La utilización de la biotecnología, prácticas amigables con el medio ambiente, programas ambientales de cultivos, entre otros, son algunas de las acciones a las que les apuestan los sectores productivos del departamento.
En el Cesar la actividad agrícola se desarrolla a gran escala en el norte, centro y sur del territorio, provocando así un impacto ambiental en el suelo, fuentes hídricas y el aire. De acuerdo con el ingeniero ambiental Gustavo Arregocés, el Cesar emite el 6.2 % de gases de efecto invernadero del país y cerca del 50 % del suelo presenta desertificación debido a malas prácticas agrícolas y mineras.
Lee también: Corpocesar: ¿qué norma rige la tala del arbolado en el Cesar?
Según Arregocés, en el departamento se debe apuntar al desarrollo verde para ampliar la cobertura arbórea y reforestar las zonas del territorio que se han quemado durante la época de verano, debido a que dichos suelos no han sido recuperados, provocando una disminución del oxígeno en el área geográfica y la pérdida de las propiedades del suelo.
“Se debería aumentar la utilización de la tecnología que apoya al medio ambiente y mitiga el impacto de la actividad humana porque una vez que se pierden las propiedades del suelo es muy difícil recuperarlas”, manifestó. Argumentó que la biodiversidad debe ser el principal objetivo de conservación a través de los pagos por servicios ambientales.
En el Cesar, la producción de arroz es una fuente de ingreso económico de un alto porcentaje de productores. Según Jairo Chimá, director ejecutivo de Fedearroz para la seccional Valledupar, se está implementando un programa que promete reducir el impacto ambiental que genera este cultivo.
De acuerdo con Chimá, Fedearroz está impulsando la Adopción Masiva de Tecnología, Amtec, que busca mejorar las técnicas de preparación de suelos para disminuir la cantidad de agua que utiliza el arroz. En un 40 % se ha reducido el consumo del preciado líquido en los cultivos de los municipios de Aguachica, San Alberto, entre otras localidades. Explicó que gracias a ese programa se ha podido regular el uso de los agroquímicos en la protección del cultivo, entre esos está el uso de los pesticidas.
No dejes de leer: Contrario al carbón, la cadena del aceite de palma presentó resultados positivos
Cabe recordar que el cultivo del arroz, según estudios, “es un gran consumidor de agua: se usan unos 5.000 litros de agua para producir 1 kilogramo de arroz. En comparación con otros cultivos, la producción de arroz es menos eficiente en la forma en que utiliza el agua”. De allí la importancia de la implementación de esas tecnologías.
La ganadería es otro sector productivo con gran influencia en el Cesar. De acuerdo con Oscar Daza Laverde, presidente de la Junta Directiva de Fedegan, para mitigar el impacto de la ganadería en el departamento se implementan programas silvopastoriles.
El sistema consiste en implantar pasturas naturales complementándolas con especies nativas para la sombra y con la siembra de leucaena (planta que tiene frutos y semillas comestibles usadas en alimentación forrajera animal, en abonos verdes y conservación de suelos) en un mismo sitio.
Dicho modelo permite una cobertura arbórea debido a que se siembran plantas que protegen el suelo, capturan el carbono con el crecimiento tanto de pastos como de forrajes; también ayuda a la creación de microorganismos importantes para la reestructuración del suelo y la generación de materia orgánica.
Con cerca de 90 mil hectáreas sembradas, es necesario implementar prácticas ambientales que disminuyan el impacto que genera el cultivo de palma africana en los suelos cesarenses.
Te puede interesar: El eterno problema del alcantarillado en Valledupar
De acuerdo con Cristian Díaz, decano nacional de la facultad de Ingeniería y Ciencias Básicas de la Fundación Universitaria del Área Andina, no se puede manejar el riego extensivo para la producción agrícola, contrario, se puede utilizar riego tecnificado por goteo para reducir la demanda de agua en el cultivo de palma.
Señaló que los subproductos de la extracción del aceite de palma no se deben verter en cuencas hídricas o en el suelo; se deben instalar procesos tecnificados de compostaje para el tratamiento de los residuos de la palma.
La minería en el Cesar es una de las actividades económicas con mayor impacto ambiental, por ello uno de los grandes desafíos para este sector es la compensación a través de programas de recuperación ambiental.
De acuerdo con el ambientalista Jorge Ruíz, la deforestación y la desviación de ríos para generar canales artificiales que nutran la actividad minera generan daños en el ecosistema que difícilmente son sanados. Argumentó que para mitigar dichas acciones se deben reforestar las zonas en donde se han talado los árboles y si el suelo no es apto para el crecimiento de la vida vegetal se deben hacer viveros donde se plantarán el doble de la cantidad talada y crear fuentes hídricas artificiales.
Namieh Baute Barrios / EL PILÓN.
