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Informe - 16 septiembre, 2017

Guzmán Quintero Torres, una voz que sigue pidiendo justicia

Periodista de El Diario Vallenato y jefe de redación de El Pilón, Guzmán Quintero Torres investigó y denunció las alianzas entre el Ejército Nacional y grupos paramilitares en la década de los 90 en la Serranía del Perijá. El 16 de septiembre de 1999, mientras compartía con sus compañeros después de un cierre, un hombre […]

Guzmán Quintero Torres fue asesinado el 16 de septiembre de 1999 en Valledupar.
Guzmán Quintero Torres fue asesinado el 16 de septiembre de 1999 en Valledupar.

Periodista de El Diario Vallenato y jefe de redación de El Pilón, Guzmán Quintero Torres investigó y denunció las alianzas entre el Ejército Nacional y grupos paramilitares en la década de los 90 en la Serranía del Perijá. El 16 de septiembre de 1999, mientras compartía con sus compañeros después de un cierre, un hombre entró a la cafetería donde se encontraban y le disparó a quemarropa.

Quintero Torres, una voz que sigue pidiendo justicia

La noche del 16 de septiembre de 1999 a tan solo cinco cuadras de las instalaciones del periódico El Pilón, fue asesinado quien era el Jefe de Redacción, Guzmán Quintero Torres. Este asesinato silenció una de las voces más prominentes de la región. Solía defender los derechos humanos y denunciar los nexos que había entre la Fuerza Pública y los grupos paramilitares.

Desde que cursaba noveno grado se interesó por el periodismo. Con la llegada del primer diario a Valledupar, El Diario Vallenato, Quintero tuvo su primer acercamiento al oficio periodístico. Poco a poco, fue desempeñando funciones en distintos medios hasta graduarse como Comunicador Social-Periodista de la Universidad Autónoma del Caribe.  “Fue uno de los periodistas más acuciosos, me atrevería a calificarlo como un enamorado de este oficio. una persona que vivía con mucha intensidad, con mucha emoción con lo que hacía“, dice Edgar de la Hoz, quien era su colega y amigo.

Era la voz de la comunidad que quería justicia, que fuera conocida la realidad que los rondaba. Luchó incansablemente por la defensa de los derechos humanos, esos mismos que él sabía que existían y que le eran vulnerados a la comunidad. Las personas se le acercaban para comentarle sobre sus problemas, queriendo encontrar en él un respaldo y el medio para denunciarlos públicamente. Aunque él se esmeraba por denunciar las injusticias allí vividas, no encontró eco en los organismos de control. Su hermano Yury Quintero recuerda: “Guzmán se extendía en su condición de periodista siendo crítico, reflexivo, íntegro, respetuoso. Pero tenía una condición, se comprometía con las personas cuando encontraba una situación que violaba los derechos humanos.”

En 1995 inició una investigación relacionada con la conformación de un grupo paramilitar en la Serranía de Perijá. Publicó varios artículos en los que denunciaba la existencia de vínculos entre el Ejército Nacional de Colombia y grupos armados ilegales. Las amenazas no se hicieron esperar. Era notorio el disgusto de los militares ante las denuncias realizadas por el periodista. Luego de un viaje que realizó al Perijá, fue abordado por militares que le prohibieron publicar su investigación. Sin embargo, sus intentos por silenciar esta voz fueron frustrados. Aunque se vio obligado a abandonar la región, Quintero hizo público lo que había encontrado en la Serranía del Perijá.

A mediados de 1999 hubo una segunda alerta. Militares del Batallón La Popa irrumpieron en las instalaciones de El Pilón. Querían saber quién denunció ante la luz pública el asesinato de dos mujeres en El Conejo, La Guajira. Artículos que habían sido escritos por Quintero. Esta fue la última amenaza que recibió el periodista antes de su asesinato. “Yo pienso que él tuvo unas amenazas sino que no nos las comunicó, no nos las hizo saber”, dice su hermano.

Las amenazas se convirtieron en hechos. La noche del 16 de septiembre de 1999 asesinaron al periodista que velaba por la verdad. Paradójicamente, el último texto que Quintero escribió hacía alusión a una campaña en contra de la violencia que estaba viviendo el país en esa época. Esa tarde estuvo haciendo la graficación del periódico del día siguiente. Al llegar la noche, se reunió con sus amigos y colegas Edgar de la Hoz y Óscar Martínez, reportero gráfico y editor político del diario.

