Nuevos talentos han surgido en la capital del Cesar, engalanando esta tierra no solo de músicos sino también de jóvenes que muestran su amor por la escritura literaria.
Quien visita Valledupar queda seducido por sus lugares mágicos rodeado de serranías, cañahuates, juglares y músicos. Todo el mundo ha escuchado que Valledupar es tierra del vallenato donde cualquiera canta, compone, versea e improvisa a cualquier hora del día o de la noche. Pero aquí no solo emana el talento folclórico, sino también el literario; este es un territorio de sentires y pensares.
Valledupar en medio de su riqueza biodiversa ha visto crecer innumerables artistas, entre esos poetas y escritores que con sus textos quieren expresar sus pensamientos, sentimientos y mostrar su rebelión ante la realidad, e incluso reflejar en sus escritos el amor.
Sin duda alguna y dicho por los mismos escritores del municipio, la literatura tiene la capacidad de transformar el mundo, ya que permite reflexionar y mostrar sus posturas sobre temas éticas, sociales, ontológicas, todo ello a partir de la imaginación.
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“El contenido con el cual empezamos a nutrirnos, transformará y determinará nuestro comportamiento y el cómo percibimos la realidad. La literatura cambia vidas, expande conciencias y crea nuevas realidades”, aseguró la joven poeta, Laura Bracho.
Valledupar tiene muchas voces activas que se esfuerzan a diario en perfeccionar el ritmo, la estética y la rima de sus escritos, mostrando esa pasión por el verso y la métrica. Estos autores dan rienda suelta a su creatividad e imaginación; en sus discursos exponen un propósito y sentido artístico, sin dejar de lado que debido a la coyuntura social que atraviesa el país, estos han relucido sus textos llenos de dolor e indignación por la situación.
Daniel Alberto Barrios, de 22 años de edad, mencionó que la escritura se alimenta de la lectura, por lo que sostiene una íntima relación con los libros. Sus escritos no son planeados, asegura que simplemente deja fluir las palabras sobre el papel. Recurrentemente escribe sobre el olvido, el tiempo y la muerte.
Sus textos reflejan firmeza, fuerza y seguridad, aunque en la mayoría de las ocasiones termina cambiando el sentido inicial de ellos. “El ejercicio de la escritura es un constante: error, corrección, lectura, análisis, borrar; volver a escribir, replantear la idea” acotó.
Sin embargo, Juan Alberto Muñoz, de 26 años, aseveró que se abstiene de leer mucho lo que escribe, ya que al revisarlo tantas veces se siente inconforme con el resultado. “Leerlo mucho como que envejece la idea, o más bien, empieza a contaminarse de unas nuevas y llega uno a borrarlo todo y volver a empezar. Procuro revisarlo lo necesario y ser claro con lo que quiero decir”, indicó.
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Añadió que su trayecto en la literatura ha estado acompañada de la música y la poesía, incluso antes de escribir ya se había ‘lanzado’ a componer. En la mayoría de sus textos relata sus miedos, cuestionamientos por las causas sociales, sus amigos y el amor, “pero no visto como esa actividad romántica que se conoce, sino como el destello que lo mueve a uno en la lucha, lo ideales y la vida”, aclaró Muñoz.
Eivar Cartagena, de 24 años, con su barba larga da una impresión, a simple vista, de poeta aficionado de muchos años de experiencia, aunque este por su parte asegura que llegó tarde a la literatura. Sin embargo, en el colegio participaba en concursos de ortografía, pero después se fue desdibujando del camino y no fue hasta ingresar a la universidad que descubrió su amor por las letras.
En sus poemas escribe sobre su infancia y actualmente evidencia la triste realidad del país, la coyuntura social y las injusticias. “Tengo unos poemas que me duele haberlos escrito, ojalá no los hubiera tenido que escribir”, acotó, agregando: “Decir que yo soy poeta no es solo decir que escribo en versos, sino que es una posición frente a la existencia, la historia, la psicología y la realidad”.
Laura Bracho, de 21 años, en medio de su sencillez y sensibilidad expresó: “La literatura para mí es un gran canalizador del alma. Es la forma en la que vuelvo a mi centro cuando siento que me he perdido un poquito en el camino. La escritura, y el arte en general, han significado la base de mi identidad”. Su talento le ha dado la oportunidad de recitar en varias ocasiones y ser publicada en algunas revistas.
La lista podría seguirse extendiendo y el papel no alcanzaría para describir a cada uno de los artistas literarios que brotan de la capital del Cesar.
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El docente universitario Félix Molina ha jugado un papel importante para algunos jóvenes talentos del municipio, puesto que este se ha convertido, dicho por los mismos poetas, en un ejemplo a seguir. Él ha publicado 3 obras: ‘El libro de los equívocos’, ‘El discurso de la lluvia’ y ‘El álbum de mi infancia’, más unos cuentos y ensayos que han salido publicados en revistas.
Descubrió su vocación cuando estaba en el bachillerato y desde entonces nutrió su léxico con los libros de las bibliotecas, haciendo de la literatura su proyecto de vida. “Todos sobrevivimos de alguna forma, algunos trabajando en oficinas, otros siendo guardias de tránsito, periodistas; a mí me tocó vivir de la literatura, de leer, de pensar en función de ella”, concluyó.
