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Crónica - 8 junio, 2021

En una carretilla se desplaza la literatura en Río Seco

Hace tres años nació la iniciativa de una biblioteca itinerante, buscando educar, ‘rescatar’ y enamorar de arte a los niños y jóvenes del corregimiento.

La iniciativa busca incentivar la lectura y la interacción social. 
FOTO: CORTESÍA
La iniciativa busca incentivar la lectura y la interacción social. FOTO: CORTESÍA
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Recurrentemente, antes de la pandemia, todos los sábados por la mañana una carretilla llena de libros se movilizaba por el corregimiento de Río Seco buscando un lugar para estacionarse y brindarle a los niños y jóvenes un espacio lleno de literatura y recreación. Un ‘palo’ de caucho, ubicado en la plaza frente al colegio, se convirtió en las últimas semanas en el lugar favorito para la actividad.

En cajas de tomates, que simulan los estantes, eran ubicados los libros para posteriormente leerlos y proceder a hacer actividades lúdicas relacionadas a la temática central de ese día; es decir, cada sábado había un enfoque distinto. “Comenzamos a estudiar con la profesora qué les hacía falta a los niños, cuáles eran sus problemas más fuertes, sus preguntas e inquietudes”, explicó Rosana Fuentes, quien abandera el proyecto.

‘El cajón de las historias’, así es el nombre que lleva esta iniciativa comunitaria que busca fomentar y fortalecer el espíritu lector de los más pequeños y, a su vez, brindarles un espacio alternativo a algunas actividades que llevaban a cabo en sus casas.  “Los niños estaban sumergidos en ese mundo de adultos y no había un espacio para ellos que les ofreciera unas dinámicas pertinentes a sus edades”, mencionó Fuentes. 

¿CÓMO INICIÓ?

Inicialmente en el proyecto hacían parte 20 niños, con el tiempo se sumaron más, a tal punto de ser un grupo de más de 100 infantes con edades de 3 a 18 años. Con relación a los libros, los primeros cien fueron donados por Luna, de 10 años e hija de Rosana, los cuales ya había leído por ser apasionada a la lectura. 

Lea también: La literatura ‘florece’ imparablemente en Valledupar

A partir de allí por medio de donaciones de personas procedentes del lugar, de la biblioteca del Banco de la República y otros que se sumaron a esta idea sin ánimo de lucro lograron adquirir libros de literatura. Actualmente tienen un acervo de más de 820 textos. 

Posteriormente se sumó la docente de preescolar Elsy Mendoza, quien tiene especialización en pedagogía infantil y su esposo Alfonso Cáceres, quien es líder juvenil de la comunidad. De este modo ya eran 4 personas que estaban al frente de este proyecto que pretendía también ‘rescatar’ a aquellos jóvenes que habían elegido el camino de las drogas, de los cuales tienen el registro de 10, y con ellos se llevaron a cabo un proceso aparte.

A partir de ‘el cajón de las historias’ se dio paso a la creación de otros proyectos y actividades, tales como protección y cuidado ambiental, auto reconocimiento de sus raíces y escuelas de deporte como es el caso de la iniciativa de atletismo llamada ‘Himer Villazón’. Relatan casos de niños que a los 3 meses de estar en la biblioteca les llevaban medallas a sus papás de concursos deportivos  intermunicipales.

“Durante las jornadas de lectura mirábamos las capacidades de los niños (música, danza, escritura, pintura, deporte), filtrábamos y los enviábamos a esos espacios que se estaban gestando a la par de la biblioteca”, contó Fuentes. 

ACTIVIDADES

Debido a unas problemáticas visibilizadas en el corregimiento, tales como el embarazo adolescente y la sexualidad activa de estos, en la biblioteca itinerante decidieron tratar en una sesión ese tema y de esta manera explicarles los cuidados y funcionamiento biológico del cuerpo; contando con la participación de una psicóloga y una mujer mayor de la comunidad que explicó la importancia del cuerpo desde la visión indígena. 

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Inician con una lectura relacionada con la temática, ya sea un cuento o un capítulo corto de un libro para incentivar la motivación de seguir leyendo este último. Se sacaban copias o un niño leía para todos y se hacía comprensión del texto. “Los sábados había jóvenes validando el bachillerato y como estábamos frente al colegio se venían a leer en los momentos de descanso”, indicó la gestora de la iniciativa. 

Raúl Andrés Ávila, de 11 años, indicó: “Me gusta mucho leer; es mi pasatiempo favorito. Extraño ir a leer allá, aunque ahora por la pandemia nos traen los libros a la casa”.

FINANCIACIÓN Y PANDEMIA 

Esta iniciativa no cuenta con apoyo económico externo, puesto que es la comunidad la encargada de cubrir los refrigerios y demás necesidades en las jornadas lectoras, con guayabas o tamarindos hacían los jugos para el momento del receso. 

Debido a la pandemia los creadores de la idea se han visto en la obligación de suspender las actividades; sin embargo, se encargan de llevar los libros a los niños a fin de que no pierdan el entusiasmo de leer. “Seguramente a mi hija ya le gustara más interactuar con la literatura, pero tocó suspender las actividades”, expresó Delfina Ponce, madre de familia.

