La crisis de ideas en Colombia es superlativa, ya pocos son capaces de pensar, una especie de modorra e inercia racional invade a la dirigencia nacional, estatus que se tomaron sin que nadie se los hubiera otorgado.
La crisis de ideas en Colombia es superlativa, ya pocos son capaces de pensar, una especie de modorra e inercia racional invade a la dirigencia nacional, estatus que se tomaron sin que nadie se los hubiera otorgado.
Aunque este fenómeno, más común en el tercer mundo, es posible que siempre haya sido así, solo que hasta ahora lo descubrimos, ya por evidencias del fracaso de un modelo político-económico, ya por el mayor acceso a la información, ya por el antiguo número de problemas por resolver, ya por llegar al límite de la tolerancia y la pobreza de grandes multitudes.
Parece que a los viejos dirigentes se les hubiera perdido el recetario, basado en la mentira y promesas rutinarias. Por eso ahora, los hipotéticos aspirantes a dirigir los destinos del país tienen que asociarse en clanes o gavillas para unir fuerzas de todo orden, una especie de “cosa nostra” para enfrentar a los que tengan capacidad para exponer propuestas; solos no pueden, les infunde terror.
Nunca había visto tantos aspirantes a la presidencia de la República, parece como si esta fuera la última oportunidad aunque no habrá muchas. Son plataformas electorales temporales y espurias de intereses individuales y gremiales que solo aspiran a no perder la chequera del Estado y la cooptación de todos los medios de poder.
No tienen un proyecto de país ni de nación, solo de clanes; si lo tuvieran no fuéramos uno de los países más inequitativos del mundo. Estas realidades se han reflejado en los pocos debates, no de ideas, sino para sacarse trapitos al aire entre ellos mismos; el canibalismo es evidente, así sus diferencias sean de forma; se muestran los dientes pero no se muerden, esperan una 2ª vuelta para unirse contra Petro, la obsesión es enfermiza.
En el más reciente enfrentamiento, no debate, la pugnacidad entre Ingrid Betancourt, Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria, mostró la escasez de propuestas, pareció una reyerta entre verduleras; la centroderechista “coalición de la esperanza” quedó fracturada, eso es lo que hay. “En ausencia de pan, tortas son buenas”, reza el refrán español.
Por su lado, la coalición “de la experiencia”, muy cercana a la extrema derecha coincide con los métodos de fuerza de Rodolfo Hernández a quién apoyaría si los demás no llegan; ya algunos anticipan que Petro jamás será presidente, sabrán por qué lo dicen; según ellos, con este la institucionalidad peligra, más, el peligro son ellos mismos, sus métodos son probados y temen perder privilegios si se produjera un cambio.
El peligro siempre ha estado, nunca habíamos vivido una situación tan crítica como la actual, el hampa se impuso. Sería interesante programar debates en grupos de a tres para no diluirlos, hasta que todos se crucen, para que estructuren “el cómo” en cada una de sus propuestas, sin señalamientos personales. No es serio creer que en 2 minutos se pueda exponer una obra de gobierno , en ese tiempo solo cantinfladas pueden surgir.
Un problema podría tener más de una solución pero se debe decir cómo haría y si es posible decir cuánto vale y de donde saldrán los recursos. Eso solo lo puede hacer un estadista, no un vendedor de golosinas. Además, los problemas hay que jerarquizarlos porque nunca hay recursos para todos y no todas las propuestas de soluciones son viables.
Se debería agotar un solo tema por debate con la presencia de observadores expertos que viabilicen o no las propuestas. Este circo no debe seguir, es un irrespeto para con el auditorio que espera propuestas para resolver problemas vitales atrasados.
Por Luis Napoleón de Armas P.
La crisis de ideas en Colombia es superlativa, ya pocos son capaces de pensar, una especie de modorra e inercia racional invade a la dirigencia nacional, estatus que se tomaron sin que nadie se los hubiera otorgado.
La crisis de ideas en Colombia es superlativa, ya pocos son capaces de pensar, una especie de modorra e inercia racional invade a la dirigencia nacional, estatus que se tomaron sin que nadie se los hubiera otorgado.
Aunque este fenómeno, más común en el tercer mundo, es posible que siempre haya sido así, solo que hasta ahora lo descubrimos, ya por evidencias del fracaso de un modelo político-económico, ya por el mayor acceso a la información, ya por el antiguo número de problemas por resolver, ya por llegar al límite de la tolerancia y la pobreza de grandes multitudes.
Parece que a los viejos dirigentes se les hubiera perdido el recetario, basado en la mentira y promesas rutinarias. Por eso ahora, los hipotéticos aspirantes a dirigir los destinos del país tienen que asociarse en clanes o gavillas para unir fuerzas de todo orden, una especie de “cosa nostra” para enfrentar a los que tengan capacidad para exponer propuestas; solos no pueden, les infunde terror.
Nunca había visto tantos aspirantes a la presidencia de la República, parece como si esta fuera la última oportunidad aunque no habrá muchas. Son plataformas electorales temporales y espurias de intereses individuales y gremiales que solo aspiran a no perder la chequera del Estado y la cooptación de todos los medios de poder.
No tienen un proyecto de país ni de nación, solo de clanes; si lo tuvieran no fuéramos uno de los países más inequitativos del mundo. Estas realidades se han reflejado en los pocos debates, no de ideas, sino para sacarse trapitos al aire entre ellos mismos; el canibalismo es evidente, así sus diferencias sean de forma; se muestran los dientes pero no se muerden, esperan una 2ª vuelta para unirse contra Petro, la obsesión es enfermiza.
En el más reciente enfrentamiento, no debate, la pugnacidad entre Ingrid Betancourt, Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria, mostró la escasez de propuestas, pareció una reyerta entre verduleras; la centroderechista “coalición de la esperanza” quedó fracturada, eso es lo que hay. “En ausencia de pan, tortas son buenas”, reza el refrán español.
Por su lado, la coalición “de la experiencia”, muy cercana a la extrema derecha coincide con los métodos de fuerza de Rodolfo Hernández a quién apoyaría si los demás no llegan; ya algunos anticipan que Petro jamás será presidente, sabrán por qué lo dicen; según ellos, con este la institucionalidad peligra, más, el peligro son ellos mismos, sus métodos son probados y temen perder privilegios si se produjera un cambio.
El peligro siempre ha estado, nunca habíamos vivido una situación tan crítica como la actual, el hampa se impuso. Sería interesante programar debates en grupos de a tres para no diluirlos, hasta que todos se crucen, para que estructuren “el cómo” en cada una de sus propuestas, sin señalamientos personales. No es serio creer que en 2 minutos se pueda exponer una obra de gobierno , en ese tiempo solo cantinfladas pueden surgir.
Un problema podría tener más de una solución pero se debe decir cómo haría y si es posible decir cuánto vale y de donde saldrán los recursos. Eso solo lo puede hacer un estadista, no un vendedor de golosinas. Además, los problemas hay que jerarquizarlos porque nunca hay recursos para todos y no todas las propuestas de soluciones son viables.
Se debería agotar un solo tema por debate con la presencia de observadores expertos que viabilicen o no las propuestas. Este circo no debe seguir, es un irrespeto para con el auditorio que espera propuestas para resolver problemas vitales atrasados.
Por Luis Napoleón de Armas P.