Afortunadamente y como regalo de la divinidad, afloraron esas imágenes que intentan retratar, lo que viven, sienten y esperan las mujeres en nuestra ruralidad colombiana.
Ilustrar un estudio analítico sobre la situación de la agricultura en Colombia, y el papel que en ella jugamos las mujeres, siendo un descarnado panorama de desigualdad y violencia, pero también de inmensas posibilidades de superar las problemáticas existentes, es un reto de incertidumbre y a la vez esperanzador, que no podía resolverse sin eso que muchas artistas llaman, musa, o energía mística, o sensibilidad creativa.
Afortunadamente y como regalo de la divinidad, afloraron esas imágenes que intentan retratar, lo que viven, sienten y esperan las mujeres en nuestra ruralidad colombiana.
Y no es ajena esa identidad que corre en las venas como un río, somos indígenas y campesinas y afrodescendientes, por ancestralidad y oficio dadas nuestras condiciones sociales, económicas, geográficas y hasta políticas.
Fue un honor imprimir color al esfuerzo académico de estas dos connotadas escritoras santandereanas: Cristina Díaz Díaz y Ada López Bayona. Es así como academia y arte se unen para dar un tributo en escencia: dar a conocer un poco más a nuestro sector campesino, motor de nuestro desarrollo como país, esencial para nuestra subsistencia y más aún, el papel de las mujeres en este sector vital de nuestra economía.
Y ese conocimiento unido al arte, nos regala un derrotero a seguir, transformar condiciones adversas, como la miseria y el despojo, para resarcir históricamente lo que se les ha arrebatado, para lograr las condiciones de un retorno a la tierra y al sembrar y recoger, un renacer florido y diverso, tanto como nuestros pisos térmicos, nuestros climas, nuestra flora y fauna, nuestros cultivos predilectos y viables.
Con esa voluntad transformadora de gobierno, ciudadanía, donde la ciencia y el arte dan un impulso decidido para mejorar como seres individuales y como colectividad, en búsqueda de esa anhelada igual, justicia y paz que merecemos y requerimos con urgencia.
Por Yarime Lobo Baute
Afortunadamente y como regalo de la divinidad, afloraron esas imágenes que intentan retratar, lo que viven, sienten y esperan las mujeres en nuestra ruralidad colombiana.
Ilustrar un estudio analítico sobre la situación de la agricultura en Colombia, y el papel que en ella jugamos las mujeres, siendo un descarnado panorama de desigualdad y violencia, pero también de inmensas posibilidades de superar las problemáticas existentes, es un reto de incertidumbre y a la vez esperanzador, que no podía resolverse sin eso que muchas artistas llaman, musa, o energía mística, o sensibilidad creativa.
Afortunadamente y como regalo de la divinidad, afloraron esas imágenes que intentan retratar, lo que viven, sienten y esperan las mujeres en nuestra ruralidad colombiana.
Y no es ajena esa identidad que corre en las venas como un río, somos indígenas y campesinas y afrodescendientes, por ancestralidad y oficio dadas nuestras condiciones sociales, económicas, geográficas y hasta políticas.
Fue un honor imprimir color al esfuerzo académico de estas dos connotadas escritoras santandereanas: Cristina Díaz Díaz y Ada López Bayona. Es así como academia y arte se unen para dar un tributo en escencia: dar a conocer un poco más a nuestro sector campesino, motor de nuestro desarrollo como país, esencial para nuestra subsistencia y más aún, el papel de las mujeres en este sector vital de nuestra economía.
Y ese conocimiento unido al arte, nos regala un derrotero a seguir, transformar condiciones adversas, como la miseria y el despojo, para resarcir históricamente lo que se les ha arrebatado, para lograr las condiciones de un retorno a la tierra y al sembrar y recoger, un renacer florido y diverso, tanto como nuestros pisos térmicos, nuestros climas, nuestra flora y fauna, nuestros cultivos predilectos y viables.
Con esa voluntad transformadora de gobierno, ciudadanía, donde la ciencia y el arte dan un impulso decidido para mejorar como seres individuales y como colectividad, en búsqueda de esa anhelada igual, justicia y paz que merecemos y requerimos con urgencia.
Por Yarime Lobo Baute