Para nadie es un secreto el caos vehicular que se formaba en las afueras del colegio en horas de la mañana por la manera en que los padres de familia parqueaban sus vehículos y la reprochable costumbre de atravesarlos sin importar el caos que esto generaba
“Cuando más oscura está la noche, más cerca está el amanecer” (Thomas Fuller, quien creó este proverbio popular en la cultura anglosajona en 1650 para afirmar que las cosas se ven peor justo antes de mejorar) fuente Wikipedia.
En una interesante conversación con el nuevo rector del colegio Gimnasio del Norte, Santiago Castro, que aunque tiene apellido costeño es bien cachaco, pues es rolo de nacimiento y de ascendencia tolimense pero estudió en el exterior y trabajó allá también, quizás con este cruce cultural ha ido logrando avanzar en contra de viento y marea en un cambio cultural en el comportamiento de algunos padres de familia del colegio que van desde la forma como hoy accesan al colegio a dejar y recoger a sus hijos hasta sus comportamientos frente a las medidas que toman para fomentar el respeto por la ley y por las normas de convivencia básicas en cualquier sociedad.
Para nadie es un secreto el caos vehicular que se formaba en las afueras del colegio en horas de la mañana por la manera en que los padres de familia parqueaban sus vehículos y la reprochable costumbre de atravesarlos sin importar el caos que esto generaba, y todo bajo la insoportable excusa de “usted no sabe quién soy yo”, se llegó incluso a casos donde una madre de familia literalmente arrolló a una persona que controlaba el tráfico u otra que por poco causa un terrible accidente por no respetar el nuevo plan vial del colegio; también la exigencia so pena de terminación de contrato de sus empleados de cumplir las normas de tránsito con el uso obligatorio del casco a los motociclistas; hoy, el panorama en las afueras del colegio es otro y eso es muy fácil de evidenciar especialmente a los que usamos esa vía diariamente.
Pero quizás lo más relevante de las acciones del rector, es su campaña “Valledupar es mi hogar”, con la cual quiere generar desde la base de la sociedad, es decir desde los niños, el principal motor para concientizar a los padres que la forma como hoy actuamos no es la correcta y eso desde ya merece todo el reconocimiento y se convierte en un referente de cambio no solo para la ciudad sino para la región e incluso para todo el país.
La otra decisión que merece todo mi reconocimiento, fue el haberse afiliado a Fenalco, y lo digo al margen que sea el presidente de su junta directiva, lo valoro porque es una muestra del enorme compromiso de REDCOL no solo con la ciudad sino por la región en general, y lo hace porque entiende perfectamente que el verdadero cambio y las transformaciones que requiere la ciudad está precisamente en manos del sector privado y en ese camino del sector gremial quienes articulados, organizados y con la visión clara podemos acompañar a la institucionalidad como lo he venido insistiendo tal y como lo hiciera Barranquilla, Montería y Medellín.
Necesitamos romper con la cultura del atajo y del “¿cómo voy yo ahí?” entender que mientras criticamos a los mandatarios parqueamos en zona prohibida e irrespetamos la luz roja o la señal de pare; mientras nos quejamos del mal estado de la malla vial, o de los pésimos servicios, no pagamos los impuestos o buscamos quien nos maquille la declaración de renta para que la libreta militar de nuestros hijos salga más barata, o la bendita idea que los servidores públicos son pequeños reyezuelos a los que no hay que exigirles cuentas sino rendirles pleitesía; es eso señores, estoy seguro que si los dueños del colegio fueran de acá, ya se hubiesen reunido y lo habrían echado por atreverse a exigir respeto, cumplir las leyes, las normas y exigir que nos comportemos como amerita, bien por Santiago.
Queremos hacer un frente común, un llamado desesperado a todos los que aún creen en que es posible avanzar en la dirección correcta, involucrar a la campaña “Valledupar es mi hogar”, a todos los colegios, sin egos, darle la oportunidad a que las buenas iniciativas, aunque no sean mías, pueda aceptarlas y acompañarlas y así detener la destrucción del tejido social que avanza sin control en nuestra ciudad. Yo me sumo, porque creo que aún hay esperanza.
