Por: Imelda Daza Cotes Hay una estructura de poder, algo invisible, compuesta por Clubes de países poderosos que se reúnen periódicamente y trazan directrices que rigen para todos. Gobiernan el mundo. Sus nombres -G8 y G20- casi simbólicos, no dicen mucho, pero llaman la atención. Son grupos cerrados que se rigen por sí mismos, no […]
Por: Imelda Daza Cotes
Hay una estructura de poder, algo invisible, compuesta por Clubes de países poderosos que se reúnen periódicamente y trazan directrices que rigen para todos. Gobiernan el mundo. Sus nombres -G8 y G20- casi simbólicos, no dicen mucho, pero llaman la atención. Son grupos cerrados que se rigen por sí mismos, no son instancias internacionales ni han sido creados por ningún tratado internacional, carecen de estructura definida y todo lo que hacen tiene, en apariencia, carácter informal.
Casi que quieren insinuarse como un club de potentados que se reúnen a tertuliar, a comentar la actualidad y a especular sobre el futuro. No hay tal. Todo cuanto se discute y se acuerda en las reuniones del G8 y del G20 tiene enorme trascendencia global, son determinaciones que inciden notoriamente sobre el escenario económico y político a nivel mundial, a corto, mediano y largo plazo
Acaba de terminar la última cumbre del G8, en Deauville-Francia; los países allí reunidos representan el 12% de la población mundial y son: EEUU, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Japón y Rusia. La Unión Europea asiste representada por los presidentes de la Comisión y del Consejo Europeos. La pertenencia a este grupo no obedece a ninguna categorización especial, no son los países con mayor PIB, ni con mayor Ingreso per-cápita, pero sí son todos países desarrollados, potencias económicas bien posicionadas y ejercen influencia mundial en todos los órdenes. Se reúnen cada año para analizar el estado de la política y de la economía internacionales y a través de sus discusiones buscan unificar posiciones; discuten y plantean estrategias y fórmulas para abordar los problemas del mundo, todo de acuerdo con sus particulares intereses. Sus reuniones son cerradas, sus documentos son de circulación restringida. Sólo sus conclusiones se hacen públicas
El G8 no es una Institución, por eso carece de mecanismos formales para implementar sus recomendaciones. Pero todos sus miembros tienen representación en el FMI, en el BM, en la OMC y en el Consejo de Seguridad de la ONU (4 de sus 5 miembros son del G8), por lo tanto, todas las conclusiones de las Cumbres se traducen en decisiones que toman estas Instituciones. El G8 es pues el verdadero poder en el mundo. Sus deliberaciones marcan las directrices de la economía y de la política global sin que el 88% de los habitantes del planeta tenga posibilidades de influirlas, y todo se hace en nombre de la democracia
Los asistentes a estas Cumbres se afanan también por exhibir cierto altruismo y suelen comprometerse con generosas iniciativas para aliviar los flagelos –deuda externa, pobreza, insalubridad, violencia- que azotan a los demás países, y hacen aportes, pero los pactos y las campañas suelen quedarse a mitad de camino, mientras que los planes de Ajuste Estructural, con los que han pretendido afrontar la crisis, se ejecutan al pie de la letra y con rigor; esos funestos Planes de Rescate se han traducido en liberalización(apertura)comercial, privatizaciones, flexibilización(precariedad)laboral, reformas educativas y de salud. Ahí está el origen del 15-M en España. La gente se indignó y dijo Basta y ahí siguen, haciéndose escuchar, haciéndose visibles y preguntando: ¿Ética, dónde estás?
En Colombia, se han aplicado todas las recetas provenientes del G8, canalizadas a través del FMI y del BM. El recorte de las regalías es un ejemplo. Buena parte de los recursos que le pertenecen a los municipios mineros pasarán a un Fondo de Ahorro centralizado y un 30% de esos ahorros serán depositados en bancos extranjeros para contribuir al rescate de la banca internacional, especuladora y causante de la crisis
El G20 es un grupo más amplio pero funciona igual al G8. Sus miembros son los del G8, la Unión Europea(en bloque), más Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Corea del sur, Sudáfrica y Turquía. Los jefes de estos Estados se reúnen también cada año para analizar y tomar decisiones de política y economía. Si bien el G20 tiene una mayor representación es un órgano deliberativo, no decisorio, que procura alimentar el consenso en temas internacionales. En realidad, el G-20 nació para legitimar las iniciativas del G8. Es cuestión de aparentar legitimidad.
Las dos Cumbres son de gran relevancia. El G8 y el G20 concentran enorme poder y sus decisiones afectan de forma directa el rumbo de la economía mundial e inciden en la vida de todos los habitantes del planeta. Son ellos los que en realidad gobiernan. Quizá por eso los políticos nacionales no se comprometen con soluciones serias para los problemas locales. Cómo hacerlo si las grandes decisiones las toman otros, en instancias ajenas y lejanas.
