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En un mundo donde la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, el debate sobre su regulación y control se vuelve cada vez más permanente. Recientemente, Gustavo Petro ha planteado la idea de que la “nube algorítmica del pensamiento humano” debe ser un bien común administrado por un poder público multilateral global. Una propuesta que, si […]
En un mundo donde la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, el debate sobre su regulación y control se vuelve cada vez más permanente. Recientemente, Gustavo Petro ha planteado la idea de que la “nube algorítmica del pensamiento humano” debe ser un bien común administrado por un poder público multilateral global. Una propuesta que, si bien suena “justa” en teoría, choca con una realidad mucho más compleja.
La Cumbre de IA en París, celebrada los días 10 y 11 de febrero, reunió a líderes mundiales, expertos y empresarios del sector tecnológico de más de 100 países. El evento dejó en evidencia que la gobernanza de la inteligencia artificial representa un desafío monumental, especialmente en un contexto donde potencias como Estados Unidos, China y otras naciones líderes en tecnología han invertido miles de millones en su desarrollo. La posibilidad de que estos gigantes cedan el control de sus avances en favor de una gestión colectiva parece, en la práctica, improbable.
Colombia en alianza con Emiratos Árabes, por su parte, han apostado por un proyecto que busca fortalecer la soberanía digital del país. Sin embargo, centralizar el almacenamiento y procesamiento de datos en una sola infraestructura genera preocupaciones sobre dependencia tecnológica y seguridad de la información y la promulgación por parte del gobierno del CONPES de Inteligencia Artificial (IA) que fue publicado el 15 de febrero de 2025, que busca fortalecer la gobernanza y ética en su uso, mejorar la infraestructura tecnológica y de datos, impulsar la investigación e innovación, desarrollar talento especializado, mitigar riesgos y fomentar su adopción en sectores públicos y privados.
Con una inversión de más de 470 mil millones de pesos, esta política, prevista para 2025-2030, fortalecerá el ecosistema de IA en Colombia, impulsando el desarrollo social, económico y ambiental.
¿Es viable que un país como el nuestro intente competir en esta carrera? ¿O es más estratégico aprovechar las herramientas de IA ya existentes y fomentar su acceso democrático en vez de concentrar el poder en una sola entidad?
El gran dilema es que una IA sin regulación puede convertirse en un arma de manipulación masiva, pero una IA excesivamente centralizada podría derivar en un control absoluto del conocimiento, al más puro estilo de 1984 de George Orwell. La historia nos ha demostrado que cuando la información se monopoliza, la toma de decisiones deja de ser democrática. La clave no está en elegir entre control o libertad absoluta, sino en encontrar un punto medio donde la IA esté al servicio de la sociedad sin convertirse en una herramienta de dominación.
Hoy existen modelos de IA abiertos y gratuitos que permiten desde la automatización de tareas hasta la generación de conocimiento sin barreras económicas. Más que controlar la IA, Colombia debe enfocarse en entender su rol en este nuevo ecosistema, promoviendo educación digital, innovación y acceso equitativo a estas herramientas. Regular la IA es un debate que se debe dar, pero centralizarla en una única estructura podría ser más una amenaza que una solución.
Por Alfredo Jones Sánchez @alfredojonessan
En un mundo donde la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, el debate sobre su regulación y control se vuelve cada vez más permanente. Recientemente, Gustavo Petro ha planteado la idea de que la “nube algorítmica del pensamiento humano” debe ser un bien común administrado por un poder público multilateral global. Una propuesta que, si […]
En un mundo donde la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, el debate sobre su regulación y control se vuelve cada vez más permanente. Recientemente, Gustavo Petro ha planteado la idea de que la “nube algorítmica del pensamiento humano” debe ser un bien común administrado por un poder público multilateral global. Una propuesta que, si bien suena “justa” en teoría, choca con una realidad mucho más compleja.
La Cumbre de IA en París, celebrada los días 10 y 11 de febrero, reunió a líderes mundiales, expertos y empresarios del sector tecnológico de más de 100 países. El evento dejó en evidencia que la gobernanza de la inteligencia artificial representa un desafío monumental, especialmente en un contexto donde potencias como Estados Unidos, China y otras naciones líderes en tecnología han invertido miles de millones en su desarrollo. La posibilidad de que estos gigantes cedan el control de sus avances en favor de una gestión colectiva parece, en la práctica, improbable.
Colombia en alianza con Emiratos Árabes, por su parte, han apostado por un proyecto que busca fortalecer la soberanía digital del país. Sin embargo, centralizar el almacenamiento y procesamiento de datos en una sola infraestructura genera preocupaciones sobre dependencia tecnológica y seguridad de la información y la promulgación por parte del gobierno del CONPES de Inteligencia Artificial (IA) que fue publicado el 15 de febrero de 2025, que busca fortalecer la gobernanza y ética en su uso, mejorar la infraestructura tecnológica y de datos, impulsar la investigación e innovación, desarrollar talento especializado, mitigar riesgos y fomentar su adopción en sectores públicos y privados.
Con una inversión de más de 470 mil millones de pesos, esta política, prevista para 2025-2030, fortalecerá el ecosistema de IA en Colombia, impulsando el desarrollo social, económico y ambiental.
¿Es viable que un país como el nuestro intente competir en esta carrera? ¿O es más estratégico aprovechar las herramientas de IA ya existentes y fomentar su acceso democrático en vez de concentrar el poder en una sola entidad?
El gran dilema es que una IA sin regulación puede convertirse en un arma de manipulación masiva, pero una IA excesivamente centralizada podría derivar en un control absoluto del conocimiento, al más puro estilo de 1984 de George Orwell. La historia nos ha demostrado que cuando la información se monopoliza, la toma de decisiones deja de ser democrática. La clave no está en elegir entre control o libertad absoluta, sino en encontrar un punto medio donde la IA esté al servicio de la sociedad sin convertirse en una herramienta de dominación.
Hoy existen modelos de IA abiertos y gratuitos que permiten desde la automatización de tareas hasta la generación de conocimiento sin barreras económicas. Más que controlar la IA, Colombia debe enfocarse en entender su rol en este nuevo ecosistema, promoviendo educación digital, innovación y acceso equitativo a estas herramientas. Regular la IA es un debate que se debe dar, pero centralizarla en una única estructura podría ser más una amenaza que una solución.
Por Alfredo Jones Sánchez @alfredojonessan