Cumplo el delicioso encanto de escribir unas líneas sobre quien con entusiasmo -invariablemente- aprecio desde que hace bastante rato nos conocimos a carcajadas recíprocas y a partir de que por primera vez estrechamos las manos y nos ofrecimos un cálido y fuerte abrazo: Ovel Gelain Fresneda Felix -¡vaya, vaya! que nombrecito- conocido en América y […]
Cumplo el delicioso encanto de escribir unas líneas sobre quien con entusiasmo -invariablemente- aprecio desde que hace bastante rato nos conocimos a carcajadas recíprocas y a partir de que por primera vez estrechamos las manos y nos ofrecimos un cálido y fuerte abrazo: Ovel Gelain Fresneda Felix -¡vaya, vaya! que nombrecito- conocido en América y el mundo como Gitanillo de América.
Brevemente, porque sus registros se encuentran en todas las bases de datos en la internet, a quien aquí mencionamos es un hombre -desde que nació- con dimensión personal para ubicarse en ecuménico torero. En un recorrido en carro de aquí hasta Cartagena, se desnudó con divertidos detalles, porfía de vida y trayectoria vivaz y, me impactó mucho lo decisivamente feroz para enfrentar la existencia y lo que se propuso siempre: ser un torero exitoso que humanamente trasciende.
Las corridas de toros en particular y la tauromaquia en general es el arte y la técnica de torear o lidiar toros -donde la genial puesta en escena de Gitanillo de América es insuperable porque histriónicamente arriesga su vida con una sonrisa seria en la comisura de los labios- que en los tiempos de ahora, del frenesí de la legión de animalistas, quisieran prohibirla del todo. Suprimirla.
En Colombia, ha habido varios intentos y se ha pretendido legislar para proscribirla, no para regularla, ni para trabajar en niveles de entendimiento que busquen equilibrar los desarrollos de eventos y situaciones donde haya presencia de animales porque todo ello hace parte de intereses diversos en las regiones del país. Es sin duda una temática muy sensible.
En todo caso lo que se procura bajo el decidido liderazgo del reconocido torero Gitanillo de América es contribuir con razonados insumos para lograr con fraternidad una legislación que regule de la mejor manera posible unas prácticas tradicionales y culturales con animales (coleo, las peleas de gallos, corralejas, corridas de toros) respecto de la que debe -inevitablemente- haber toda suerte de forcejeos porque tienen dimensión social.
Así las cosas, el proyecto de ley antitaurino que presentó el representante liberal a la cámara Juan Carlos Losada se hundió por lo que -en el entretiempo, seguir alerta- provisionalmente las corridas de toros y demás prácticas taurinas se podrán seguir llevando a cabo en todo el territorio nacional sin problema alguno aunque se anuncia -hacia adelante- una regulación a la tauromaquia que de nuevo se llevaría al Congreso de manera concertada y juiciosa con quienes apoyan la fiesta brava, empresarios y toreros.
Sin duda alguna hay que aplaudir al talentoso Gitanillo de América porque ha incursionado en un debate que tiene como entorno el Congreso de la República, donde hay que tener habilidades no solo de discreto lobista sino mostrarse como una persona, creíble y seria. Gitanillo lo es, por eso ha sabido interactuar en esos ambientes problemáticos. Y le ha ido bien como activista taurino. Trasciende porque es sincero en lo que busca y en lo que -estratégicamente- cree que puede hacer para construir políticas públicas con animales sintientes.
En estos temas no hay faenas, ni estocadas. El carismático Gitanillo con experimentada hoja de vida taurina así lo percibe y, por eso tiene que ser cuidadoso pero penetrante con rigor y sensatez. Pa´ tras ni para tomar impulso. Al pie del cañón. Y con la relacionista social de alcurnia Iveth Uhia ¡Olé-Olé!.
Cumplo el delicioso encanto de escribir unas líneas sobre quien con entusiasmo -invariablemente- aprecio desde que hace bastante rato nos conocimos a carcajadas recíprocas y a partir de que por primera vez estrechamos las manos y nos ofrecimos un cálido y fuerte abrazo: Ovel Gelain Fresneda Felix -¡vaya, vaya! que nombrecito- conocido en América y […]
Cumplo el delicioso encanto de escribir unas líneas sobre quien con entusiasmo -invariablemente- aprecio desde que hace bastante rato nos conocimos a carcajadas recíprocas y a partir de que por primera vez estrechamos las manos y nos ofrecimos un cálido y fuerte abrazo: Ovel Gelain Fresneda Felix -¡vaya, vaya! que nombrecito- conocido en América y el mundo como Gitanillo de América.
Brevemente, porque sus registros se encuentran en todas las bases de datos en la internet, a quien aquí mencionamos es un hombre -desde que nació- con dimensión personal para ubicarse en ecuménico torero. En un recorrido en carro de aquí hasta Cartagena, se desnudó con divertidos detalles, porfía de vida y trayectoria vivaz y, me impactó mucho lo decisivamente feroz para enfrentar la existencia y lo que se propuso siempre: ser un torero exitoso que humanamente trasciende.
Las corridas de toros en particular y la tauromaquia en general es el arte y la técnica de torear o lidiar toros -donde la genial puesta en escena de Gitanillo de América es insuperable porque histriónicamente arriesga su vida con una sonrisa seria en la comisura de los labios- que en los tiempos de ahora, del frenesí de la legión de animalistas, quisieran prohibirla del todo. Suprimirla.
En Colombia, ha habido varios intentos y se ha pretendido legislar para proscribirla, no para regularla, ni para trabajar en niveles de entendimiento que busquen equilibrar los desarrollos de eventos y situaciones donde haya presencia de animales porque todo ello hace parte de intereses diversos en las regiones del país. Es sin duda una temática muy sensible.
En todo caso lo que se procura bajo el decidido liderazgo del reconocido torero Gitanillo de América es contribuir con razonados insumos para lograr con fraternidad una legislación que regule de la mejor manera posible unas prácticas tradicionales y culturales con animales (coleo, las peleas de gallos, corralejas, corridas de toros) respecto de la que debe -inevitablemente- haber toda suerte de forcejeos porque tienen dimensión social.
Así las cosas, el proyecto de ley antitaurino que presentó el representante liberal a la cámara Juan Carlos Losada se hundió por lo que -en el entretiempo, seguir alerta- provisionalmente las corridas de toros y demás prácticas taurinas se podrán seguir llevando a cabo en todo el territorio nacional sin problema alguno aunque se anuncia -hacia adelante- una regulación a la tauromaquia que de nuevo se llevaría al Congreso de manera concertada y juiciosa con quienes apoyan la fiesta brava, empresarios y toreros.
Sin duda alguna hay que aplaudir al talentoso Gitanillo de América porque ha incursionado en un debate que tiene como entorno el Congreso de la República, donde hay que tener habilidades no solo de discreto lobista sino mostrarse como una persona, creíble y seria. Gitanillo lo es, por eso ha sabido interactuar en esos ambientes problemáticos. Y le ha ido bien como activista taurino. Trasciende porque es sincero en lo que busca y en lo que -estratégicamente- cree que puede hacer para construir políticas públicas con animales sintientes.
En estos temas no hay faenas, ni estocadas. El carismático Gitanillo con experimentada hoja de vida taurina así lo percibe y, por eso tiene que ser cuidadoso pero penetrante con rigor y sensatez. Pa´ tras ni para tomar impulso. Al pie del cañón. Y con la relacionista social de alcurnia Iveth Uhia ¡Olé-Olé!.