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Columnista - 26 junio, 2024

Evaluación a los docentes, un diagnóstico equivocado  

Desde hace muchos años algunos gobiernos vienen insistiendo en que a los docentes se les debe evaluar con criterio retaliativo, quien no pase la prueba ácida será desvinculado. En el proceso de aprendizaje no solo juegan los maestros, están equivocados; esta es una forma de poner las formas por encima del contenido.

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Desde hace muchos años algunos gobiernos vienen insistiendo en que a los docentes se les debe evaluar con criterio retaliativo, quien no pase la prueba ácida será desvinculado. En el proceso de aprendizaje no solo juegan los maestros, están equivocados; esta es una forma de poner las formas por encima del contenido. Todo sistema de transformación tiene tres componentes: los insumos, el proceso de transformación donde se mide la eficiencia y el producto donde se mide la eficacia. En los insumos de la educación podemos incluir al maestro, las políticas públicas sobre aprendizaje, la logística, los lugares de formación, los currículos, el entorno, la familia y los recursos económicos. Todos estos deben ser de buena calidad porque si en un proceso metemos basura, obtendremos basura, así de sencillo. 

Hoy el docente ya no es el de la cabeza grande y el estudiante el de la cabeza pequeña, la información se encuentra en las redes, lo que este debe hacer es enseñar a consultar con rigor científico. Incluso, existen temas del currículo que se deberían desarrollar en forma de foros, con un grupo interdisciplinario de docentes, p.ej., la historia y religión donde hay tantos mitos. Sería injusto atribuirle la mala calidad de un producto de aprendizaje solo al maestro. En Colombia la educación pública siempre ha sido accesoria, no tiene dolientes. 

Los países que han avanzado en el campo de la ciencia y la tecnología son aquellos para los cuales la educación pública es la más importante, solo el saber nos permite avanzar. En Finlandia, p. ej., para ser seleccionado en esta área, se deben tener las más altas condiciones académicas, esta no es una profesión de consolación; sus salarios están por encima de otros profesionales. Aquí el máximo número de estudiantes por salón es de 15 con dos profesores, uno que ejerce la docencia y otro atrás que vigila la concentración y avances de los estudiantes; si alguien no lleva el ritmo de la mayoría, se le investiga y somete a un entrenamiento adicional personalizado. Igual pasa con el docente, se le ayuda a mejorar, nada de victimización. La evaluación no es mala de suyo, pero debe ser para mejorar. Y, si de evaluación se trata, hagámosla con todos los servidores públicos: congresistas, jueces, militares, médicos y otros funcionarios, que tienen incidencias en un producto llamado sociedad. También debería hacérsela a los docentes de los colegios privados que, per se, no tienen garantizados los estándares de calidad. 

La privatización de la educación en los niveles básicos ha ampliado las brechas sociales; recuerdo cuando entré al colegio Loperena, aquí estudiábamos todos, ricos y pobres, en un ambiente de camaradería, amistades que aún se conservan. Esta propuesta de evaluación docente es un chantaje que persigue dos cosas: liberar al Estado de esta obligación, la más importante, e intimidar a los educadores convirtiéndoles en sumisos obreros. Y, si los docentes no piensan, ¿quién lo ha de hacer? Los procesos sí deben ser vigilados para corregir, pero hacer control de calidad corresponde a gobiernos, directores de colegios, padres de familia, maestros y la sociedad. Educar no es impartir un currículo, no es formular complicados algoritmos, es enseñar a analizar con lectura crítica los fenómenos de la naturaleza y los sociopolítico y económico, es no tragar entero, es discernir acerca del principio de la contradicción para resolverla. Contradecir no es sembrar cizañas ni odios, es ayudar a buscarle solución a todos los problemas, así como se solucionó el antagonismo entre el protón y el electrón, mediante un dispositivo llamado resistencia que permitió la bombilla y muchos beneficios más, para bien de la humanidad. Igual, en nuestro organismo se producen dos fenómenos totalmente opuestos, el anabolismo que es un proceso de asimilación y el catabolismo que hace lo contrario; la conjugación de ambos se llama metabolismo que nos permite la vida. ¡Que viva la contradicción!

Luis Napoleón de Armas P.

