Los orígenes y cultores de la música vallenata, como todas las manifestaciones folclóricas musicales de América, vienen del campo. A pesar de esto, nuestros compositores no se han dedicado a cantarle a sus penurias económicas, en cambio sí a sus experiencias de todo tipo, las que han engalanado la música vallenata, y que hoy hacen parte de nuestro patrimonio inmaterial.
Por Celso Guerra Gutierréz
Los orígenes y cultores de la música vallenata, como todas las manifestaciones folclóricas musicales de América, vienen del campo. A pesar de esto, nuestros compositores no se han dedicado a cantarle a sus penurias económicas, en cambio sí a sus experiencias de todo tipo, las que han engalanado la música vallenata, y que hoy hacen parte de nuestro patrimonio inmaterial.
Claro, todas las reglas tienen sus excepciones. De los pocos compositores contestatarios que hemos tenido en nuestro medio, fue el extinto Hernando Marín, privada o públicamente, como lo registra la historia fonográfica del vallenato, quien siempre dejo oír su voz protesta, a través de sus canciones.
La primera “Los Maestros”, que describe, lo mal pago que era su amigo, el profesor, “Kako” Coronel, y con él, el gremio de educadores, en aquellos tiempos, 1974; otra denuncia la hizo a través de “La Dama Guajira “,describe premonitoriamente la acción depredadora, de la cual ha sido parte “El Cerrejón”, primero por los gringos y después, por mineros provenientes desde cualquier parte del mundo.
Otra canción es, “Plegaria del Campesino”, que nos habla de la pobreza del sector agrario y de las personas que lo cultivan, en el departamento de La Guajira y Colombia.
Pero la canción que más nos llama la atención de este compositor integral, quien le compuso a todas las situaciones que vivió, en su entorno, es “La Ley del Embudo”; el mensaje de esta canción nunca pierde vigencia, debido a los cinturones de miseria que vive el país y antes los cuales, en estos días, se han manifestado los Colombianos con paros y cierres de vías.
Por la época en que la canción salió al mercado, Latinoamérica vivía un frenesí de artistas que hacían sentir sus mensajes fuertes, en contra de los gobiernos de facto que existían en este continente, músicos como Piero, Alberto Cortés, Mercedes Sosa, Eliana, Pablus Gallinazos, Ana y Jaime entre otros, eran muy populares, en todas las estaciones radiales y nuestra música que comenzaba a asomarse y tenerse en cuenta en la programación de emisoras en el país, no podía estar sustraídas de esta moda, a pesar que el Colombiano tenía este tipo de gobiernos.
“La Ley Del Embudo” lo graban “Beto” Zabaleta y Emilio Oviedo, en su primer trabajo discográfico en 1976, se convierte en un éxito nacional. Tal es el impacto de este canto, que le gustó al supremo jefe del Movimiento Subversivo M-19, Jaime Bateman Cayón, quien vivía en la clandestinidad, le propuso a la cúpula de este movimiento sedicioso convertir este canto en el himno del M-19.
La decisión fue sometida a votación, salió derrotada por estrecho margen, según comenta la periodista Patricia Lara, en su libro, “siembra vientos y recogerás Tempestades”.
Este canto, libró a Bateman de caer preso, pues su vehículo se averió al frente de estación Cien de Policía de Bogotá, y les dijo a los policías que ayudaron a desvararlo, que era compositor de este canto, que sonaba a todo volumen, en el vetusto Jeep.
Los orígenes y cultores de la música vallenata, como todas las manifestaciones folclóricas musicales de América, vienen del campo. A pesar de esto, nuestros compositores no se han dedicado a cantarle a sus penurias económicas, en cambio sí a sus experiencias de todo tipo, las que han engalanado la música vallenata, y que hoy hacen parte de nuestro patrimonio inmaterial.
Por Celso Guerra Gutierréz
Los orígenes y cultores de la música vallenata, como todas las manifestaciones folclóricas musicales de América, vienen del campo. A pesar de esto, nuestros compositores no se han dedicado a cantarle a sus penurias económicas, en cambio sí a sus experiencias de todo tipo, las que han engalanado la música vallenata, y que hoy hacen parte de nuestro patrimonio inmaterial.
Claro, todas las reglas tienen sus excepciones. De los pocos compositores contestatarios que hemos tenido en nuestro medio, fue el extinto Hernando Marín, privada o públicamente, como lo registra la historia fonográfica del vallenato, quien siempre dejo oír su voz protesta, a través de sus canciones.
La primera “Los Maestros”, que describe, lo mal pago que era su amigo, el profesor, “Kako” Coronel, y con él, el gremio de educadores, en aquellos tiempos, 1974; otra denuncia la hizo a través de “La Dama Guajira “,describe premonitoriamente la acción depredadora, de la cual ha sido parte “El Cerrejón”, primero por los gringos y después, por mineros provenientes desde cualquier parte del mundo.
Otra canción es, “Plegaria del Campesino”, que nos habla de la pobreza del sector agrario y de las personas que lo cultivan, en el departamento de La Guajira y Colombia.
Pero la canción que más nos llama la atención de este compositor integral, quien le compuso a todas las situaciones que vivió, en su entorno, es “La Ley del Embudo”; el mensaje de esta canción nunca pierde vigencia, debido a los cinturones de miseria que vive el país y antes los cuales, en estos días, se han manifestado los Colombianos con paros y cierres de vías.
Por la época en que la canción salió al mercado, Latinoamérica vivía un frenesí de artistas que hacían sentir sus mensajes fuertes, en contra de los gobiernos de facto que existían en este continente, músicos como Piero, Alberto Cortés, Mercedes Sosa, Eliana, Pablus Gallinazos, Ana y Jaime entre otros, eran muy populares, en todas las estaciones radiales y nuestra música que comenzaba a asomarse y tenerse en cuenta en la programación de emisoras en el país, no podía estar sustraídas de esta moda, a pesar que el Colombiano tenía este tipo de gobiernos.
“La Ley Del Embudo” lo graban “Beto” Zabaleta y Emilio Oviedo, en su primer trabajo discográfico en 1976, se convierte en un éxito nacional. Tal es el impacto de este canto, que le gustó al supremo jefe del Movimiento Subversivo M-19, Jaime Bateman Cayón, quien vivía en la clandestinidad, le propuso a la cúpula de este movimiento sedicioso convertir este canto en el himno del M-19.
La decisión fue sometida a votación, salió derrotada por estrecho margen, según comenta la periodista Patricia Lara, en su libro, “siembra vientos y recogerás Tempestades”.
Este canto, libró a Bateman de caer preso, pues su vehículo se averió al frente de estación Cien de Policía de Bogotá, y les dijo a los policías que ayudaron a desvararlo, que era compositor de este canto, que sonaba a todo volumen, en el vetusto Jeep.