Por: KETTY GUTIÉRREZ MAESTRE/EL PILÓN 

[email protected]

Crónica
8 junio, 2021

En una carretilla se desplaza la literatura en Río Seco

Hace tres años nació la iniciativa de una biblioteca itinerante, buscando educar, ‘rescatar’ y enamorar de arte a los niños y jóvenes del corregimiento.


La iniciativa busca incentivar la lectura y la interacción social. 
FOTO: CORTESÍA
La iniciativa busca incentivar la lectura y la interacción social. FOTO: CORTESÍA
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Recurrentemente, antes de la pandemia, todos los sábados por la mañana una carretilla llena de libros se movilizaba por el corregimiento de Río Seco buscando un lugar para estacionarse y brindarle a los niños y jóvenes un espacio lleno de literatura y recreación. Un ‘palo’ de caucho, ubicado en la plaza frente al colegio, se convirtió en las últimas semanas en el lugar favorito para la actividad.

En cajas de tomates, que simulan los estantes, eran ubicados los libros para posteriormente leerlos y proceder a hacer actividades lúdicas relacionadas a la temática central de ese día; es decir, cada sábado había un enfoque distinto. “Comenzamos a estudiar con la profesora qué les hacía falta a los niños, cuáles eran sus problemas más fuertes, sus preguntas e inquietudes”, explicó Rosana Fuentes, quien abandera el proyecto.

‘El cajón de las historias’, así es el nombre que lleva esta iniciativa comunitaria que busca fomentar y fortalecer el espíritu lector de los más pequeños y, a su vez, brindarles un espacio alternativo a algunas actividades que llevaban a cabo en sus casas.  “Los niños estaban sumergidos en ese mundo de adultos y no había un espacio para ellos que les ofreciera unas dinámicas pertinentes a sus edades”, mencionó Fuentes. 

¿CÓMO INICIÓ?

Inicialmente en el proyecto hacían parte 20 niños, con el tiempo se sumaron más, a tal punto de ser un grupo de más de 100 infantes con edades de 3 a 18 años. Con relación a los libros, los primeros cien fueron donados por Luna, de 10 años e hija de Rosana, los cuales ya había leído por ser apasionada a la lectura. 

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A partir de allí por medio de donaciones de personas procedentes del lugar, de la biblioteca del Banco de la República y otros que se sumaron a esta idea sin ánimo de lucro lograron adquirir libros de literatura. Actualmente tienen un acervo de más de 820 textos. 

Posteriormente se sumó la docente de preescolar Elsy Mendoza, quien tiene especialización en pedagogía infantil y su esposo Alfonso Cáceres, quien es líder juvenil de la comunidad. De este modo ya eran 4 personas que estaban al frente de este proyecto que pretendía también ‘rescatar’ a aquellos jóvenes que habían elegido el camino de las drogas, de los cuales tienen el registro de 10, y con ellos se llevaron a cabo un proceso aparte.

A partir de ‘el cajón de las historias’ se dio paso a la creación de otros proyectos y actividades, tales como protección y cuidado ambiental, auto reconocimiento de sus raíces y escuelas de deporte como es el caso de la iniciativa de atletismo llamada ‘Himer Villazón’. Relatan casos de niños que a los 3 meses de estar en la biblioteca les llevaban medallas a sus papás de concursos deportivos  intermunicipales.

“Durante las jornadas de lectura mirábamos las capacidades de los niños (música, danza, escritura, pintura, deporte), filtrábamos y los enviábamos a esos espacios que se estaban gestando a la par de la biblioteca”, contó Fuentes. 

ACTIVIDADES

Debido a unas problemáticas visibilizadas en el corregimiento, tales como el embarazo adolescente y la sexualidad activa de estos, en la biblioteca itinerante decidieron tratar en una sesión ese tema y de esta manera explicarles los cuidados y funcionamiento biológico del cuerpo; contando con la participación de una psicóloga y una mujer mayor de la comunidad que explicó la importancia del cuerpo desde la visión indígena. 

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Inician con una lectura relacionada con la temática, ya sea un cuento o un capítulo corto de un libro para incentivar la motivación de seguir leyendo este último. Se sacaban copias o un niño leía para todos y se hacía comprensión del texto. “Los sábados había jóvenes validando el bachillerato y como estábamos frente al colegio se venían a leer en los momentos de descanso”, indicó la gestora de la iniciativa. 

Raúl Andrés Ávila, de 11 años, indicó: “Me gusta mucho leer; es mi pasatiempo favorito. Extraño ir a leer allá, aunque ahora por la pandemia nos traen los libros a la casa”.

FINANCIACIÓN Y PANDEMIA 

Esta iniciativa no cuenta con apoyo económico externo, puesto que es la comunidad la encargada de cubrir los refrigerios y demás necesidades en las jornadas lectoras, con guayabas o tamarindos hacían los jugos para el momento del receso. 

Debido a la pandemia los creadores de la idea se han visto en la obligación de suspender las actividades; sin embargo, se encargan de llevar los libros a los niños a fin de que no pierdan el entusiasmo de leer. “Seguramente a mi hija ya le gustara más interactuar con la literatura, pero tocó suspender las actividades”, expresó Delfina Ponce, madre de familia.

Por: KETTY GUTIÉRREZ MAESTRE/EL PILÓN 

[email protected]