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Columnista - 5 febrero, 2019

La curva del Salguero cambió de nombre

“En la curva del Salguero yo encontré un camión voltiao, el chofer iba corriendo porque estaba enamorao, lo encontré contra matao con las dos piernas quebrá, me dijo que no era na, porque estaba enamorao”. El maestro Rafael  Escalona referenció en esos   versos, La Creciente del Cesar,  que cuando se está enamorado se hace responsable […]

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“En la curva del Salguero yo encontré un camión voltiao, el chofer iba corriendo porque estaba enamorao, lo encontré contra matao con las dos piernas quebrá, me dijo que no era na, porque estaba enamorao”. El maestro Rafael  Escalona referenció en esos   versos, La Creciente del Cesar,  que cuando se está enamorado se hace responsable de lo que sea, pero no se imaginó, en ese momento, que la curva del Salguero del río Cesar y todo ese entorno que conjugara en su momento la alegría del paso  de Valledupar a La Paz, iba a estar tan contaminado, tan apestoso;  denigrante que esos olores nauseabundos sean la bienvenida a nuestro pueblo de turistas y visitantes, un pueblo lleno de poesía y alegría pero hediondo en su puerta. Valledupar y los vallenatos   no nos  merecemos esto. Nada   más agradable, en ese entonces,  que ver la vegetación, el río impetuoso y lleno de vida;  de sus entrañas salía la comida de los campesinos y la comunidad de la zona; en el puente encontrábamos a los pescadores con sus sartas de pescados vendiendo los bocachicos frescos. Hoy lo que vemos es podredumbre;   un vertedero de agua sucia, la cantidad de espuma que va mostrando   su ley de muerte y suciedad; el desecho del pueblo cae al río  y lo asesina;  un río en otrora productivo. Al indagar a los habitantes de la zona sobre el impacto que esta podredumbre les genera lo único que atinan a decir: “es difícil, pero ya nos acostumbramos” ¿cómo acostumbrarse a eso? Es imposible que la gente de ese sector se adapte a tan inhumano proceso y mientras tanto las enfermedades a la mano, expeditas. El llamado es a Corpocesar, que ve como agoniza un río, el insigne río Cesar que nos identifica como departamento; y no hace ni dice nada; ¿y Emdupar qué dice? Igual que Shakira. El llamado de auxilio, un grito incesante a las administraciones públicas del orden municipal, departamental y nacional; al Ministerio del Medio Ambiente, al Ministerio de Salud. Salvar el río Cesar, salvar la fauna, devolverle el colorido a la naturaleza y la tranquilidad al visitante que no debe ser recibido con semejantes olores,  es una responsabilidad de todos. La curva del Salguero cambió de nombre, y quizás el maestro Escalona hoy cantaría: si no quieres condolerte de mi pena y mi pesar, me voy a tirar al Cesar pa morir de la infección; que tristeza que dolor, no hay quien lo pueda ayudar… como dijera el Cacique se las dejo ahí.   No todo es concreto y parques. ¿O sí?  Sólo Eso.

Columnista
5 febrero, 2019

La curva del Salguero cambió de nombre

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

“En la curva del Salguero yo encontré un camión voltiao, el chofer iba corriendo porque estaba enamorao, lo encontré contra matao con las dos piernas quebrá, me dijo que no era na, porque estaba enamorao”. El maestro Rafael  Escalona referenció en esos   versos, La Creciente del Cesar,  que cuando se está enamorado se hace responsable […]


“En la curva del Salguero yo encontré un camión voltiao, el chofer iba corriendo porque estaba enamorao, lo encontré contra matao con las dos piernas quebrá, me dijo que no era na, porque estaba enamorao”. El maestro Rafael  Escalona referenció en esos   versos, La Creciente del Cesar,  que cuando se está enamorado se hace responsable de lo que sea, pero no se imaginó, en ese momento, que la curva del Salguero del río Cesar y todo ese entorno que conjugara en su momento la alegría del paso  de Valledupar a La Paz, iba a estar tan contaminado, tan apestoso;  denigrante que esos olores nauseabundos sean la bienvenida a nuestro pueblo de turistas y visitantes, un pueblo lleno de poesía y alegría pero hediondo en su puerta. Valledupar y los vallenatos   no nos  merecemos esto. Nada   más agradable, en ese entonces,  que ver la vegetación, el río impetuoso y lleno de vida;  de sus entrañas salía la comida de los campesinos y la comunidad de la zona; en el puente encontrábamos a los pescadores con sus sartas de pescados vendiendo los bocachicos frescos. Hoy lo que vemos es podredumbre;   un vertedero de agua sucia, la cantidad de espuma que va mostrando   su ley de muerte y suciedad; el desecho del pueblo cae al río  y lo asesina;  un río en otrora productivo. Al indagar a los habitantes de la zona sobre el impacto que esta podredumbre les genera lo único que atinan a decir: “es difícil, pero ya nos acostumbramos” ¿cómo acostumbrarse a eso? Es imposible que la gente de ese sector se adapte a tan inhumano proceso y mientras tanto las enfermedades a la mano, expeditas. El llamado es a Corpocesar, que ve como agoniza un río, el insigne río Cesar que nos identifica como departamento; y no hace ni dice nada; ¿y Emdupar qué dice? Igual que Shakira. El llamado de auxilio, un grito incesante a las administraciones públicas del orden municipal, departamental y nacional; al Ministerio del Medio Ambiente, al Ministerio de Salud. Salvar el río Cesar, salvar la fauna, devolverle el colorido a la naturaleza y la tranquilidad al visitante que no debe ser recibido con semejantes olores,  es una responsabilidad de todos. La curva del Salguero cambió de nombre, y quizás el maestro Escalona hoy cantaría: si no quieres condolerte de mi pena y mi pesar, me voy a tirar al Cesar pa morir de la infección; que tristeza que dolor, no hay quien lo pueda ayudar… como dijera el Cacique se las dejo ahí.   No todo es concreto y parques. ¿O sí?  Sólo Eso.