En la cafetería del hotel Los Cardones, ubicado en el centro de Valledupar, los periodistas discutían sobre periodismo, según comenta Edgar de la Hoz. Luego de algunas cervezas que compartían con motivo del cumpleaños de Óscar Martínez, llegó un sujeto que le dio cuatro tiros al periodista.

Periodismo vallenato de luto. Asesinado periodista de El Pilón. Así se tituló el diario el día después del asesinato de Quintero. Durante el entierro, sus colegas y conocidos le rindieron un sentido homenaje al asistir con la boca vendada. Hacían alusión a la censura que, a partir de ese momento, empezaría a sufrir el periodismo con la muerte de Guzmán Quintero Torres, quien había entregado su vida a esa labor.

El miedo y el silencio fueron el único método de defensa de los periodistas que continuaron en la región. El periodismo investigativo desapareció durante los años siguientes al asesinato. La información publicada en los medios estaba basada en boletines de prensa emitidos por los diferentes órganos de control. “Esos años fueron muy difíciles, uno no sabía qué postura asumir, uno trataba de ceñirse estrictamente a lo que era la estructura del periodismo. Cubrir los hechos como tal. Siempre con el temor de ir un poco más allá”, comenta De la Hoz.

La falta de garantías para el ejercicio periodístico afectó de forma directa la labor de los periodistas que aún se encuentran en la región. 18 años después del asesinato del periodista, el crimen continúa impune. Aunque fueron condenados los autores materiales, no se ha vinculado a la investigación ningún presunto autor intelectual. El tiempo pasa y a tan solo dos años de que el caso prescriba, su familia, conocidos y periodistas del país siguen esperando que se haga justicia.

Desde hace 10 años, aproximadamente, se han formado más voces como la de Quintero, que pretenden denunciar y hacer visibles las problemáticas de la Colombia actual. Su esposa, Alcira Vitola se refirió al respecto, “Su legado para el periodismo fue la valentía. El periodista debe ser investigador, esa pasión que él le ponía a su trabajo por investigar, por hacer valer los derechos humanos en defensa de la libertad.”

Informe
16 septiembre, 2017

Guzmán Quintero Torres, una voz que sigue pidiendo justicia

Periodista de El Diario Vallenato y jefe de redación de El Pilón, Guzmán Quintero Torres investigó y denunció las alianzas entre el Ejército Nacional y grupos paramilitares en la década de los 90 en la Serranía del Perijá. El 16 de septiembre de 1999, mientras compartía con sus compañeros después de un cierre, un hombre […]


Guzmán Quintero Torres fue asesinado el 16 de septiembre de 1999 en Valledupar.
Guzmán Quintero Torres fue asesinado el 16 de septiembre de 1999 en Valledupar.

Periodista de El Diario Vallenato y jefe de redación de El Pilón, Guzmán Quintero Torres investigó y denunció las alianzas entre el Ejército Nacional y grupos paramilitares en la década de los 90 en la Serranía del Perijá. El 16 de septiembre de 1999, mientras compartía con sus compañeros después de un cierre, un hombre entró a la cafetería donde se encontraban y le disparó a quemarropa.

Quintero Torres, una voz que sigue pidiendo justicia

La noche del 16 de septiembre de 1999 a tan solo cinco cuadras de las instalaciones del periódico El Pilón, fue asesinado quien era el Jefe de Redacción, Guzmán Quintero Torres. Este asesinato silenció una de las voces más prominentes de la región. Solía defender los derechos humanos y denunciar los nexos que había entre la Fuerza Pública y los grupos paramilitares.

Desde que cursaba noveno grado se interesó por el periodismo. Con la llegada del primer diario a Valledupar, El Diario Vallenato, Quintero tuvo su primer acercamiento al oficio periodístico. Poco a poco, fue desempeñando funciones en distintos medios hasta graduarse como Comunicador Social-Periodista de la Universidad Autónoma del Caribe.  “Fue uno de los periodistas más acuciosos, me atrevería a calificarlo como un enamorado de este oficio. una persona que vivía con mucha intensidad, con mucha emoción con lo que hacía“, dice Edgar de la Hoz, quien era su colega y amigo.

