Criar bien a los hijos no es solo proporcionarles todo lo que materialmente necesitan para crecer: comida, ropa y diversión, ni de todo lo que pidan como una forma de compensar las continuas ausencias de los padres a causa del trabajo o de otras actividades, sino formarlos en valores para que desde temprano inicien una […]
Criar bien a los hijos no es solo proporcionarles todo lo que materialmente necesitan para crecer: comida, ropa y diversión, ni de todo lo que pidan como una forma de compensar las continuas ausencias de los padres a causa del trabajo o de otras actividades, sino formarlos en valores para que desde temprano inicien una vida de intimidad con Dios, que los lleve a ser obedientes a su palabra y a apartarse del pecado, para que en el futuro sean persona de bien, no porque sean exitosos profesionales o comerciantes entre otros oficios, sino porque tienen a Dios en su corazón.
Hoy hay un afán por criar a los hijos bajo el consumismo, haciéndolos vestir inapropiadamente solo para estar a la moda, pareciendo que los niños fueran más nuestros muñecos con los que jugamos a que se vean lindos con la moda de los adultos, que niños que tienen que vivir su infancia guiados por unos padres sabios cuya sabiduría se desprende de la constante intimidad con Dios.
La formación correcta, basada en valores, corrección, disciplina y diálogo, en el que el amor, la honestidad, el respeto a las autoridades y la búsqueda genuina de Dios juegue un papel importante,garantiza a nuestros hijos una madurez exitosa. Ya lo dice el proverbio bíblico“Instruye al niño en el camino correcto y aun en su vejez no lo abandonará.”
¿Cuántos de nosotros hoy reconocemos que muchas de las cualidades, dificultades incluso defectos que tenemos son producto de la imitación de los padres?
A diario encontramos expresiones como estas: soy honesto porque así me enseñó mi papá, aprendí a solucionar mis problemas orando de rodillas gracias a mis padres, soy un marido respetuoso pues en mi hogar jamás escuché un maltrato entre mis padres, soy un profesional porque mis padres me enseñaron a estudiar o aprendí a mentir viendo a mi papá esconderse y negarse por teléfono para poder librarse de sus deudas, jamás me pude casar porque mis padres nunca me enseñaron a tomar en serio mis relaciones de pareja.
A menudo descuidamos la crianza de los hijos cuando producto de las ocupaciones y de la misma modernidad, los patrones culturales y de consumo terminan sometiendo nuestra obligación de formarlos integralmente, a las necesidades del momento y no a la dirección de Dios; por eso con frecuencia los hijos toman rumbos equivocados que terminan en grandes dolores de familia.
¿Enseñas a tus hijos a obedecer tu propia autoridad y la de los demás en casa, en la calle, en el colegio, en la ciudad, o por el contrario la desobedeces dándole un mal ejemplo? La obediencia trae bendición, por eso es que los padres por su falta de carácter y por no esforzarse en ser modelos a seguir, ocasionan que hijos no sean obedientes.
Una de las mejores formas de hacer que crezca el rencor en el corazón de nuestros hijos es que exista una contradicción entre lo que hacemos y lo que decimos. El ejemplo que damos es sumamente importante, porque los niños aprenden más por lo que ven que por lo que oyen. Ellos repetirán lo que nosotros consciente o inconscientemente hagamos.
Criar bien a los hijos no es solo proporcionarles todo lo que materialmente necesitan para crecer: comida, ropa y diversión, ni de todo lo que pidan como una forma de compensar las continuas ausencias de los padres a causa del trabajo o de otras actividades, sino formarlos en valores para que desde temprano inicien una […]
Criar bien a los hijos no es solo proporcionarles todo lo que materialmente necesitan para crecer: comida, ropa y diversión, ni de todo lo que pidan como una forma de compensar las continuas ausencias de los padres a causa del trabajo o de otras actividades, sino formarlos en valores para que desde temprano inicien una vida de intimidad con Dios, que los lleve a ser obedientes a su palabra y a apartarse del pecado, para que en el futuro sean persona de bien, no porque sean exitosos profesionales o comerciantes entre otros oficios, sino porque tienen a Dios en su corazón.
Hoy hay un afán por criar a los hijos bajo el consumismo, haciéndolos vestir inapropiadamente solo para estar a la moda, pareciendo que los niños fueran más nuestros muñecos con los que jugamos a que se vean lindos con la moda de los adultos, que niños que tienen que vivir su infancia guiados por unos padres sabios cuya sabiduría se desprende de la constante intimidad con Dios.
La formación correcta, basada en valores, corrección, disciplina y diálogo, en el que el amor, la honestidad, el respeto a las autoridades y la búsqueda genuina de Dios juegue un papel importante,garantiza a nuestros hijos una madurez exitosa. Ya lo dice el proverbio bíblico“Instruye al niño en el camino correcto y aun en su vejez no lo abandonará.”
¿Cuántos de nosotros hoy reconocemos que muchas de las cualidades, dificultades incluso defectos que tenemos son producto de la imitación de los padres?
A diario encontramos expresiones como estas: soy honesto porque así me enseñó mi papá, aprendí a solucionar mis problemas orando de rodillas gracias a mis padres, soy un marido respetuoso pues en mi hogar jamás escuché un maltrato entre mis padres, soy un profesional porque mis padres me enseñaron a estudiar o aprendí a mentir viendo a mi papá esconderse y negarse por teléfono para poder librarse de sus deudas, jamás me pude casar porque mis padres nunca me enseñaron a tomar en serio mis relaciones de pareja.
A menudo descuidamos la crianza de los hijos cuando producto de las ocupaciones y de la misma modernidad, los patrones culturales y de consumo terminan sometiendo nuestra obligación de formarlos integralmente, a las necesidades del momento y no a la dirección de Dios; por eso con frecuencia los hijos toman rumbos equivocados que terminan en grandes dolores de familia.
¿Enseñas a tus hijos a obedecer tu propia autoridad y la de los demás en casa, en la calle, en el colegio, en la ciudad, o por el contrario la desobedeces dándole un mal ejemplo? La obediencia trae bendición, por eso es que los padres por su falta de carácter y por no esforzarse en ser modelos a seguir, ocasionan que hijos no sean obedientes.
Una de las mejores formas de hacer que crezca el rencor en el corazón de nuestros hijos es que exista una contradicción entre lo que hacemos y lo que decimos. El ejemplo que damos es sumamente importante, porque los niños aprenden más por lo que ven que por lo que oyen. Ellos repetirán lo que nosotros consciente o inconscientemente hagamos.