Para nadie es un secreto el caos vehicular que se formaba en las afueras del colegio en horas de la mañana por la manera en que los padres de familia parqueaban sus vehículos y la reprochable costumbre de atravesarlos sin importar el caos que esto generaba
“Cuando más oscura está la noche, más cerca está el amanecer” (Thomas Fuller, quien creó este proverbio popular en la cultura anglosajona en 1650 para afirmar que las cosas se ven peor justo antes de mejorar) fuente Wikipedia.
En una interesante conversación con el nuevo rector del colegio Gimnasio del Norte, Santiago Castro, que aunque tiene apellido costeño es bien cachaco, pues es rolo de nacimiento y de ascendencia tolimense pero estudió en el exterior y trabajó allá también, quizás con este cruce cultural ha ido logrando avanzar en contra de viento y marea en un cambio cultural en el comportamiento de algunos padres de familia del colegio que van desde la forma como hoy accesan al colegio a dejar y recoger a sus hijos hasta sus comportamientos frente a las medidas que toman para fomentar el respeto por la ley y por las normas de convivencia básicas en cualquier sociedad.
Para nadie es un secreto el caos vehicular que se formaba en las afueras del colegio en horas de la mañana por la manera en que los padres de familia parqueaban sus vehículos y la reprochable costumbre de atravesarlos sin importar el caos que esto generaba, y todo bajo la insoportable excusa de “usted no sabe quién soy yo”, se llegó incluso a casos donde una madre de familia literalmente arrolló a una persona que controlaba el tráfico u otra que por poco causa un terrible accidente por no respetar el nuevo plan vial del colegio; también la exigencia so pena de terminación de contrato de sus empleados de cumplir las normas de tránsito con el uso obligatorio del casco a los motociclistas; hoy, el panorama en las afueras del colegio es otro y eso es muy fácil de evidenciar especialmente a los que usamos esa vía diariamente.
Pero quizás lo más relevante de las acciones del rector, es su campaña “Valledupar es mi hogar”, con la cual quiere generar desde la base de la sociedad, es decir desde los niños, el principal motor para concientizar a los padres que la forma como hoy actuamos no es la correcta y eso desde ya merece todo el reconocimiento y se convierte en un referente de cambio no solo para la ciudad sino para la región e incluso para todo el país.
La otra decisión que merece todo mi reconocimiento, fue el haberse afiliado a Fenalco, y lo digo al margen que sea el presidente de su junta directiva, lo valoro porque es una muestra del enorme compromiso de REDCOL no solo con la ciudad sino por la región en general, y lo hace porque entiende perfectamente que el verdadero cambio y las transformaciones que requiere la ciudad está precisamente en manos del sector privado y en ese camino del sector gremial quienes articulados, organizados y con la visión clara podemos acompañar a la institucionalidad como lo he venido insistiendo tal y como lo hiciera Barranquilla, Montería y Medellín.
Necesitamos romper con la cultura del atajo y del “¿cómo voy yo ahí?” entender que mientras criticamos a los mandatarios parqueamos en zona prohibida e irrespetamos la luz roja o la señal de pare; mientras nos quejamos del mal estado de la malla vial, o de los pésimos servicios, no pagamos los impuestos o buscamos quien nos maquille la declaración de renta para que la libreta militar de nuestros hijos salga más barata, o la bendita idea que los servidores públicos son pequeños reyezuelos a los que no hay que exigirles cuentas sino rendirles pleitesía; es eso señores, estoy seguro que si los dueños del colegio fueran de acá, ya se hubiesen reunido y lo habrían echado por atreverse a exigir respeto, cumplir las leyes, las normas y exigir que nos comportemos como amerita, bien por Santiago.
Queremos hacer un frente común, un llamado desesperado a todos los que aún creen en que es posible avanzar en la dirección correcta, involucrar a la campaña “Valledupar es mi hogar”, a todos los colegios, sin egos, darle la oportunidad a que las buenas iniciativas, aunque no sean mías, pueda aceptarlas y acompañarlas y así detener la destrucción del tejido social que avanza sin control en nuestra ciudad. Yo me sumo, porque creo que aún hay esperanza.