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Envejece conmigo

Por: Valerio Mejía Araujo “Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” Efesios 5:33 Apartándonos del caldeado ambiente político de estos días e impulsado un poco por el reciente artículo “Verdades a medias” de Luis Augusto González; me atrevo a […]

Envejece conmigo

Envejece conmigo

Por: Valerio

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Por: Valerio Mejía Araujo

“Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” Efesios 5:33

Apartándonos del caldeado ambiente político de estos días e impulsado un poco por el reciente artículo “Verdades a medias” de Luis Augusto González; me atrevo a pedir públicamente a mi esposa María Mercedes: ¡Envejece conmigo!
Para apoyar mi petición cito las palabras del poema “Rabbi Ben Ezra” de Robert Browning:
“¡Envejece conmigo! Aún resta lo mejor, El fin último para lo que fuimos creados.
Nuestro tiempo está en manos del que dijo: Mí plan es completo y la juventud es sólo la mitad.  Confía en Dios, mira el todo y no temas.”
Me parece que todas las parejas, más aun las que ya estamos en la mediana edad, queremos creer eso de que “aún resta lo mejor”. No obstante, para que esas palabras se hagan realidad, debemos decirle con sinceridad a nuestra pareja que envejezca con nosotros. Y creo que la mejor manera de hacer que eso suceda, es manteniendo viva la llama del amor.
Los buenos deseos y la buena suerte, muy poco tienen que ver con la salud y felicidad matrimonial. Un buen matrimonio es el resultado del esfuerzo y la dedicación, de la unión de voluntades para sacar adelante un proyecto de vida juntos. Es el resultado de obedecer los eternos principios de la Palabra de Dios y de colocar la presencia de Dios en el centro de la relación. Es una elección diaria. Es la consecuencia de hacer lo necesario para proteger y hacer crecer y madurar el amor en los momentos difíciles, que sin duda llegarán.
Para mantener encendido el fuego del amor y evitar que la relación se enfríe, debemos ocuparnos de cuidarlo, alimentarlo, avivarlo, atizarlo, echarle fresco con la tapa de la olla y no permitir que se extinga. En la relación de pareja somos como brasas de fuego, cuando estamos juntos ardemos; pero separados del fuego, nos apagamos solos. La mejor manera de extinguir una relación matrimonial es dejarla sin atención.  El matrimonio requiere constancia y trabajo. Si perseveramos y aplicamos con fidelidad los principios divinos, podremos disfrutar de una fabulosa relación en constante crecimiento.
En las primeras etapas del matrimonio, todo está saturado del aroma de las noches de luna llena, de rosas y velas. El fuego arde en todo su esplendor y uno disfruta del calor de la llama. No se comete ningún error y no se puede estar el uno sin el otro. Sin embargo, nuevas etapas del amor marital irrumpen y nos hacen aterrizar en la realidad. Es durante estas nuevas etapas que la pareja conoce en realidad al otro. Es cuando comenzamos a vernos como en realidad somos en nuestra condición de seres humanos que tenemos manchas e imperfecciones. Es aquí cuando aparecen las frustraciones, incluso hace su entrada el “remordimiento del comprador”: Ella se pregunta qué pasó con el caballero amable y amoroso con el que creyó haberse casado, mientras él se cuestiona qué pasó con esa cosita tan dulce y tierna de la que nunca se cansaba en los primeros años de matrimonio.
Creo que ésta es una etapa crítica en el matrimonio, es una encrucijada de caminos, donde nos renovamos como el águila y salimos victoriosos o asumimos una actitud de triste decepción en espera de que algo suceda viviendo existencias amargas e intentando mantener las apariencias de una unión feliz; mientras nos sentimos aburridos, enojados, con sentimientos de hostilidad o de indiferencia el uno con el otro.
Amados amigos lectores que hoy me sirven como testigos de mi declaración para mi esposa: Ninguna pareja necesita elegir entre vivir en amargura o dar por terminado su matrimonio. Existe otra opción: Decidir permanecer juntos, dando lo mejor de cada uno para hacer funcionar el proyecto matrimonial. Empleándonos a fondo para que el matrimonio sea feliz y la relación sea saludable y duradera.
Las parejas que sienten que “la fiesta se terminó”, hoy les animo a permanecer. No se abran como la yuca, sino decidan venir a la etapa más excitante y gratificante de todas: La etapa de “todavía falta lo mejor”.  Esta es la etapa del postre, del amor maduro y sosegado. Es un amor que lo ve todo en el ser amado, conoce todas las manchas, imperfecciones y rarezas; sin embargo, permanece junto al ser amado y prodiga palabras de reconocimiento y demostraciones de afecto.
Nena de mi alma, en esta segunda oportunidad que nos dio la vida, espero disfrutar de esa etapa de “todavía falta lo mejor”;  y estoy seguro que de la mano de nuestro buen Dios, ese amor maduro ofrecerá un romance excitante y mucho más genuino que el de la etapa de la luna de miel. Al fin, el mejor vino es el último. ¡Estoy sumamente feliz de que podamos envejecer juntos!.

Amigos: El amor maduro puede permanecer firme ante cualquier desafío que se le presente. Puede perdurar a través de los años, pero sólo si elegimos dar los pasos necesarios para hacer que ese amor crezca. Es clase de amor crece y madura sólo con el tiempo y el esfuerzo.
Recuerda la importancia de mantener alta la motivación interior. Prestar atención a los pensamientos, sentimientos y necesidades de la pareja. Ser bondadosos y generosos entre nosotros. Mantener una comunicación fluida. Honrarnos y respetarnos aunque no concordemos. Mantener el entusiasmo por la oración y congregarnos fielmente, con los ojos puestos en el galardón.
La etapa de “aún falta lo mejor” puede ser la más excitante y placentera de toda la vida matrimonial.
Sin importar en que etapa te encuentres ahora, ¿quieres dar gracias a Dios por tu pareja?
“Querido Señor, Gracias por mi cónyuge. LLéname de tu presencia y renueva tu amor en mí para aportar de ese mismo tipo de amor a mi relación de pareja. Gracias. Amén”.
Te mando un abrazo de amor y te auguro años de felicidad matrimonial.

valeriomejia@etb.net.co

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