Era la voz de la comunidad que quería justicia, que fuera conocida la realidad que los rondaba. Luchó incansablemente por la defensa de los derechos humanos, esos mismos que él sabía que existían y que le eran vulnerados a la comunidad. Las personas se le acercaban para comentarle sobre sus problemas, queriendo encontrar en él un respaldo y el medio para denunciarlos públicamente. Aunque él se esmeraba por denunciar las injusticias allí vividas, no encontró eco en los organismos de control. Su hermano Yury Quintero recuerda: “Guzmán se extendía en su condición de periodista siendo crítico, reflexivo, íntegro, respetuoso. Pero tenía una condición, se comprometía con las personas cuando encontraba una situación que violaba los derechos humanos.”

En 1995 inició una investigación relacionada con la conformación de un grupo paramilitar en la Serranía de Perijá. Publicó varios artículos en los que denunciaba la existencia de vínculos entre el Ejército Nacional de Colombia y grupos armados ilegales. Las amenazas no se hicieron esperar. Era notorio el disgusto de los militares ante las denuncias realizadas por el periodista. Luego de un viaje que realizó al Perijá, fue abordado por militares que le prohibieron publicar su investigación. Sin embargo, sus intentos por silenciar esta voz fueron frustrados. Aunque se vio obligado a abandonar la región, Quintero hizo público lo que había encontrado en la Serranía del Perijá.

A mediados de 1999 hubo una segunda alerta. Militares del Batallón La Popa irrumpieron en las instalaciones de El Pilón. Querían saber quién denunció ante la luz pública el asesinato de dos mujeres en El Conejo, La Guajira. Artículos que habían sido escritos por Quintero. Esta fue la última amenaza que recibió el periodista antes de su asesinato. “Yo pienso que él tuvo unas amenazas sino que no nos las comunicó, no nos las hizo saber”, dice su hermano.

Las amenazas se convirtieron en hechos. La noche del 16 de septiembre de 1999 asesinaron al periodista que velaba por la verdad. Paradójicamente, el último texto que Quintero escribió hacía alusión a una campaña en contra de la violencia que estaba viviendo el país en esa época. Esa tarde estuvo haciendo la graficación del periódico del día siguiente. Al llegar la noche, se reunió con sus amigos y colegas Edgar de la Hoz y Óscar Martínez, reportero gráfico y editor político del diario.

En la cafetería del hotel Los Cardones, ubicado en el centro de Valledupar, los periodistas discutían sobre periodismo, según comenta Edgar de la Hoz. Luego de algunas cervezas que compartían con motivo del cumpleaños de Óscar Martínez, llegó un sujeto que le dio cuatro tiros al periodista.

Periodismo vallenato de luto. Asesinado periodista de El Pilón. Así se tituló el diario el día después del asesinato de Quintero. Durante el entierro, sus colegas y conocidos le rindieron un sentido homenaje al asistir con la boca vendada. Hacían alusión a la censura que, a partir de ese momento, empezaría a sufrir el periodismo con la muerte de Guzmán Quintero Torres, quien había entregado su vida a esa labor.

El miedo y el silencio fueron el único método de defensa de los periodistas que continuaron en la región. El periodismo investigativo desapareció durante los años siguientes al asesinato. La información publicada en los medios estaba basada en boletines de prensa emitidos por los diferentes órganos de control. “Esos años fueron muy difíciles, uno no sabía qué postura asumir, uno trataba de ceñirse estrictamente a lo que era la estructura del periodismo. Cubrir los hechos como tal. Siempre con el temor de ir un poco más allá”, comenta De la Hoz.

La falta de garantías para el ejercicio periodístico afectó de forma directa la labor de los periodistas que aún se encuentran en la región. 18 años después del asesinato del periodista, el crimen continúa impune. Aunque fueron condenados los autores materiales, no se ha vinculado a la investigación ningún presunto autor intelectual. El tiempo pasa y a tan solo dos años de que el caso prescriba, su familia, conocidos y periodistas del país siguen esperando que se haga justicia.

Desde hace 10 años, aproximadamente, se han formado más voces como la de Quintero, que pretenden denunciar y hacer visibles las problemáticas de la Colombia actual. Su esposa, Alcira Vitola se refirió al respecto, “Su legado para el periodismo fue la valentía. El periodista debe ser investigador, esa pasión que él le ponía a su trabajo por investigar, por hacer valer los derechos humanos en defensa de la libertad.”