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Fuego de San Juan

Las fiestas de San Juan, que en teoría marcan la llegada oficial del verano el 24 de junio, no son solo una tradición: son un ritual colectivo que se celebra por toda España, con fuego, música, historia y mucha magia. Y este año, tuve la fortuna de vivirlas en dos lugares muy distintos: Alicante y León.

Fuego de San Juan

Fuego de San Juan

Por: Brenda

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Las fiestas de San Juan, que en teoría marcan la llegada oficial del verano el 24 de junio, no son solo una tradición: son un ritual colectivo que se celebra por toda España, con fuego, música, historia y mucha magia. Y este año, tuve la fortuna de vivirlas en dos lugares muy distintos: Alicante y León.

Aunque las raíces de esta celebración están en Galicia, donde antiguamente los campesinos encendían hogueras para ahuyentar los malos espíritus y atraer la lluvia durante el verano, fue en Alicante donde esta tradición se transformó en una gran fiesta nacional.

Allí, las llamas tienen nombre propio: Hogueras de San Juan. Cada barrio crea esculturas monumentales hechas de cartón, madera y papel maché, llamadas ninots, que me recordaron a las carrozas de Carnaval. Se construyen durante días y se exhiben con orgullo en plena calle.

Todo comienza con la plantà, el momento en que los ninots son instalados. Yo llegué justo para ese fin de semana, el 22 y 23 de junio, y tuve la suerte de vivirlo con una amiga local, que me hizo de guía perfecta. El ambiente era tan vibrante, tan alegre, que parecía un festival vallenato, pero con aroma mediterráneo.

El momento más esperado llega en la noche del 24: la cremà. Las figuras se encienden al mismo tiempo en un espectáculo de fuego que emociona. Ver cómo arde todo lo viejo para dar paso a lo nuevo, cómo el fuego ilumina los rostros de miles de personas, es algo que no se olvida.

Lo más hermoso de esta tradición es que, aunque nació como un rito pagano, con el tiempo fue cristianizada y hoy se celebra en honor a San Juan Bautista, el primo de Jesús, quien lo bautizó en el río Jordán. Su nacimiento, según la tradición cristiana, fue anunciado por el ángel Gabriel a su madre Isabel, seis meses antes del nacimiento de Cristo. Por eso, San Juan se celebra exactamente medio año antes de la Navidad.

El año pasado tuve la suerte de pasar esta noche mágica en Tarifa, en el sur de España. Fue muy diferente, sin grandes monumentos ni desfiles, pero con un encanto especial. En la playa, con pequeñas fogatas encendidas por la gente, saltamos el fuego descalzos pidiendo deseos. Fue íntimo, casi místico. Esa conexión con el mar, el fuego y la intención me dejó marcada.

Este año, tras Alicante, me fui a León, a celebrar con mi madre y Rafa. En un parque inmenso, lleno de familias haciendo picnic desde la tarde, la ciudad entera esperó la medianoche. Y entonces, comenzó el show, treinta minutos de fuegos artificiales que iluminaban el cielo como si fueran estrellas cayendo. Nunca había visto un espectáculo de fuegos artificiales tan bello. Miré al cielo y sentí que estábamos celebrando algo más grande que nosotros: la vida misma.

Porque eso es San Juan, un momento para cerrar ciclos, para soltar, para pedir, para bailar, para reír. Para encendernos por dentro y por fuera.

Y yo, este año, pude vivirlo con los cinco sentidos abiertos y el corazón alegre.

Por: Brenda Barbosa.

Desde España, para EL PILÓN

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