“En adelanto van estos lugares ya tienen su diosa coronada”, epígrafe de la canción del maestro Leandro Díaz, en la novela del nobel Gabriel García Márquez “El Amor en los Tiempos de Cólera”.
Por Celso Guerra
“En adelanto van estos lugares ya tienen su diosa coronada”, epígrafe de la canción del maestro Leandro Díaz, en la novela del nobel Gabriel García Márquez “El Amor en los Tiempos de Cólera”. Leandro, quien conoció a Gabo 20 años antes de la publicación de la novela, 1985, cuando le leyeron el epígrafe, pensó que esta llevaría el nombre de su canción, este es un reconocimiento mundial, que el escritor, le hizo a través de esta canción, a toda la obra majestuosa de su admirado amigo, Leandro Díaz, cincuenta años después que este canto comenzó a escucharse en la región de Tocaimo, corregimiento de San diego de las flores, donde Leandro conoció, a la musa inspiradora, Josefa Guerra Castro, de escasos 16 años, hija del ganadero de la región, Dámaso Guerra y su esposa, María Castro, además hermana del legendario acordeonero, Pedro Julio Castro.
Leandro, en sus afanes de conquista cayó cautivado ante la belleza juvenil de Mercedes, quién por su edad, se vio precisado a rechazar a un hombre mayor, como lo era su pretendiente.
Nuestro Homero, pensó que estos eran gesto de diosa coronada de arrogancia de niña malcriada y adinerada, con esta actitud , Leandro, se sintió despreciado, rechazado, por su origen campesino y su ceguera, mal congénito, que le había causado tantos infortunios y maltratos durante su niñez y adolescencia, tanto de su entorno familiar, como por sus paisanos de origen.
Josefa, nunca aceptó las propuestas de amor, del maestro Leandro Díaz, a pesar de las canciones oníricas, con las cuales quería impresionarla, gestos que no causaron ningún impacto en la quinceañera.
En sus dotes de donjuan, Leandro, con su malicia indígena observó que su amada tenía un enamorado al cual ella le correspondía y con el que presumía, propio de la edad, para hacerle sentir celos al gran maestro, quien con el paso del tiempo consideró que fue rechazado, porque no estaba a la altura económica de ella y su prometido sí.
“Cuando el rey querido llega, de tarde a la serranía, hay que ponerle gallina rellena, que el rey es fino, madre mía”.
Pero Josefa se defiende diciendo, que antes que vanidad o discriminación social, se impusieron sus sentimientos.
Años después, cuando cesaron los devaneos, ante la negativa férrea de esta, al divulgar Leandro la canción por la región, ésta fue escuchada por la protagonista, quien no se sintió aludida con el mensaje mordaz y picaresco impreso en este, dijo que su contenido simplemente le causo hilaridad.
Josefa mostró su descontento con el maestro, ya que según, Díaz Duarte, hizo dinero con esta canción y se volvió famoso, sin darle nada a cambio a ella, que es el personaje central de este canto. El tiempo todo lo cicatriza y ellos, volvieron a tener una muy buena amistad, de la cual hacen parte los hijos y esposo, con los cuales ella, reside en Las Palmitas, corregimiento de La Jagua de Ibirico, en el departamento del Cesar
“En adelanto van estos lugares ya tienen su diosa coronada”, epígrafe de la canción del maestro Leandro Díaz, en la novela del nobel Gabriel García Márquez “El Amor en los Tiempos de Cólera”.
Por Celso Guerra
“En adelanto van estos lugares ya tienen su diosa coronada”, epígrafe de la canción del maestro Leandro Díaz, en la novela del nobel Gabriel García Márquez “El Amor en los Tiempos de Cólera”. Leandro, quien conoció a Gabo 20 años antes de la publicación de la novela, 1985, cuando le leyeron el epígrafe, pensó que esta llevaría el nombre de su canción, este es un reconocimiento mundial, que el escritor, le hizo a través de esta canción, a toda la obra majestuosa de su admirado amigo, Leandro Díaz, cincuenta años después que este canto comenzó a escucharse en la región de Tocaimo, corregimiento de San diego de las flores, donde Leandro conoció, a la musa inspiradora, Josefa Guerra Castro, de escasos 16 años, hija del ganadero de la región, Dámaso Guerra y su esposa, María Castro, además hermana del legendario acordeonero, Pedro Julio Castro.
Leandro, en sus afanes de conquista cayó cautivado ante la belleza juvenil de Mercedes, quién por su edad, se vio precisado a rechazar a un hombre mayor, como lo era su pretendiente.
Nuestro Homero, pensó que estos eran gesto de diosa coronada de arrogancia de niña malcriada y adinerada, con esta actitud , Leandro, se sintió despreciado, rechazado, por su origen campesino y su ceguera, mal congénito, que le había causado tantos infortunios y maltratos durante su niñez y adolescencia, tanto de su entorno familiar, como por sus paisanos de origen.
Josefa, nunca aceptó las propuestas de amor, del maestro Leandro Díaz, a pesar de las canciones oníricas, con las cuales quería impresionarla, gestos que no causaron ningún impacto en la quinceañera.
En sus dotes de donjuan, Leandro, con su malicia indígena observó que su amada tenía un enamorado al cual ella le correspondía y con el que presumía, propio de la edad, para hacerle sentir celos al gran maestro, quien con el paso del tiempo consideró que fue rechazado, porque no estaba a la altura económica de ella y su prometido sí.
“Cuando el rey querido llega, de tarde a la serranía, hay que ponerle gallina rellena, que el rey es fino, madre mía”.
Pero Josefa se defiende diciendo, que antes que vanidad o discriminación social, se impusieron sus sentimientos.
Años después, cuando cesaron los devaneos, ante la negativa férrea de esta, al divulgar Leandro la canción por la región, ésta fue escuchada por la protagonista, quien no se sintió aludida con el mensaje mordaz y picaresco impreso en este, dijo que su contenido simplemente le causo hilaridad.
Josefa mostró su descontento con el maestro, ya que según, Díaz Duarte, hizo dinero con esta canción y se volvió famoso, sin darle nada a cambio a ella, que es el personaje central de este canto. El tiempo todo lo cicatriza y ellos, volvieron a tener una muy buena amistad, de la cual hacen parte los hijos y esposo, con los cuales ella, reside en Las Palmitas, corregimiento de La Jagua de Ibirico, en el departamento del Cesar