En la misa dominical escuché las recomendaciones de la Conferencia Episcopal, para tener en cuenta en las próximas elecciones de congresistas y presidente de la República. Un documento bien pensado por los obispos de Colombia que no son ajenos a la situación vidriosa que vive el país. Por conclusión recomiendan escoger hombres probos, que le […]
En la misa dominical escuché las recomendaciones de la Conferencia Episcopal, para tener en cuenta en las próximas elecciones de congresistas y presidente de la República. Un documento bien pensado por los obispos de Colombia que no son ajenos a la situación vidriosa que vive el país.
Por conclusión recomiendan escoger hombres probos, que le hagan bien al país. Inmediatamente mi mente se fue a volar hasta la Gracia antigua y recordé a Diógenes el cínico, el filósofo que anteponía el estado natural del hombre a la vida cómoda y de boato; todos saben su historia: que vivía en un barril, que su alimentación era frugal, que sus posesiones eran un bastón, un cuenco para beber y una capa, dejó el cuenco porque vio a un niño tomar agua del río en las manos y él hizo lo mismo, en fin, excentricidades que siguió la escuela filosófica de los cínicos.
A Diógenes se le dio por buscar, por las calles de Atenas, a plena luz del día, con una lámpara a un hombre honrado, una imagen de la dificultad que hay para encontrarlo y le fue esquivo; en nuestro país es tarea imposible si se tiene en cuenta que la honradez no solo se refiere a no robar, mal endémico en la política de muchos países y en el nuestro a la orden del día, sino al hombre íntegro en todo sentido.
Es difícil encontrar el candidato íntegro en un país en el que los odios, el radicalismo, la ceguera, el olvido de la historia, la polarización y más, lo han subsumido en una crisis que hace tambalear a la democracia de la que nos hemos jactado desde hace años.
Es asombroso oír a los candidatos prometer lo mismo de siempre y a la larga el resultado es nada; oír a los seguidores de los candidatos con un radicalismo que espanta: escuché a un uribista endiosándolo, no admitió opiniones contrarias a las de él, Uribe es el mesías que viene a salvarnos; solo se aquietó un poco cuando le dijeron: “Pero tenemos entendido que Uribe no es candidato a la presidencia”, pero tomó fuerza y dijo pero sí al Congreso y su candidato… siguió la diatriba. Así un petrista, ciego, de esos que olvidan la historia, decía “es el ser más inteligente al que pueda aspirar el país”; y siguen las ponderaciones y ofensas a los demás candidatos. En fin, si ese ardor, si esa fuerza que usan para alabar a los políticos la tuvieran para pensar en el país, la situación sería distinta.
Hay que votar, es lógico, pero también hay que olvidar el radicalismo o fanatismo, por lo menos aminorarlo, y esculcar con una lámpara o linterna, como Diógenes el griego, a alguien que pueda extender sus manos y mostrarlas limpias, que pueda enseñar su corazón y dejarnos entender su amor por el país al que le dará un verdadero respiro de paz, y mostrarnos su enjundia para enfrentará al monstruo terrible de la corrupción y no perecer con él, eso lo abarca todo. ¿Será que con una potente linterna con la que salgamos a buscar ese espécimen o especímenes para gobernarnos, los encontraremos? Tarea difícil. Entonces, pensemos el voto sin soberbia, sin endiosar candidatos, sólo teniendo en cuenta el futuro de Colombia. Ese futuro que esperamos que aparezca sonriente con un sol nuevo en las manos.
NOTICA LUCTUOSA: Al amigo, profesor Jorge Sierra, mi más sentido pésame por el fallecimiento de su inolvidable esposa; a sus hijos y familiares un abrazo sincero.
En la misa dominical escuché las recomendaciones de la Conferencia Episcopal, para tener en cuenta en las próximas elecciones de congresistas y presidente de la República. Un documento bien pensado por los obispos de Colombia que no son ajenos a la situación vidriosa que vive el país. Por conclusión recomiendan escoger hombres probos, que le […]
En la misa dominical escuché las recomendaciones de la Conferencia Episcopal, para tener en cuenta en las próximas elecciones de congresistas y presidente de la República. Un documento bien pensado por los obispos de Colombia que no son ajenos a la situación vidriosa que vive el país.
Por conclusión recomiendan escoger hombres probos, que le hagan bien al país. Inmediatamente mi mente se fue a volar hasta la Gracia antigua y recordé a Diógenes el cínico, el filósofo que anteponía el estado natural del hombre a la vida cómoda y de boato; todos saben su historia: que vivía en un barril, que su alimentación era frugal, que sus posesiones eran un bastón, un cuenco para beber y una capa, dejó el cuenco porque vio a un niño tomar agua del río en las manos y él hizo lo mismo, en fin, excentricidades que siguió la escuela filosófica de los cínicos.
A Diógenes se le dio por buscar, por las calles de Atenas, a plena luz del día, con una lámpara a un hombre honrado, una imagen de la dificultad que hay para encontrarlo y le fue esquivo; en nuestro país es tarea imposible si se tiene en cuenta que la honradez no solo se refiere a no robar, mal endémico en la política de muchos países y en el nuestro a la orden del día, sino al hombre íntegro en todo sentido.
Es difícil encontrar el candidato íntegro en un país en el que los odios, el radicalismo, la ceguera, el olvido de la historia, la polarización y más, lo han subsumido en una crisis que hace tambalear a la democracia de la que nos hemos jactado desde hace años.
Es asombroso oír a los candidatos prometer lo mismo de siempre y a la larga el resultado es nada; oír a los seguidores de los candidatos con un radicalismo que espanta: escuché a un uribista endiosándolo, no admitió opiniones contrarias a las de él, Uribe es el mesías que viene a salvarnos; solo se aquietó un poco cuando le dijeron: “Pero tenemos entendido que Uribe no es candidato a la presidencia”, pero tomó fuerza y dijo pero sí al Congreso y su candidato… siguió la diatriba. Así un petrista, ciego, de esos que olvidan la historia, decía “es el ser más inteligente al que pueda aspirar el país”; y siguen las ponderaciones y ofensas a los demás candidatos. En fin, si ese ardor, si esa fuerza que usan para alabar a los políticos la tuvieran para pensar en el país, la situación sería distinta.
Hay que votar, es lógico, pero también hay que olvidar el radicalismo o fanatismo, por lo menos aminorarlo, y esculcar con una lámpara o linterna, como Diógenes el griego, a alguien que pueda extender sus manos y mostrarlas limpias, que pueda enseñar su corazón y dejarnos entender su amor por el país al que le dará un verdadero respiro de paz, y mostrarnos su enjundia para enfrentará al monstruo terrible de la corrupción y no perecer con él, eso lo abarca todo. ¿Será que con una potente linterna con la que salgamos a buscar ese espécimen o especímenes para gobernarnos, los encontraremos? Tarea difícil. Entonces, pensemos el voto sin soberbia, sin endiosar candidatos, sólo teniendo en cuenta el futuro de Colombia. Ese futuro que esperamos que aparezca sonriente con un sol nuevo en las manos.
NOTICA LUCTUOSA: Al amigo, profesor Jorge Sierra, mi más sentido pésame por el fallecimiento de su inolvidable esposa; a sus hijos y familiares un abrazo sincero.