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Columnista - 6 enero, 2025

Hombres sin pelo en el pecho

No les puedo negar que escoger tema para la columna es un trabajo cada vez más dispendioso porque hace parte en sí de la calidad de la misma, entre otras cosas, porque hay temas que no generan mayor interés y otros están muy trillados y su impacto termina siendo ninguno. Para el caso de hoy […]

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No les puedo negar que escoger tema para la columna es un trabajo cada vez más dispendioso porque hace parte en sí de la calidad de la misma, entre otras cosas, porque hay temas que no generan mayor interés y otros están muy trillados y su impacto termina siendo ninguno.

Para el caso de hoy iba a escribir sobre la canción ‘Coqueta’, que ha sido un éxito total para el bien de la música y así descansar por fin (al menos por un tiempo) de esa pila de  basura a la que llaman reguetón. Pero no, hoy voy a hablarles de otro tabú del que nadie quiere hablar por miedo a la reacción de las feministas extremas y a los grupos LGBTI que linchan socialmente a quien ose desafiar su extremismo.

No perdamos de vista que lo peligroso y tal vez más eficaz de las modas y las “tendencias” es que su éxito radica en la estrategia de difusión que se va metiendo con sutileza pero con eficacia, hasta convertirse en dogma y a fuerza de propaganda y de aceptación terminan calando en el inconsciente del respetable. 

Y  hablo particularmente  de la “desmasculinización” del macho para convertirlo en un remedo de hombre que sin ser abiertamente gay o miembro de cualquiera de los “géneros” esos que inventaron, se feminiza cada vez más, es decir, un hombre con rasgos, ademanes, rutinas, actitudes y comportamientos propios de las féminas; en otras palabras, hombres que abandonaron por completo su estatus de machos para convertirse en princesas.

La estrategia empezó por encasillar como “machismo” aquellos actos,  comportamientos y rasgos que son propios del macho desde que somos especie, hablo del vestido, del tono y la fuerza de la  voz, el vello en la cara, algunos roles exclusivos para nosotros; el desarrollo muscular, la ausencia de glándulas y órganos que le son propias a la mujer;  es decir, la diferencia biológica y suficientemente contundente que siempre nos va a diferenciar de las mujeres. 

Para sustentarlo voy a poner algunos ejemplos; es claro que no está en discusión que los procesos hormonales como la producción de testosterona y estrógeno  son particularmente únicas entre los dos sexos y la atracción física que generan estas dos hormonas al activarse, nunca, pero nunca jamás podrán ser reemplazadas por cirugías, injertos u otra clase de intervenciones quirúrgicas.

Y siguiendo con este argumento, ¿el lector tiene claro cómo se produce la atracción física del hombre hacia la mujer y viceversa? Pues según la ciencia y la biología esto se da por la reacción de las mencionadas hormonas (química) y son  además activadas desde la percepción visual (qué tan atractivo/a le parece), por el olor (feromonas), entre otras, pero hay más. 

La fisionomía de la mujer y del hombre ayudan a activar este proceso de atracción, para el caso de las mujeres, caderas anchas, cabello largo, labios carnosos, piernas gruesas y cintura pequeña; pero además, acciones y comportamientos frágiles, voz suave y ademanes puramente femeninos que son para la mayoría de los hombres el prototipo de la mujer deseada.

Ahora bien, para el caso de los hombres, las mujeres sienten atracción física por hombres con espaldas anchas, abdomen plano, músculos desarrollados, dentadura perfecta, altos de estatura, y quien lo creyera, con tono de voz grave y carácter fuerte.

Entonces, ¿qué busca un hombre cuando abandona su condición natural de ser masculino y opta por lo femenino, o viceversa? ¿Qué hay detrás de semejante inducción a alterar los mandatos naturales? La respuesta no les va gustar mucho, pero es la misma que buscan a través del feminismo extremo, la promoción de la transformación artificial de hombres y mujeres que lleven a la destrucción de la familia y con ello la interrupción de la pro creación y por esa misma vía la disminución de la especie humana.

Finalmente, el aumento desmedido del lesbianismo no es  casualidad, una corriente encabezada por mujeres que prefieren como pareja a una de su mismo sexo está presionando a hombres a volverse cada vez mas femeninos con tal de encajar en este nuevo prototipo. Las modas han cambiado, cada vez resulta más difícil encontrar ropa masculina pues las tiendas se  encargan de promover ropa de mujer con ajustes mínimos para vendérsela a los hombres, y algunos cada día más delicados y propensos a saltar de un equipo a otro con pasmosa facilidad.