Por: Imelda Daza Cotes Hay una estructura de poder, algo invisible, compuesta por Clubes de países poderosos que se reúnen periódicamente y trazan directrices que rigen para todos. Gobiernan el mundo. Sus nombres -G8 y G20- casi simbólicos, no dicen mucho, pero llaman la atención. Son grupos cerrados que se rigen por sí mismos, no […]
Por: Imelda Daza Cotes
Hay una estructura de poder, algo invisible, compuesta por Clubes de países poderosos que se reúnen periódicamente y trazan directrices que rigen para todos. Gobiernan el mundo. Sus nombres -G8 y G20- casi simbólicos, no dicen mucho, pero llaman la atención. Son grupos cerrados que se rigen por sí mismos, no son instancias internacionales ni han sido creados por ningún tratado internacional, carecen de estructura definida y todo lo que hacen tiene, en apariencia, carácter informal.
Casi que quieren insinuarse como un club de potentados que se reúnen a tertuliar, a comentar la actualidad y a especular sobre el futuro. No hay tal. Todo cuanto se discute y se acuerda en las reuniones del G8 y del G20 tiene enorme trascendencia global, son determinaciones que inciden notoriamente sobre el escenario económico y político a nivel mundial, a corto, mediano y largo plazo
Acaba de terminar la última cumbre del G8, en Deauville-Francia; los países allí reunidos representan el 12% de la población mundial y son: EEUU, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Japón y Rusia. La Unión Europea asiste representada por los presidentes de la Comisión y del Consejo Europeos. La pertenencia a este grupo no obedece a ninguna categorización especial, no son los países con mayor PIB, ni con mayor Ingreso per-cápita, pero sí son todos países desarrollados, potencias económicas bien posicionadas y ejercen influencia mundial en todos los órdenes. Se reúnen cada año para analizar el estado de la política y de la economía internacionales y a través de sus discusiones buscan unificar posiciones; discuten y plantean estrategias y fórmulas para abordar los problemas del mundo, todo de acuerdo con sus particulares intereses. Sus reuniones son cerradas, sus documentos son de circulación restringida. Sólo sus conclusiones se hacen públicas
El G8 no es una Institución, por eso carece de mecanismos formales para implementar sus recomendaciones. Pero todos sus miembros tienen representación en el FMI, en el BM, en la OMC y en el Consejo de Seguridad de la ONU (4 de sus 5 miembros son del G8), por lo tanto, todas las conclusiones de las Cumbres se traducen en decisiones que toman estas Instituciones. El G8 es pues el verdadero poder en el mundo. Sus deliberaciones marcan las directrices de la economía y de la política global sin que el 88% de los habitantes del planeta tenga posibilidades de influirlas, y todo se hace en nombre de la democracia
Los asistentes a estas Cumbres se afanan también por exhibir cierto altruismo y suelen comprometerse con generosas iniciativas para aliviar los flagelos –deuda externa, pobreza, insalubridad, violencia- que azotan a los demás países, y hacen aportes, pero los pactos y las campañas suelen quedarse a mitad de camino, mientras que los planes de Ajuste Estructural, con los que han pretendido afrontar la crisis, se ejecutan al pie de la letra y con rigor; esos funestos Planes de Rescate se han traducido en liberalización(apertura)comercial, privatizaciones, flexibilización(precariedad)laboral, reformas educativas y de salud. Ahí está el origen del 15-M en España. La gente se indignó y dijo Basta y ahí siguen, haciéndose escuchar, haciéndose visibles y preguntando: ¿Ética, dónde estás?
En Colombia, se han aplicado todas las recetas provenientes del G8, canalizadas a través del FMI y del BM. El recorte de las regalías es un ejemplo. Buena parte de los recursos que le pertenecen a los municipios mineros pasarán a un Fondo de Ahorro centralizado y un 30% de esos ahorros serán depositados en bancos extranjeros para contribuir al rescate de la banca internacional, especuladora y causante de la crisis
El G20 es un grupo más amplio pero funciona igual al G8. Sus miembros son los del G8, la Unión Europea(en bloque), más Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Corea del sur, Sudáfrica y Turquía. Los jefes de estos Estados se reúnen también cada año para analizar y tomar decisiones de política y economía. Si bien el G20 tiene una mayor representación es un órgano deliberativo, no decisorio, que procura alimentar el consenso en temas internacionales. En realidad, el G-20 nació para legitimar las iniciativas del G8. Es cuestión de aparentar legitimidad.
Las dos Cumbres son de gran relevancia. El G8 y el G20 concentran enorme poder y sus decisiones afectan de forma directa el rumbo de la economía mundial e inciden en la vida de todos los habitantes del planeta. Son ellos los que en realidad gobiernan. Quizá por eso los políticos nacionales no se comprometen con soluciones serias para los problemas locales. Cómo hacerlo si las grandes decisiones las toman otros, en instancias ajenas y lejanas.