrían motivar venir hasta Valledupar.
Valledupar podría tener una oportunidad dentro de circuitos turísticos con La Guajira, la depresión momposina y la ciénaga de Zapatosa. En esta se hizo un bonito muelle, pero no hay un hotel adecuado. Ojalá que al pensarse como sub-sede de deportes acuáticos de los Juegos Bolivarianos se construyan esos alojamientos.
Es decir, debemos identificar dónde está nuestro turismo diferente por explotar. Podría haber otros filones: el turismo religioso (nuestras iglesias de la ciudad y alrededores: la nueva gran catedral, el futuro monumento y parque acceso al Ecce Homo, incluso los cementerios), el turismo de convenciones, de salud, de producción audiovisual y cine, entre otros.
Pero sobre todo se deben ofrecer experiencias y mostrar la primera característica del provinciano: su gran hospitalidad.
Merece atención, al potenciar una organización como Magia Vallenata, establecer alianzas con nuevos actores: los pujantes restaurantes y bares, las aerolíneas, como lo ha demostrado Magia al liderar la visita de periodistas y promotores turísticos de Medellín con ocasión de las nuevas rutas hacia esa ciudad.
La alianza con la Diócesis para promover el turismo religioso, con gremios como la Federación de Cafeteros para promover experiencias en fincas de café.
Y, por qué no, aliarse con el concesionario Yuma de la Ruta del Sol III, interesado en lograr la mayor afluencia de vehículos (cobra peajes) para que desde Bosconia atraigamos hacia el desvío a Valledupar a miles de familias del interior que van buscando sol y playa en Santa Marta.