Columnista
26 junio, 2024

Evaluación a los docentes, un diagnóstico equivocado  

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Desde hace muchos años algunos gobiernos vienen insistiendo en que a los docentes se les debe evaluar con criterio retaliativo, quien no pase la prueba ácida será desvinculado. En el proceso de aprendizaje no solo juegan los maestros, están equivocados; esta es una forma de poner las formas por encima del contenido.


Desde hace muchos años algunos gobiernos vienen insistiendo en que a los docentes se les debe evaluar con criterio retaliativo, quien no pase la prueba ácida será desvinculado. En el proceso de aprendizaje no solo juegan los maestros, están equivocados; esta es una forma de poner las formas por encima del contenido. Todo sistema de transformación tiene tres componentes: los insumos, el proceso de transformación donde se mide la eficiencia y el producto donde se mide la eficacia. En los insumos de la educación podemos incluir al maestro, las políticas públicas sobre aprendizaje, la logística, los lugares de formación, los currículos, el entorno, la familia y los recursos económicos. Todos estos deben ser de buena calidad porque si en un proceso metemos basura, obtendremos basura, así de sencillo. 

Hoy el docente ya no es el de la cabeza grande y el estudiante el de la cabeza pequeña, la información se encuentra en las redes, lo que este debe hacer es enseñar a consultar con rigor científico. Incluso, existen temas del currículo que se deberían desarrollar en forma de foros, con un grupo interdisciplinario de docentes, p.ej., la historia y religión donde hay tantos mitos. Sería injusto atribuirle la mala calidad de un producto de aprendizaje solo al maestro. En Colombia la educación pública siempre ha sido accesoria, no tiene dolientes. 

Los países que han avanzado en el campo de la ciencia y la tecnología son aquellos para los cuales la educación pública es la más importante, solo el saber nos permite avanzar. En Finlandia, p. ej., para ser seleccionado en esta área, se deben tener las más altas condiciones académicas, esta no es una profesión de consolación; sus salarios están por encima de otros profesionales. Aquí el máximo número de estudiantes por salón es de 15 con dos profesores, uno que ejerce la docencia y otro atrás que vigila la concentración y avances de los estudiantes; si alguien no lleva el ritmo de la mayoría, se le investiga y somete a un entrenamiento adicional personalizado. Igual pasa con el docente, se le ayuda a mejorar, nada de victimización. La evaluación no es mala de suyo, pero debe ser para mejorar. Y, si de evaluación se trata, hagámosla con todos los servidores públicos: congresistas, jueces, militares, médicos y otros funcionarios, que tienen incidencias en un producto llamado sociedad. También debería hacérsela a los docentes de los colegios privados que, per se, no tienen garantizados los estándares de calidad. 

La privatización de la educación en los niveles básicos ha ampliado las brechas sociales; recuerdo cuando entré al colegio Loperena, aquí estudiábamos todos, ricos y pobres, en un ambiente de camaradería, amistades que aún se conservan. Esta propuesta de evaluación docente es un chantaje que persigue dos cosas: liberar al Estado de esta obligación, la más importante, e intimidar a los educadores convirtiéndoles en sumisos obreros. Y, si los docentes no piensan, ¿quién lo ha de hacer? Los procesos sí deben ser vigilados para corregir, pero hacer control de calidad corresponde a gobiernos, directores de colegios, padres de familia, maestros y la sociedad. Educar no es impartir un currículo, no es formular complicados algoritmos, es enseñar a analizar con lectura crítica los fenómenos de la naturaleza y los sociopolítico y económico, es no tragar entero, es discernir acerca del principio de la contradicción para resolverla. Contradecir no es sembrar cizañas ni odios, es ayudar a buscarle solución a todos los problemas, así como se solucionó el antagonismo entre el protón y el electrón, mediante un dispositivo llamado resistencia que permitió la bombilla y muchos beneficios más, para bien de la humanidad. Igual, en nuestro organismo se producen dos fenómenos totalmente opuestos, el anabolismo que es un proceso de asimilación y el catabolismo que hace lo contrario; la conjugación de ambos se llama metabolismo que nos permite la vida. ¡Que viva la contradicción!

Luis Napoleón de Armas P.