Columnista
6 enero, 2025

Hombres sin pelo en el pecho

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

No les puedo negar que escoger tema para la columna es un trabajo cada vez más dispendioso porque hace parte en sí de la calidad de la misma, entre otras cosas, porque hay temas que no generan mayor interés y otros están muy trillados y su impacto termina siendo ninguno. Para el caso de hoy […]


No les puedo negar que escoger tema para la columna es un trabajo cada vez más dispendioso porque hace parte en sí de la calidad de la misma, entre otras cosas, porque hay temas que no generan mayor interés y otros están muy trillados y su impacto termina siendo ninguno.

Para el caso de hoy iba a escribir sobre la canción ‘Coqueta’, que ha sido un éxito total para el bien de la música y así descansar por fin (al menos por un tiempo) de esa pila de  basura a la que llaman reguetón. Pero no, hoy voy a hablarles de otro tabú del que nadie quiere hablar por miedo a la reacción de las feministas extremas y a los grupos LGBTI que linchan socialmente a quien ose desafiar su extremismo.

No perdamos de vista que lo peligroso y tal vez más eficaz de las modas y las “tendencias” es que su éxito radica en la estrategia de difusión que se va metiendo con sutileza pero con eficacia, hasta convertirse en dogma y a fuerza de propaganda y de aceptación terminan calando en el inconsciente del respetable. 

Y  hablo particularmente  de la “desmasculinización” del macho para convertirlo en un remedo de hombre que sin ser abiertamente gay o miembro de cualquiera de los “géneros” esos que inventaron, se feminiza cada vez más, es decir, un hombre con rasgos, ademanes, rutinas, actitudes y comportamientos propios de las féminas; en otras palabras, hombres que abandonaron por completo su estatus de machos para convertirse en princesas.

La estrategia empezó por encasillar como “machismo” aquellos actos,  comportamientos y rasgos que son propios del macho desde que somos especie, hablo del vestido, del tono y la fuerza de la  voz, el vello en la cara, algunos roles exclusivos para nosotros; el desarrollo muscular, la ausencia de glándulas y órganos que le son propias a la mujer;  es decir, la diferencia biológica y suficientemente contundente que siempre nos va a diferenciar de las mujeres. 

Para sustentarlo voy a poner algunos ejemplos; es claro que no está en discusión que los procesos hormonales como la producción de testosterona y estrógeno  son particularmente únicas entre los dos sexos y la atracción física que generan estas dos hormonas al activarse, nunca, pero nunca jamás podrán ser reemplazadas por cirugías, injertos u otra clase de intervenciones quirúrgicas.

Y siguiendo con este argumento, ¿el lector tiene claro cómo se produce la atracción física del hombre hacia la mujer y viceversa? Pues según la ciencia y la biología esto se da por la reacción de las mencionadas hormonas (química) y son  además activadas desde la percepción visual (qué tan atractivo/a le parece), por el olor (feromonas), entre otras, pero hay más. 

La fisionomía de la mujer y del hombre ayudan a activar este proceso de atracción, para el caso de las mujeres, caderas anchas, cabello largo, labios carnosos, piernas gruesas y cintura pequeña; pero además, acciones y comportamientos frágiles, voz suave y ademanes puramente femeninos que son para la mayoría de los hombres el prototipo de la mujer deseada.

Ahora bien, para el caso de los hombres, las mujeres sienten atracción física por hombres con espaldas anchas, abdomen plano, músculos desarrollados, dentadura perfecta, altos de estatura, y quien lo creyera, con tono de voz grave y carácter fuerte.

Entonces, ¿qué busca un hombre cuando abandona su condición natural de ser masculino y opta por lo femenino, o viceversa? ¿Qué hay detrás de semejante inducción a alterar los mandatos naturales? La respuesta no les va gustar mucho, pero es la misma que buscan a través del feminismo extremo, la promoción de la transformación artificial de hombres y mujeres que lleven a la destrucción de la familia y con ello la interrupción de la pro creación y por esa misma vía la disminución de la especie humana.

Finalmente, el aumento desmedido del lesbianismo no es  casualidad, una corriente encabezada por mujeres que prefieren como pareja a una de su mismo sexo está presionando a hombres a volverse cada vez mas femeninos con tal de encajar en este nuevo prototipo. Las modas han cambiado, cada vez resulta más difícil encontrar ropa masculina pues las tiendas se  encargan de promover ropa de mujer con ajustes mínimos para vendérsela a los hombres, y algunos cada día más delicados y propensos a saltar de un equipo a otro con pasmosa facilidad.