La utilización de la biotecnología, prácticas amigables con el medio ambiente, programas ambientales de cultivos, entre otros, son algunas de las acciones a las que les apuestan los sectores productivos del departamento.
En el Cesar la actividad agrícola se desarrolla a gran escala en el norte, centro y sur del territorio, provocando así un impacto ambiental en el suelo, fuentes hídricas y el aire. De acuerdo con el ingeniero ambiental Gustavo Arregocés, el Cesar emite el 6.2 % de gases de efecto invernadero del país y cerca del 50 % del suelo presenta desertificación debido a malas prácticas agrícolas y mineras.
Lee también: Corpocesar: ¿qué norma rige la tala del arbolado en el Cesar?
Según Arregocés, en el departamento se debe apuntar al desarrollo verde para ampliar la cobertura arbórea y reforestar las zonas del territorio que se han quemado durante la época de verano, debido a que dichos suelos no han sido recuperados, provocando una disminución del oxígeno en el área geográfica y la pérdida de las propiedades del suelo.
“Se debería aumentar la utilización de la tecnología que apoya al medio ambiente y mitiga el impacto de la actividad humana porque una vez que se pierden las propiedades del suelo es muy difícil recuperarlas”, manifestó. Argumentó que la biodiversidad debe ser el principal objetivo de conservación a través de los pagos por servicios ambientales.
En el Cesar, la producción de arroz es una fuente de ingreso económico de un alto porcentaje de productores. Según Jairo Chimá, director ejecutivo de Fedearroz para la seccional Valledupar, se está implementando un programa que promete reducir el impacto ambiental que genera este cultivo.
De acuerdo con Chimá, Fedearroz está impulsando la Adopción Masiva de Tecnología, Amtec, que busca mejorar las técnicas de preparación de suelos para disminuir la cantidad de agua que utiliza el arroz. En un 40 % se ha reducido el consumo del preciado líquido en los cultivos de los municipios de Aguachica, San Alberto, entre otras localidades. Explicó que gracias a ese programa se ha podido regular el uso de los agroquímicos en la protección del cultivo, entre esos está el uso de los pesticidas.
No dejes de leer: Contrario al carbón, la cadena del aceite de palma presentó resultados positivos
Cabe recordar que el cultivo del arroz, según estudios, “es un gran consumidor de agua: se usan unos 5.000 litros de agua para producir 1 kilogramo de arroz. En comparación con otros cultivos, la producción de arroz es menos eficiente en la forma en que utiliza el agua”. De allí la importancia de la implementación de esas tecnologías.
La ganadería es otro sector productivo con gran influencia en el Cesar. De acuerdo con Oscar Daza Laverde, presidente de la Junta Directiva de Fedegan, para mitigar el impacto de la ganadería en el departamento se implementan programas silvopastoriles.
El sistema consiste en implantar pasturas naturales complementándolas con especies nativas para la sombra y con la siembra de leucaena (planta que tiene frutos y semillas comestibles usadas en alimentación forrajera animal, en abonos verdes y conservación de suelos) en un mismo sitio.
Dicho modelo permite una cobertura arbórea debido a que se siembran plantas que protegen el suelo, capturan el carbono con el crecimiento tanto de pastos como de forrajes; también ayuda a la creación de microorganismos importantes para la reestructuración del suelo y la generación de materia orgánica.
Con cerca de 90 mil hectáreas sembradas, es necesario implementar prácticas ambientales que disminuyan el impacto que genera el cultivo de palma africana en los suelos cesarenses.
Te puede interesar: El eterno problema del alcantarillado en Valledupar
De acuerdo con Cristian Díaz, decano nacional de la facultad de Ingeniería y Ciencias Básicas de la Fundación Universitaria del Área Andina, no se puede manejar el riego extensivo para la producción agrícola, contrario, se puede utilizar riego tecnificado por goteo para reducir la demanda de agua en el cultivo de palma.
Señaló que los subproductos de la extracción del aceite de palma no se deben verter en cuencas hídricas o en el suelo; se deben instalar procesos tecnificados de compostaje para el tratamiento de los residuos de la palma.
La minería en el Cesar es una de las actividades económicas con mayor impacto ambiental, por ello uno de los grandes desafíos para este sector es la compensación a través de programas de recuperación ambiental.
De acuerdo con el ambientalista Jorge Ruíz, la deforestación y la desviación de ríos para generar canales artificiales que nutran la actividad minera generan daños en el ecosistema que difícilmente son sanados. Argumentó que para mitigar dichas acciones se deben reforestar las zonas en donde se han talado los árboles y si el suelo no es apto para el crecimiento de la vida vegetal se deben hacer viveros donde se plantarán el doble de la cantidad talada y crear fuentes hídricas artificiales.
Namieh Baute Barrios / EL PILÓN.