Por: KETTY GUTIÉRREZ MAESTRE/EL PILÓN
Nuevos talentos han surgido en la capital del Cesar, engalanando esta tierra no solo de músicos sino también de jóvenes que muestran su amor por la escritura literaria.
Quien visita Valledupar queda seducido por sus lugares mágicos rodeado de serranías, cañahuates, juglares y músicos. Todo el mundo ha escuchado que Valledupar es tierra del vallenato donde cualquiera canta, compone, versea e improvisa a cualquier hora del día o de la noche. Pero aquí no solo emana el talento folclórico, sino también el literario; este es un territorio de sentires y pensares.
Valledupar en medio de su riqueza biodiversa ha visto crecer innumerables artistas, entre esos poetas y escritores que con sus textos quieren expresar sus pensamientos, sentimientos y mostrar su rebelión ante la realidad, e incluso reflejar en sus escritos el amor.
Sin duda alguna y dicho por los mismos escritores del municipio, la literatura tiene la capacidad de transformar el mundo, ya que permite reflexionar y mostrar sus posturas sobre temas éticas, sociales, ontológicas, todo ello a partir de la imaginación.
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“El contenido con el cual empezamos a nutrirnos, transformará y determinará nuestro comportamiento y el cómo percibimos la realidad. La literatura cambia vidas, expande conciencias y crea nuevas realidades”, aseguró la joven poeta, Laura Bracho.
Valledupar tiene muchas voces activas que se esfuerzan a diario en perfeccionar el ritmo, la estética y la rima de sus escritos, mostrando esa pasión por el verso y la métrica. Estos autores dan rienda suelta a su creatividad e imaginación; en sus discursos exponen un propósito y sentido artístico, sin dejar de lado que debido a la coyuntura social que atraviesa el país, estos han relucido sus textos llenos de dolor e indignación por la situación.
Daniel Alberto Barrios, de 22 años de edad, mencionó que la escritura se alimenta de la lectura, por lo que sostiene una íntima relación con los libros. Sus escritos no son planeados, asegura que simplemente deja fluir las palabras sobre el papel. Recurrentemente escribe sobre el olvido, el tiempo y la muerte.
Sus textos reflejan firmeza, fuerza y seguridad, aunque en la mayoría de las ocasiones termina cambiando el sentido inicial de ellos. “El ejercicio de la escritura es un constante: error, corrección, lectura, análisis, borrar; volver a escribir, replantear la idea” acotó.
Sin embargo, Juan Alberto Muñoz, de 26 años, aseveró que se abstiene de leer mucho lo que escribe, ya que al revisarlo tantas veces se siente inconforme con el resultado. “Leerlo mucho como que envejece la idea, o más bien, empieza a contaminarse de unas nuevas y llega uno a borrarlo todo y volver a empezar. Procuro revisarlo lo necesario y ser claro con lo que quiero decir”, indicó.
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Añadió que su trayecto en la literatura ha estado acompañada de la música y la poesía, incluso antes de escribir ya se había ‘lanzado’ a componer. En la mayoría de sus textos relata sus miedos, cuestionamientos por las causas sociales, sus amigos y el amor, “pero no visto como esa actividad romántica que se conoce, sino como el destello que lo mueve a uno en la lucha, lo ideales y la vida”, aclaró Muñoz.
Eivar Cartagena, de 24 años, con su barba larga da una impresión, a simple vista, de poeta aficionado de muchos años de experiencia, aunque este por su parte asegura que llegó tarde a la literatura. Sin embargo, en el colegio participaba en concursos de ortografía, pero después se fue desdibujando del camino y no fue hasta ingresar a la universidad que descubrió su amor por las letras.
En sus poemas escribe sobre su infancia y actualmente evidencia la triste realidad del país, la coyuntura social y las injusticias. “Tengo unos poemas que me duele haberlos escrito, ojalá no los hubiera tenido que escribir”, acotó, agregando: “Decir que yo soy poeta no es solo decir que escribo en versos, sino que es una posición frente a la existencia, la historia, la psicología y la realidad”.
Laura Bracho, de 21 años, en medio de su sencillez y sensibilidad expresó: “La literatura para mí es un gran canalizador del alma. Es la forma en la que vuelvo a mi centro cuando siento que me he perdido un poquito en el camino. La escritura, y el arte en general, han significado la base de mi identidad”. Su talento le ha dado la oportunidad de recitar en varias ocasiones y ser publicada en algunas revistas.
La lista podría seguirse extendiendo y el papel no alcanzaría para describir a cada uno de los artistas literarios que brotan de la capital del Cesar.
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El docente universitario Félix Molina ha jugado un papel importante para algunos jóvenes talentos del municipio, puesto que este se ha convertido, dicho por los mismos poetas, en un ejemplo a seguir. Él ha publicado 3 obras: ‘El libro de los equívocos’, ‘El discurso de la lluvia’ y ‘El álbum de mi infancia’, más unos cuentos y ensayos que han salido publicados en revistas.
Descubrió su vocación cuando estaba en el bachillerato y desde entonces nutrió su léxico con los libros de las bibliotecas, haciendo de la literatura su proyecto de vida. “Todos sobrevivimos de alguna forma, algunos trabajando en oficinas, otros siendo guardias de tránsito, periodistas; a mí me tocó vivir de la literatura, de leer, de pensar en función de ella”, concluyó.
Por: KETTY GUTIÉRREZ MAESTRE/EL PILÓN