El miércoles pasado en una entrevista con Yamid Amad, el presidente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, se quejó todo el tiempo de los precios internacionales, la baja productividad de los cafetales y de la falta de más apoyo económico de papá gobierno, pero planteó pocas alternativas concretas para ayudar a los pequeños […]
El miércoles pasado en una entrevista con Yamid Amad, el presidente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, se quejó todo el tiempo de los precios internacionales, la baja productividad de los cafetales y de la falta de más apoyo económico de papá gobierno, pero planteó pocas alternativas concretas para ayudar a los pequeños y medianos caficultores del país, a salir de la crisis en que se encuentran.
El problema de la falta de rentabilidad de los agronegocios en Colombia, tocó fondo y tanto el ministerio de Agricultura como los gremios de la producción agropecuaria tienen que asumir su responsabilidad. No podemos seguir echándole la culpa a los factores externos como los precios del mercado, tasa de cambio o climáticos. Un país con más de 16 Tratados de Libre Comercio y 100% tomador de precios, no puede seguir cultivando la tierra con la ineficiencia que lo está haciendo.
Es incompresible, por ejemplo, que después de casi un siglo, los directivos de la Federación Nacional de Cafeteros, no hayan implementado un programa de nuevas biotecnologías para elevar el rendimiento de sus cafetales, mejorar la resistencia a las plagas o adoptar en forma correcta, tecnologías sencillas que requieren mucho más de conocimientos adecuados que de subsidios abundantes para elevar la productividad de 18 a 23 sacos de café verde por hectárea, como lo están haciendo nuestros competidores de centro y Suramérica. Para eso fueron creados los fondos parafiscales.
El problema del alto costo de producción ($780.000 por carga) podría resolverse eliminando las formas distorsionadas como los caficultores están adquiriendo sus insumos. Ese tema de estar comprando los insumos al por menor, con alto valor agregado y al último eslabón de intermediación, está mermando fuertemente la renta de los caficultores. ¿Se imaginan la plata que podrían ahorrarse los cafeteros si tuvieran un sistema de subasta de compras para los grandes volúmenes de fertilizantes y pesticidas que aplican a las casi 900.000 hectáreas al año? Si no podemos hacer que aumenten los precios de compra de nuestro café, tendremos que disminuir los costos de producción y transacción. No hay de otra.
Otro problema que no han podido resolver en la federación de cafeteros y en otros gremios, es la unidad mínima económica agrícola. Si las fincas por debajo de 3 hectáreas de cafetales convencionales no son rentables, pues habrá que implementar un plan gradual de migración a cultivos alternativos rentables o un programa de agroturismo cafetero con incentivos tributarios y créditos blandos, tal cual como lo hicieron los italianos con los pequeños y medianos productores de olivos y viñedos de la Toscana. La diversificación o complementariedad de los agronegocios es la mejor agencia de empleo para todos los miembros de las familias cafeteras durante los 365 días del año.
La dirigencia gremial y el ministerio de Agricultura deben comprender que, mientras nuestros gobiernos no tengan las condiciones económicas para mantener en el tiempo los mecanismos perpetuadores de dependencia, la única alternativa que les queda es contrarrestar las causas de la ineficiencia en el campo. Si pudiéramos cambiar subsidios por más biotecnología, transferencia de conocimientos y administración del riesgo, nos lamentaríamos menos de los problemas del agro.
*Experto en financiamiento agroindustrial.
El miércoles pasado en una entrevista con Yamid Amad, el presidente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, se quejó todo el tiempo de los precios internacionales, la baja productividad de los cafetales y de la falta de más apoyo económico de papá gobierno, pero planteó pocas alternativas concretas para ayudar a los pequeños […]
El miércoles pasado en una entrevista con Yamid Amad, el presidente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, se quejó todo el tiempo de los precios internacionales, la baja productividad de los cafetales y de la falta de más apoyo económico de papá gobierno, pero planteó pocas alternativas concretas para ayudar a los pequeños y medianos caficultores del país, a salir de la crisis en que se encuentran.
El problema de la falta de rentabilidad de los agronegocios en Colombia, tocó fondo y tanto el ministerio de Agricultura como los gremios de la producción agropecuaria tienen que asumir su responsabilidad. No podemos seguir echándole la culpa a los factores externos como los precios del mercado, tasa de cambio o climáticos. Un país con más de 16 Tratados de Libre Comercio y 100% tomador de precios, no puede seguir cultivando la tierra con la ineficiencia que lo está haciendo.
Es incompresible, por ejemplo, que después de casi un siglo, los directivos de la Federación Nacional de Cafeteros, no hayan implementado un programa de nuevas biotecnologías para elevar el rendimiento de sus cafetales, mejorar la resistencia a las plagas o adoptar en forma correcta, tecnologías sencillas que requieren mucho más de conocimientos adecuados que de subsidios abundantes para elevar la productividad de 18 a 23 sacos de café verde por hectárea, como lo están haciendo nuestros competidores de centro y Suramérica. Para eso fueron creados los fondos parafiscales.
El problema del alto costo de producción ($780.000 por carga) podría resolverse eliminando las formas distorsionadas como los caficultores están adquiriendo sus insumos. Ese tema de estar comprando los insumos al por menor, con alto valor agregado y al último eslabón de intermediación, está mermando fuertemente la renta de los caficultores. ¿Se imaginan la plata que podrían ahorrarse los cafeteros si tuvieran un sistema de subasta de compras para los grandes volúmenes de fertilizantes y pesticidas que aplican a las casi 900.000 hectáreas al año? Si no podemos hacer que aumenten los precios de compra de nuestro café, tendremos que disminuir los costos de producción y transacción. No hay de otra.
Otro problema que no han podido resolver en la federación de cafeteros y en otros gremios, es la unidad mínima económica agrícola. Si las fincas por debajo de 3 hectáreas de cafetales convencionales no son rentables, pues habrá que implementar un plan gradual de migración a cultivos alternativos rentables o un programa de agroturismo cafetero con incentivos tributarios y créditos blandos, tal cual como lo hicieron los italianos con los pequeños y medianos productores de olivos y viñedos de la Toscana. La diversificación o complementariedad de los agronegocios es la mejor agencia de empleo para todos los miembros de las familias cafeteras durante los 365 días del año.
La dirigencia gremial y el ministerio de Agricultura deben comprender que, mientras nuestros gobiernos no tengan las condiciones económicas para mantener en el tiempo los mecanismos perpetuadores de dependencia, la única alternativa que les queda es contrarrestar las causas de la ineficiencia en el campo. Si pudiéramos cambiar subsidios por más biotecnología, transferencia de conocimientos y administración del riesgo, nos lamentaríamos menos de los problemas del agro.
*Experto en financiamiento agroindustrial.